lunes, 1 de noviembre de 2010

QUIERO MIRAR AL CIELO






Ya que en la tierra no puedo encontrar lo que busco y, cuando creo haberlo encontrado enseguida lo pierdo, he tomado la decisión de buscarlo en el cielo. No quiero decir en el Edén, en el Empíreo, en el Paraíso, en el seno de Dios, creador del universo, porque ahí siempre he creído poder encontrarlo. Me refiero al espacio sideral que conocemos los humanos por ese nombre. Sobre todo, quería referirme yo, al cielo nocturno, porque es precisamente entonces cuando, sobre él, o en él, brillan todas las estrellas, tanto las visibles a los ojos humanos (¡y que pocas pueden ser contempladas en su identidad y magnificencia!), como las invisibles, aunque también susceptibles de determinación y observación por esa gran ciencia que es la Astronomía, con el imprescindible auxilio de sus gigantescos aparatos. En Canarias, en la Isla de la Palma, saben mucho de eso. Allí se encuentran instalados grupos de telescopios, nocturnos y solares, en número de casi una veintena, entre los cuales  -por una vez debo sentirme orgulloso de España- se encuentra el “Gran Telescopio Canarias”, de 10,4 metros de diámetro, el más grande del mundo, cuya realización se debió a un proyecto español, si bien con la participación de los Estados Unidos y de Méjico. En otras palabras, estoy diciendo que, en estos momentos, siento una fuerza casi irresistible de ser, o al menos de procurar hacerme astrónomo. No astrofísico, que eso solamente puede ser para sabios matemáticos, pero sí al menos -con el tiempo y una caña- me gustaría mucho poder llamarme aficionado a la Astronomía. Siento un enorme deseo por salir disparado de esta tierra tan dura y cruel, tantas veces, para perderme entre las estrellas, los planetas y sus satélites, o “lunas”. Nuestra Tierra sólo tiene uno, pero Marte tiene dos, Júpiter cuatro, y en cuanto a Saturno, a los nueve inicialmente conocidos, hay que añadir doce más descubiertos en el año 2004, sospechándose que pueden ser hasta entre 62 y 65 “lunas” las que graviten sobre este planeta. ¡Que maravilla! ¡Cuántas noches de amor, con 65 “lunas”, temblando sobre el mar…! De poder ser ello en la Tierra, claro, ya que en Saturno parece ser que no hay mar alguno. ¡Qué lástima! ¿Pero, será suficiente con nuestro sistema solar? Hay miles de millones de ellos, dentro de los cien mil millones de galaxias estimadas; misteriosas constelaciones, que hacen llover “estrellas” varias veces al año, y bellísimas nebulosas que, vistas al telescopio, resultan de ensueño, superando cualquiera de las técnicas y estilos pictóricos, y que hasta revisten con suma fidelidad la forma de continentes enteros de nuestra Tierra. Presiento una seria dificultad al respecto, porque, además de libros, resulta indispensable un telescopio, por modesto pueda ser éste, y mi más aún modesta economía me temo no va a permitirme adquirir uno como el que hace días vi en unos grandes almacenes de Madrid.

         Entre tanto, queridos amigos (muchas gracias por vuestros sentimientos a mis últimas entradas en este humilde Blog), tratando de iniciar mi futura función de “astrónomo”, o como mínimo de aficionado a la Astronomía para legos, he podido capturar la imagen astronómica que arriba os ofrezco, en primer lugar, precisamente la del día de hoy, 1 de Noviembre de 2010, fecha mejor que ninguna otra, en la que se celebra la Fiesta más indicada para pensar en el cielo, en este, finito al fin y al cabo y en el Otro, infinito y eterno, donde una multitud incontable de seres humanos (por favor, que nadie crea eso de los 144.000), se halla revestida de fulgurantes túnicas blancas. Son los que vienen de la gran tribulación y, por ello, precisamente por ello, han podido lavar sus vestiduras en la Sangre del Cordero. ¡Que brillen también algún día las nuestras! Luis Madrigal.-





En las imágenes, de arriba abajo, visión astronómica del cielo en el día de hoy
y de la Nebulosa "NorteAmérica". Véase la extraordinaria coincidencia 
de su figura con la del gran subcontinente americano