miércoles, 30 de septiembre de 2009

DE NUEVO SOBRE EL OLVIDO, PERO EN PROSA



Una de mis buenas amigas argentinas, Mariana Mongeli, que vive en Arrecifes (Provincia de Buenos Aires), a unos 170 kms. al noroeste de la capital bonaerense, me honró ayer visitando este humilde Blog y formulando un breve pero profundo comentario a mi anterior entrada: "Soneto a una estrella lejana". Fundamentalmente, esto es lo que decía Mariana, como puede verse un poco más abajo, en el cuarto comentario a dicha entrada anterior: "No creo en la palabra "olvido", siempre hay recuerdos que vienen, tal vez en un perfume, en una melodía, en la brisa, en un paisaje...que mueven nuestras emociones...". Pura poesía, desde luego. Yo, ya le he contestado, expresándole mi gratitud, con un afectuoso saludo al propio tiempo hacia Hugo, su marido. Le decía en mi contestación que tenía mucha razón, que eso que ella dice me parece muy cierto, además de poético Y, desde luego, no se trata ahora de decir lo contrario por mi parte, porque de hacerlo no estaría yo demasiado bien de la cabeza, dado que, muy en general, una cosa no puede ser la contraria. Sin embargo, según creo, querida Mariana, me quedé también con las ganas, en mi respuesta a tu comentario, de efectuar algunas puntualizaciones, que hubiesen resultado excesivas en aquel lugar y puede que escasas en este. Pero en lo que sí pensé, desde el primer momento, fue en publicar una entrada especial relativa al asunto. Llevo ya algún tiempo insistiendo -y lo he hecho en este mismo humilde Blog- acerca del olvido que, casi como el propio tiempo, me parece un misterio. Según creo, Mariana, de entre otras muchas, puede haber dos clases de olvido: El que nos vence, o se impone por sí mismo sin aportación ni voluntad alguna por nuestra parte -lo cual puede resultar meramente superficial, y hasta inevitable, porque no se olvidan con facilidad algunas cosas- y el que buscamos y propiciamos deliberadamente nosotros mismos, para borrar algo, y sobre todo a alguien, de nuestra vida, anhelando que, con el paso del tiempo, aquello, o aquel, que fue, resulte lo mismo que si no hubiese sido y, por tanto, ni existido. Este tipo de olvido, puede ser conveniente para quien trate de olvidar, porque necesite para sí el olvido, pero si borra de si mismo, de su propia vida, algo que, en su momento, le ofreció cierta dicha, tal vez alguna emoción, quizá ilusión, paz o sosiego, es como si en parte se olvidara también de si mismo, esto es, se suicidara. Este olvido, en efecto, según me parece, es una especie de verdadero suicidio, porque no morimos el día y hora en los que se certifica nuestra muerte, sino que "nos vamos muriendo" progresivamente, día a día, minuto a minuto. Y lo mismo que esto sucede en el orden físico mediante el desgaste natural de nuestros órganos vitales, sucede también moralmente en la medida que vamos perdiendo lo que ha sido nuestra vida, esencialmente en lo que se refiere a la pérdida de los afectos. Y cuando, al fin, se pierden todos, hasta aquellos que constituían el último reducto de esperanza, como una especia de "parapeto", o de "trinchera", ese día, ya nos hemos muerto y, aunque caminemos por las calles y las plazas, no somos otra cosa sino "muertos sobrevivientes"... y sin enterrar. En otra dimensión, de proyección exterior, o externa, cuando -incluso pretendiendo el bien de alguien, "para salvarle"- se le olvida deliberadamente, el resultado "típico" ya no es el del suicidio, sino el del homicidio, porque a quien se borra de la existencia y sobre todo de la esencia (existir no es otra cosa sino "estar en el tiempo para ser") ya no es a uno mismo sino a otro, a alguien que no es "yo" y que, por tanto, al encontrarse fuera de mí, se halla por completo indefenso frente al olvido "salvador". El ser olvidado deja de ser, aunque sobreviva a su propia existencia, porque quizá ya nada pueda esperar de nada, ni de nadie. Por ello, tengo la sensación de que, si quien olvida puede vivir, el olvidado siempre muere. Luis Madrigal.-



sábado, 26 de septiembre de 2009

SONETO A UNA ESTRELLA LEJANA


Inolvidable olvido, no me olvides,
no abrases más el fondo de mi alma...
¡Envía con el viento amor y calma,
si no logro alcanzar lo que me pides!

El infinito tiempo, tú lo mides;
el sideral espacio, está en tu palma.
De tu fuego y su luz mi alma te ensalma
y en mi pecho transido tú resides.

Muestra al dolor tan sólo un tenue signo
de luz y de esperanza, en el olvido...
Si ayer sufrí, hoy sufro y me resigno,

mas dame, con fervor, lo que te pido.
Mira que clamo al Cielo y soy benigno...
Perdóname si, por estar, no he sido.


Luis Madrigal






jueves, 24 de septiembre de 2009

LA TERTULIA


Una tertulia, es una reunión, más o menos formal y periódica, que se convoca para hablar. No como en el Parlamento español (el Congreso de los Diputados o el Senado), que deberían hacer honor a su nombre y servir para eso, para hablar, y para responder al que habla, con ideas y argumentos, no con pataletas viscerales, ayunas de toda clase de ideas, y gestos de arrabal. Desde luego a la inmensa mayoría de los que allí se sientan, no puede pedírseles otra cosa, y mucho menos que tengan ideas, porque en este caso no estarían allí, sino en sus clínicas, despachos, factorías o lugares de bien y de utilidad general. Allí, de hablar, nada de nada. Es más lo poco que a veces se dice, no se habla, se lee. Por eso siempre me ha parecido, desde que puedo saberlo en vivo y en directo, que en lugar de tal nombre, en el mejor de los casos, debería llamarse "Leemento". En aquellas viejas tertulias, las que tenían lugar en los más románticos Cafés -yo mismo, aún las he conocido hasta mediados del anterior siglo XX- muy al contrario, se iba a hablar, y a hacerlo con extrema cortesía y con verdaderos deseos, en todo caso, de "leer dentro" de quien hablaba y al que se escuchaba con suma atención y respeto, ya fuera para ratificar sus ideas, ya para contradecirlas radicalmente, con rotundidad y vehemencia, si no podía o debía estarse de acuerdo con ellas. Además de esto -y quizá ello fuera lo esencial- aquellas tertulias, o charlas de café, no sólo servían para tomar el pulso a los acontecimientos colectivos, relevantes o no, del pasado y del presente, sino, al propio tiempo, como "junta de dilatación", o como "válvula de escape" a los más hondos y vitales sentimientos del yo individual, en toda época susceptibles de alegría y optimismo, o de depresión y hundimiento moral. Aquellos contertulios, no siempre pero sí frecuentemente, solían ser además verdaderos amigos, porque nadie se reune con sus enemigos si no es para partirse la cara. En suma, era entonces la tertulia un verdadero crisol, en el que si no la piedra filosofal, sí al menos trataban de cultivarse las máximas categorías del intelecto y espíritu humanos. Y por supuesto, la bondad y hasta el recreo, el inmenso gusto de "pasar un buen rato", y por ello quizá la primera acepción con la que el Diccionario ha recibido el término "tertulia", es la de "reunión de personas que se juntan habiltualmente para conversar o recrearse". En efecto, ¡cuántas anécdotas, dichos, episodios...! Y cuantas citas históricas en relación con acontecimientos gloriosos o brillantes del pasado, no se habrán contado en aquellas tertulias, que, en consecuencia, cumplieron también un papel de faro de irradiación cultural, de aprendizaje propiamente peripatético, pese a hallarse sentados sus participantes, docentes y discentes.

Se hablara de lo que se hablara (el hablar es sin duda la actividad más primígenamente humana, y por eso los pobres animalitos no pueden hacerlo), ya fuesen quienes fueran los contertulios, aquel tipo de tertulia contribuyó notablemente a la instrucción general de quienes a ella concurrían. Porque, desde luego, había muchas clases de tertulias, ya se tratase de intelectuales propiamente dichos, o de gentes de toda clase y condición. De técnicos, de juristas, de médicos o de comerciantes de los honrados gremios de ultramarinos o de conservas y aguardientes... En efecto, las había exquistas, con participación en ellas de las mentes más preclaras, como la del "Café Pombo", que inmortalizó el pincel magistral de Gutiérrez Solana, pero sin que por ello dejasen de excluir a nadie, dentro de un cierto régimen híbrido, o de concurrencia variada. Por ejemplo, de esto fue ejemplo vivo la tertulia de Don José Ortega y Gasset, (Don José era un empedernido taurofilo, además de un gran torero de la Filosofía) a la que asistía frecuentemente el torero Domingo Ortega y, hasta alguna vez, otro ejemplar humano digno de toda consideración, el también torero "El Gayo", aquel filósofo de la tauromaquia y de la vida, que, una vez, encontrándose paseando por París, vestido de corto, comentó a su acompañante, al reparar que los parisinos le miraban insistentemente: "Compare, ya me estoy cansando yo de tanto extranjero...". En alguna de aquellas ocasiones, cuando "El Gayo" se enteró de la profesión de Don José, que tan bien, tan rapidamente y con tanta precisión se expresaba en la tertulia (es Profesor de Metafísica, le dijo Domingo Ortega), preguntó de nuevo: ¿Y ezo que é..." Y como alguien tratara de explicárselo, exclamó: "Hay gente pa tó..."

Hoy en día, no sólamente ha desaparecido por completo aquel tipo de tertulia, salvo rarísimas excepciones, sino que ha sido sustituida por esa peste de la Radio y la TV, (y contra ella no hay vacuna) que han dado en llamar "tertulias" a esos vergonzosos y vergonzantes aquelarres, repletos no sólo de brujas, desmelenadas y gritonas, sino de gente analfabeta, animadas y participadas por las capas más despreciables de la sociedad. Hasta, en lugar de contertulios, a estos infectos personajes se les denomina "tertulianos", con la triste y dramática salvedad de que hasta la Real Academia de la Lengua, ha aceptado en el Diccionario esta repugnante acepción, que tanto podría desprestigiar al ilustre polígrafo latino del mismo nombre, aunque con máyuscula: Quinto Séptimo Florente Tertullianus, aquel cartaginés de la segunda mitad del siglo II, casi colindante con San Agustín, de imborrable huella. Hoy, esta nueva tertulia, sirve a las mil maravillas y contribuye al mayor oprobio social, en esta etapa de bajura intelectual e inmoralidad colectiva; divulga como un "ventilador" gigante una pirámide de excremetos, los más bajos, torpes y a la vez íntimos sentimientos e instintos de auténticas malas bestias puestas en remojo y, animada por esa ínfima categoría intelectual, la de los llamados "periodistas", procedentes de la más baja extracción académica, amenza con arrasarlo todo, como un nuevo Gog, en un nuevo Apocalipsis, en el sentido más impreciso y hasta grotesco de esta aparentemente terrible expresión. Luis Madrigal.-



Arriba, el famosísimo cuadro de José Gutierrez Solana, "La tertulia del Café Pombo", prototipo de tertulias entre los más preclaros intelectuales de la época. Parece ser que, además de Ramón Gómez de la Serna, en pie, que preside la escena, fueron retratados a su alrededor, de izquierda a derecha, Manuel Abril, Tomás Borrás, José Bergamín, José Cabrero, Mauricio Bacarisse, Pedro Emilio Coll y Salvador Bartolozzi, en unión, en último término, del propio pintor, en un excelente autorretrato. La sobriedad de los retratados y los colores oscuros, son caraterísticos de Gutierrez Solana.



martes, 22 de septiembre de 2009

EN MADRID, PERO EN PRIMAVERA

He llegado por fin a Madrid y, desde aquí, he hablado con Buenos Aires. Coste económico: 0,00 €. Y en perfectas condiciones de audición. Mucho mejor, mucho más perfectas, que cuando, a través de Telefónica, tengo que comunicarme con el vecino de la acera de enfrente de mi casa. Este milagro, se llama SKYPE. Hay que decirlo porque es de estricta justicia. Para que luego digan que los norteamericanos yanquis cultivan el capitalismo y se llenan los bolsillos a costa de otros. Dicen que, una vez, aquel gran hombre llamado Robert Strange McNamara (San Francisco, 9 de Junio de 1916- Washington, 6 de Julio de 2009) dijo aquello: "Lo que es bueno para la General Motors, es bueno para los Estados Unidos". Y también dicen, los peor intencionados, que añadió por "lo bajini" y "malo... para todos los demás". Bueno, pues, no. Yo no sé si McNamara lo diría o no, pero lo que si es cierto es que SKYPE es una empresa norteamericana y permite que, sin pagar nada de nada, uno pueda hablar con Buenos Aires, o con Méjico, o... también con el vecino de enfrente de casa, pero bien, perfectamente, sin cortes ni ruidos ni ninguna de las restantes estafas a las que Telefónica de España suele someter con harta frecuencia a sus sufridos abonados, como ellos nos llaman.

Bien, pues en Madrid, 23º C., es Otoño para el resto de los madrileños, pero para mí es Primavera, pese a que hoy en Buenos Aires, según me han dicho, ha sido un día más bien frío. Es igual. El calor, lo pongo yo. Estoy seguro de que en Córdoba, habrá hecho un día maravilloso, lleno de sol y de esperanza. Como debe ser. ¡Bienvenida y feliz seas, eterna Primavera, inmortal e inolvidable! En tí, no caben los días muertos, porque tú eres presagio de la vida, de la que nunca se olvida, porque nunca puede pasar. ¡Que la disfrutes y que seas muy feliz!. Luis Madrigal.-



lunes, 21 de septiembre de 2009

SILO

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Aún estoy en Pravia, donde, una vez más, como a otras partes, me ha traido el dolor. Pero, éste no es sino nuestro más común destino y hemos de aprender a convivir con él mano a mano, o corazón a corazón, que es el órgano en el que los occidentales depositamos los sentimientos, a diferencia de los antiguos egipcios, que según Mika Waltari, lo hacían en el hígado. El caso es que, antes de irme, quiero rendir homenaje, no sólo a una estatua, para mí nueva en este emplazamiento en el que ahora la he encontrado, sino muy en particular al personaje que representa, el Rey Silo, Sexto de los de Asturias y, por tanto, puede decirse que de España, aunque ésta no existiera todavía como tal, porque para eso hubo después de nacer León, cuando Castilla carecía no sólo de leyes, sino de reyes. Silo, reinó entre los años 744 y 783 y sucedió en el trono a Aurelio, que ha dado nombre, a su vez, a otro emblemático lugar asturiano, en plena cuenca minera, San Martín de Sotrondio, o del Rey Aurelio. Accedió al trono al estar casado con Adosinda, hija del rey Alfonso I el Católico y trasladó la capital del Reino, de Cangas de Onís a Pravia, donde estuvo situada la Corte, siendo por tanto esta hermosa Villa la segunda Capital de España. Después, lo fueron Oviedo y León, cuándo ni existía Valladolid del Páramo, ese gran pueblón mesetario, y seguramente tampoco Magerit, el destartalado lugar que Felipe II, el primer "rey de los papeles", consideró oportuno llenar de Oficinas. Silo, fue contemporáneo de Abd-al-Rahman I, el Emir Omeya de Córdoba, asi como de Carlomagno, el Rey de los francos. Hoy, ahora mismo cuando esto escribo, mientras diviso su estatua casi desde la ventana, Silo no es ya más que eso, puro granito, pero a sus pies, se encuentra la laberíntica piedra, que acoge todo el misterio, y no muy lejos de aquí, en Santianes de Pravia, el lugar donde, más que probablemente, fueron inhumadas sus cenizas. Aunque, desde luego, esto tampoco importa demasiado, porque todas las cenizas vuelan al Cielo, como sin duda alguna, ya están allí las que, entre el dolor, pero también entre la esperanza y la inmensa alegría que ello puede significar, me han traido a Pravia en esta ocasión. Luis Madrigal.-

sábado, 19 de septiembre de 2009

PROHIBIDO TELEGRAFIAR

Qué inmenso desastre, Dios mío. Estoy aún en Pravia (Principado de Asturias), pero imagino que sucedería igual de encontrarme en Madrid o en Barcelona, es decir en España, este país que no funciona casi nunca. Desde luego, lo que ya hace mucho tiempo que no funciona es el servicio de Correos y -antes- Telégrafos, que ya comenzó a estropearse más o menos a raíz de la nefasta UCD, aquel funesto invento que no sólo dividió España en 17 "taifas" desestructuradas e invertebradas -más aún- sino que la sembró de sal y de ineficacia. Y eso que aquellos próceres eran de los mejores de la clase, no como estos otros que con el tiempo subversivamente les sucedieron y que son los peores, no solo de la clase sino de cada casa. Correos, en su dimensión postal, funciona atrozmente mal y no merece la pena entrar en detalles, pero lo que ya parece insólito e inexplicable es que, en plena era de la Informática, Internet, y toda clase de artilugios electrónicos, no se pueda enviar un telegrama, como aquellos que se imprimían en tiras blancas, pegadas sobre aquel papel azul, tan escitante siempre como a veces dramático. He pretendido hoy, que es Sábado, poner un telegrama a unos grandes amigos, que se casaban entre sí por segunda vez, después de haber transcurido cincuenta años y de haber tenido, fruto de tan prolongado e intenso matrimonio, nada menos que siete hijos y diecisiete nietos. La ceremonia la organizaban estos últimos. Y no ha habido manera, pese a los buenos oficios de la empleada de Correos y "antes Telégrafos". Primero, no se sabía si, pese a ser las diez de la mañana, el telegrama podría ser repartido en el mismo día de hoy, que era el de la ceremonia, y que se celebraba en León. Salvado este enigma, lo que sucedía después, hasta tener que dejarlo por imposible, es que el "parato" informático, no reconocía la clave, ni el usuario, ni la contraseña, ni no sé cuantas cosas más, entre el nerviosismo y servicial actitud de la funcionaria, mientras se extendía la "cola" de pretendidos usuarios, hasta alcanzar la calle. Nueva llamada a Oviedo, con el triste resultado de que lo único posible sería enviar el telegrama por teléfono. Pero, tampoco era ni fue posible. Quizá yo soy en exceso romántico, y sin el menor sentido de utilidad práctica, pero tengo la sospecha de que aquellos viejos telegramas, con el texto en tiras blancas, sobre papel azul, dejaban, en circunstancias como esta, una huella espiritual muy superior incluso a la de la propia voz humana, en circunstancias como la que yo pretendia patentizar. Pero está visto que el romanticismo fue una corriente que tan sólo duró la primera mitad del siglo XIX, para nunca más volver. Hoy hay que utilizar Internet y los Ordenadores, pero estos demasiadas veces no funcionan. Al fin, he tenido que recurrir a este horroroso "chisme" del teléfono movil y hasta he logrado hablar con mi amigo para decirle: "Unidos espiritualmente, fuerte abrazo para vosotros, extensivo vuestros hijos y nietos". Pero, lamentablemente, nunca podrá recibirlo escrito sobre tiras blancas, adheridas a aquel papel azul. En cualquier caso, María Jesús, Jomapupe, ¡muchas felicidades! Luis Madrigal.-

martes, 15 de septiembre de 2009

GERARDO




Gerardo, era bueno, muy bueno. En su alma no creo que cupiese, ni hubiese cabido nunca, el menor mal hacia nadie, ni tan siquiera hacia las cucarachas, que no se atrevía a matar, porque le daba lástima de ellas. Pero, sobre todo, era y fue siempre, hasta hoy mismo que se ha ido a un lugar, a un estado infinitamente mejor para él, un ser lleno de ingenuidad, ternura y bondad, dentro de su peculiar carácter y forma de ser, deliciosamente ingenuo, sin atribuir importancia a nada, incluso a las cosas que objetivamente la tenían. "Esu no ye nada, o..." Gerardo era asturiano, de pura cepa, aún habiendo nacido en Cuba, en la Habana, desde donde llegó de niño a "pasar unas vacaciones" en la tierra natal de sus padres, emigrantes a aquella gran Isla, la perla de la Corona española, antes de que este canalla, barbado y asesino, comenzase a destruirla. Gerardo no hizo nunca ostentación de ser cubano. Se quedó en España porque la odiosa guerra civil de 1936 le impidió regrear a su Cuba natal, y siempre se encontró contento en Asturias, que fue su verdadera patria, como se hubiese hallado en cualquier otra parte, porque a las almas buenas toda tierra les parece igualmente buena, al igual que todo cuanto les rodea. Esta misma madrugada, sus pulmones se negaron a seguir respirando y, tan dulcemente como había vivido, sigue viviendo ahora sobre las nubes que casi siempre cubren el cielo de Pravia. Sin duda, hoy estará cerrado el Almacén "El Encanto", el comercio de tejidos y vestimenta que sus padres quisieron se llamara lo mismo que el de La Habana, que el de Cuba, y en su escaparate se habrá colocado una esquela. Alguien, algún praviano bueno, de entre tantos como le han conocido, debería situar un crespón negro colgando del huso de la Hilandera, ese símbolo de la Villa de Pravia, Corte del Rey don Silo y de la Reina Adosinda, que, una vez, a mí mismo, cuando pasaba por allí, llegó a inspirarme estos versos:

Ya está buscando ese andar,
mientras hila, tu Hilandera.
¡Bien sabe que, en la ladera
del otro lado, está el mar!

Gerardo, al fin lo ha encontrado, ha hallado para siempre, no sólo el camino hacia el mar eterno, al que van a dar todos los ríos, sino aún mucha más alegría de la que casi siempre presidió su vida, para fundirse en un abrazo permanente con todos a cuantos él quiso, como nosotros le quisimos a él. En efecto, ya habrá podido comprobar que la muerte "no ye nada...", una pequeña cosa que abre la puerta de par en par a otras, descomunalmente gigantescas, nunca vistas por el ojo ni oídas por el oído humanos... Yo, no puedo "dar el pésame" a nadie, porque necesito que alguien me lo dé a mí, pero, al pensar en esta perspectiva, no puedo menos de estallar en una inmensa alegría. Luis Madrigal.-




lunes, 14 de septiembre de 2009

PUEDE ACABARSE LA PACIENCIA






Bajo el título "Bufonada independentista en Arenys" (ha de decirse que se trata de Arenys de Munt, no de Arenys de Mar), publica en su edición de hoy el diario "El Mundo", en páginas 8 y 10, diversos comentarios y análisis acerca del acto promovido ayer en dicha localidad, desde luego sin el menor valor jurídico, ni por tanto en absoluto vinculante, acerca de una estúpida votación pueblerina y nostálgica -un "brindis al sol"- con el que esas mentes tan sumamente cerradas de las que disponen los independentistas catalanes decidieron jugar a las independencias. Son como niños. Y, desde luego, Dios me dé catalanes, aún independentistas, porque, pese a ello, estos "no matan", como lo hacen con toda crueldad las alimañas que dicen defender otra independencia, todavía con menor fundamento. En general, yo admiro a los catalanes, su civismo, cultura, ilustración, espíritu de trabajo y otras muchas virtudes, aunque también tengan sus correspondientes defectos. Y, además, desde los 8 años, soy del "Barça". Y también debo reconocer que, en su momento -hace ya ahora más de cuatro siglos- esa aspiración independentista catalana pudo tener algún fundamento, aunque tampoco demasiado. Porque Cataluña, ha perdido todas las oportunidades y trenes de la Historia, sin acertar nunca a tomar a tiempo ninguno, que en mi opinión han sido tres, fundamentalmente. Lo he dicho ya en este humilde Blog, varias veces y lo repetiré una más. La primera, sin duda, fue en 1412, dos años más tarde de la muerte sin sucesión del Rey Martí el Humá, tras cuyo acontecimiento, libre y voluntariamente, los nobles de Aragón, Cataluña y Valencia, eligieron por Rey al trastámara Fernando de Antequera, instaurando en Cataluña una dinastía castellana. El segundo tren perdido se produjo de una forma harto dificil, pero se produjo, cuando Ferrán II de Aragón, en medio de no pocas dificultades, contrajo matrimonio con Isabel de Castilla, más tarde la Reina, estableciendo una unión personal de Reinos, que dió origen a España en 1492. Y, a mi me parece, que, más o menos "por las bravas", como ahora dicen o quieren aparentar, los catalanistas, la tercera oportunidad perdida fue la de don Luis o Lluis (no vaya a ofenderse nadie,) Companys, quien el día 6 de Octubre de 1934, proclamó unilateral y a su libre arbitrio el "Estado catalán". Discurría entonces -no vaya algún ignorante a atribuírselo a Franco- la II República y, tras la maniobra militar del General Batet, el señor Companys fue detenido y encarcelado en el buque "Uruguay", surto en el puerto de Barcelona, para ser posteriormente juzgado por el "Tribunal de Garanías Constitucionales" de la misma citada y nefasta II República, y condenado por dicho Tribunal a la pena de 30 años de reclusión mayor. Es decir, hasta aquella República no andaba con bromas a la hora de aplicar la ley y defender de este modo la unidad de España.

Y hoy, puede pocurrir otro tanto. Yo, en el lugar de esos independentistas, tan "catalanes" alguno de ellos, como el señor Carod Rovira y otros similares, me andaría con algo más de cuidado, no sea que, en cualquier momento, vayan a pasarse de la raya "un pelín" y les caigan bofetadas hasta en el cielo de la boca. Porque, un Estado de Derecho, y el Reino de España lo es, sin tacha alguna en este momento, no puede romperse de cualquier manera, o por el simple capricho. El propio Derecho internacional público, dispone de normas, de convenciones y acuerdos para ello, cuando concurren algunos supuestos. Y, aquí, en el caso de Cataluña, todos ellos brillan por su ausencia, sin que baste ni sirva para nada ni tan siquiera la voluntad de los catalanes, aunque fuese mayoritaria, que me parece que no lo es en absoluto. Puede que, mientras no desparezca este estúpido Gobierno, que ahora coopera con sus torpezas, o con la mera y más deshonesta intención, a los "juegos de las independencias", puede que, mientras dure, que espero sea muy poco, todavía puedan repetirse algunos esperpénticos sucesos más (ya se anuncia que otros 30 Ayuntamientos catalanes quieren organizar el mismo juego) y hasta es posible que otros no tan inofensivos y jocosos. En cualquier caso,¡cuidaddo con los "juegos" ...! Porque, incluso, hasta con este gobierno de facinerosos, cabría, entiendo que hasta muy lícitamente, la literal interpretación de los artículos 2º y 8º de la vigente Constitución Española de 1978, de los que una mera y simple lectura puede resultar suficiente. Por una parte, el artículo 2º (que no opina, ni debate ni establece "juegos florales") dispone que: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común e indivisible de todos los españoles". Y, no debe perderse nunca de vista el contenido del artículo 8º: "Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejéciro del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". Asi es que, ojo al parche. Si ayer, los militantes de FET (no se si ya de las JONS, o no), en cierto modo "entrando al trapo" de tan estúpido juego, hicieron frente en campo contrario a los "independentistas" de pacotilla (los catalanes, son cultos y laboriosos, pero no suelen ser gente especialmente valiente), no es dificl imaginar hasta donde podrían salir corriendo. A título de mero ejemplo, veánse arriba algunas muestras de entre las que podrían propiciar las carreras. Desde luego, pese a ese señor llamado Laporta, o algo así, yo no pienso dejar de ser seguidor del "Barça", porque lo soy desde que mi paisano César Rodríguez Álvarez, me regaló aquella camiseta y aquel balón de los "de correa". Y por lo tanto, soy mucho más antiguo que el señor Laporta. De todas maneras, por mí, adelante. Ya puede ir sacando al Equipo de las competiciones españolas. Eso sí, sentiría mucho tener que verlo jugar frente al Granollers, el Badalona o el Nastic. Que ustedes celebren esa "independencia" votada por poco más de dos mil personas. Pero... ¿todos votaron "sí"?. No creo. Luis Madrigal.-


Seguidamente, un poco de música:







viernes, 11 de septiembre de 2009

EL OLVIDO

"Dicen que la distancia es el olvido...!" Eso dice -o decía- aquella canción, tan falsa, que yo solía escuchar, hace ya muchos años, cuando aún era un niño. Después, y hasta últimamente, he vuelto a escucharla alguna vez. Para una simple canción, más o menos insubstancial, como tantas de ellas, puede valer... Pero, es falsa, radicalmente, porque, en realidad -en profundidad- no es cierta tal afirmación, dígalo quien lo diga. La distancia, no es el olvido, sino acaso lo radicalmente contrario, el recuerdo más vivo y palpitante, permanente y real. Tanto más, cuanto mayor sea esa distancia, que casi siempre no puede ser otra cosa sino la cifra en kilómetros, o en millas naúticas (ya sea salvando los valles y los montes, o el inmenso mar) y hasta en pura longitud reducida al horizonte, entre dos puntos geodésicos de este pequeño planeta en el que vivimos, tan pequeño e insignificante, pese a la gran mentira que nos contaron, de ser el centro del universo, cuando ni tan siquiera figura ni se representa en el mapa astrofísico del Cosmos. Ninguna distancia, pues, puede generar el olvido e, insisto, cuanto más grande sea aquélla, más intenso y vital será el recuerdo. Lo será, sobre todo, por contradictorio que parezca, si no hay nada verdaderamente efectivo y real que olvidar y por ende mucho que recordar, porque se recuerda con mayor intensidad, con mayor vehemencia y pasión, aquello que pudo ser y no fue, pero que, mientras podría haber llegado a ser -cuando se encontraba "in fieri"- cobró tal ilusión, quizá hasta tal magia, que fue capaz, como le pasó a nuestro señor Don Quijote, de ver gigantes en simples molinos de viento.

Con el olvido -o si se quiere, en sentido contrario, con su sentimiento antípoda, el recuerdo- sucede algo similar a lo que ocurre con la soledad, otro de los grandes sentimientos humanos. No estamos solos cuando nos hallamos, como Robinson, en una isla, sin el menor contacto con otros seres humanos, sino cuando nos encontramos en una ciudad de millones de habitantes... rodeados de "otros solos". Y esto es más aún así, porque, de los cinco contenidos semánticos susceptibles de ser aplicados a la expresión "olvido", tan sólo dos de ellos juegan en la dimensión más vital: El de "dejar de tener en la memoria" lo que se tenía o debía tener y, esencialmente, según mi criterio personal, el de "dejar de tener en el afecto", en lo más hondo del alma, algo y, sobre todo, a alguien. Las restantes significaciones, bien la de "perder la memoria", o la de haber "transcurrido mucho tiempo desde que algo sucedió", carecen casi por completo de entidad. Tan sólo, cuando se puede olvidar en el afecto, cobra el olvido una dimensión similar y más dolorosa aún quizá que la de la propia muerte, porque olvidar, precisamente -o más aún- lo que no fue, equivale a morir para siempre. Por ello es siempre preferible el dolor, que es vida, al olvido, que no es sino la nada y la muerte. Luis Madrigal.-



miércoles, 9 de septiembre de 2009

CUMPLEAÑOS TARDÍO...

Todos los "santos" tienen su "octava", y me imagino que también los cumpleaños. Todavía "un pie puesto en el estribo", aunque en el sentido vitalista contrario al del Persiles, debo celebrar yo alguno de esos que, por causas ajenas a la propia voluntad, cobran un cierto retraso. Todo español -menos algunos- más que un loco quijotesco, es un cuerdo tardío, pero esto casi siempre tiene arreglo. Lo que carece de todo remedio es la estupidez presente, creciente y galopante, de la que hacen torpe gala esos cada vez más "menos". ¡Y... qué más oportuno, aunque tarde, que un soneto, para recobrar el ímpetu y recuperar la inspiración poética?! Este es el recuerdo, cuando ya casi todo es "pasado":

CREPÚSCULO NACIENTE

Crepuscular venida, no me digas
que has llegado por nada y sin sentido;
no me niegues que, lejos, un latido
te esperaba en la nada. Aunque tu sigas

escondido en penumbra, no fustigas
el olvido, que nunca el ser querido
puede habitar en pecho malherido,
si doliente le axfisia un mar de hortigas.

Tú, eres la luz, cuando, ya sin su color,
ilumina la noche, en cielo puro;
tú, el bálsamo que cura del dolor...

Tú, el reposo que vuela suelo duro
y, entre brumas y cumbres, el amor,
el más sublime, pese a ser un muro.


Luis Madrigal

Las Navas del Marqués (Ávila), 7 de Septiembre de 2009
Madrid, 9 de Septiembre de 2009