martes, 30 de septiembre de 2008

LA TRISTEZA


Me escribía, hace ya algunos días, mi querida amiga Alicia María Abatilli, de Córdoba (Argentina,) a quien no conozco personalmente, pero sí creo conocer muy bien en lo que sustancialmente es una persona. La conozco por lo que escribe públicamente y a través de lo que, en alguna ocasión, por conducto privado, me ha escrito a mí. Y por este medio privado, me decía últimamente que se encontraba sumamente triste y decaíada. Alicia, es colega y correspondiente de Blogs. El suyo está en el mío y el mío en el suyo. Pueden, o podéis comprobarlo ahora mismo y podréis observar también una delicada y sensible prosa poética, que Alicia lleva a su Blog con cierta frecuencia y que, a veces, pone en verso. Ya es bien sabido que el verso tan sólo es la forma, por mucha belleza que llegue a alcanzar, mientras que el contenido, la prosa en este caso, es la poesía. Sobre ello ha habido y hay encendidas discusiones, ya desde la sostenida entre la escuela sevillana de Herrera y la castellana de Fray Luis. Pero, ahora vamos a dejar al margen tales discusiones. El caso es que la prosa de Alicia María Abatilli, siempre dulce y llena de ternura, aunque a veces se haga ligeramente irónica, sin alcanzar nunca el sarcasmo ni el epigrama, encierra a mi juicio verdadera poesía. Y, como he dicho, hace algunos días, Alicia me escribía para hacerme sentir su decaimiento y notable disminución del gusto por la creación literaria, porque había comprobado que la estaban plagiando. Ella misma -en otro lugar al que, por mi libre cuenta, ya había antes podido yo tener acceso- considera que, quienes plagian, atribuyéndose lo que otro crea, son seres disminuidos, minusválidos intelectuales, que necesitan una "silla de ruedas" para deambular en este proceloso piélago de la Literatura. Yo, creo más bien que son simples delincuentes, como puede probarse, a tenor de lo que al menos en España -y pienso que en la mayoría de los países- dispone el artículo 270 del Código Penal, sin perjuicio, a su vez, de no ser nada ni nadie, porque no hay cosa más aburda y ridícula que plagiar, al resultar casi lo mismo que "hacer trampas en un solitario". Por ello, creo también que es bueno y necesario olvidarse de estos pequeños delincuentes, una vez se produce el "atraco", pese a perpetrarse con la mayor alevosía por parte del agresor y la mayor indefensión por parte de la víctima. No digo tampoco que -antes- no sea preciso adoptar ciertas precauciones y -después- acudir a los Tribunales de Justicia. De la Justicia penal, naturalmente, tan sólo para poder comprobar si alguna vez, por pura casualidad, imponen a estos pobres, pero miserables individuos, la correspondiente reparación económica, sin perjuicio de meterlos en la cárcel. Pero, lo que, en este caso, a mí más me ha inquietado es que Alicia me diga que, tras comprobar la deshonesta atribución de sus poemas por parte de otras personas, se haya quedado "paralizda", sin posibilidad de poder volver a escribir nada, y hasta me haya pregundao si conozco yo la manera de recuperar la inspiración. No puedo yo aspirar -pobre de mí- a tal cosa, pero sí creo poder hilvanar -con la ayuda de algunos sabios aunque sin plagiar a ninguno- algunas reflexiones sobre la tristeza, sea lo que fuere aquello que haya sido capaz de producirla. Porque, esta sensación, o sentimiento anímico o, como escribe Sigmund Freud, "desazón dolida", por dolorosa, añadiría yo humildemente y -según el criterio o perpespectiva desde los que haya de ser enjuiciada- hasta vicio moral, es algo especialmente complejo, cuyo concepto ha ido dando vaivenes, balanceos sucesivos, hasta experimentar a lo largo del tiempo, no sólo cierta evolución, sino contradicciones notorias. Pero, no hay que alarmarse, porque al final, estar triste, simplemente eso, no es ningún vicio. ¡Pobre Alicia!. Sólo le faltaba eso, que además de ver en conflicto la autoría de sus poemas, estuviese contrayendo un vicio.

Como ya he dicho, en su ensayo "Duelo y melancolía", Sigmund Freud, escribe que "la melancolía se singulariza en lo anímico por una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja en el sentimiento de sí..." Freud es un psicoanalista del siglo XIX, nacido en 1856, aunque muerto en 1939, pero, por su parte, Aldous Huxley, llevando la cuestión a la Edad Media, nos habla de la acidia, o acedia, y cuenta al respecto que los cenobitas de la Tebaida eran visitados por infinidad de seres o espíritus malignos, y que, casi todos, aparecían al caer la tarde, con la llegada de la noche. Sin embargo, uno de aquellos espíritus del mal, aparecía justamente cuando el sol se encontraba en todo lo alto, en el ardiente desierto, y por ello era llamado "daemon meridianus". Con el tiempo, este demonio, a lo largo de toda la Edad Media, pasó a ser conocidio con el nombre de "acidia" o "acedia", o "taedium cordis", extendiendo su maléfica influencia, no sólo a los monjes, sino también a los laicos. En su caminar hacia la última desesperanza, era la causa de la gastrimargia, la fornicatio, la philargyria, la cenodoxia, la ira, la superbia y... la tristitia. La tristeza, por tanto, a la que San Pablo llama "el pecado de la aflicción mundana", procedía de la acidia, que en realidad era la pereza. No todo, sin embargo, en la acidia era malo o negativo. Cuando Bodelaire, en "Les Fleurs du mal", escribe su primer poema, lo titula "La destrucción", para recordar el valor del Arte, esto es, del ideal que tenía puesto en el Arte, aunque, tentado por el demonio, se encontrase pagando el tedio y la confusión. No obstante, en esta perspectiva, en la que cabría situar a Bodelaire, la lucha contra la acidia habría producido la tristitia salutifera, que no sería otra cosa sino el luto, la tristeza, que crea la alegría.

Tal vez por ello, el filósofo español contemporáneo y coetáneo, José Antonio Marina -alguien de quien los estudiantes de Bachillerato de hoy día han oído hablar más que de Aristóteles- al recordar que, en el Catecismo tradicional, la pereza estaba considerada como uno de los siete pecados capitales y, sobre todo, al recordar la receta de entonces "contra pereza, diligencia", subraya con agudeza que, actualmente, "diligencia", significa actuar con prontitud -el propio Código Civil español constantemente pondera o exige la "diligencia" propia de un buen padre de familia- pero que, originarioamente, el término "diligencia", procede del verbo latino "diligo", que significa amar, con lo que deberíamos estar diciendo "contra pereza, amor". Los monjes de la Edad Media, sentían la tristeza, sobre todo después de comer, porque les parecía que, en aquel momento, todos los bienes espirituales carecían del menor sentido y, por ello, eran conscientes de que la "acidia" era un pecado contra el amor de Dios. Por eso, se dijo entonces, "contra pereza, diligencia". Esto es, amor.

Animo, pues, querida Alicia. Es muy posible que te pase en estos momentos algo parecido a lo que le sucedía a Bodelaire. Que te encuentres invadida de una tristitia salutifera, no porque te hayan plagiado, sino porque has descubierto el valor del arte, al ser descubierto a su vez por los que te plagian. Y por ello, en tu tristeza, debes también encontrar la alegría. Sobre todo, ten siempre presente, querida niña, que a ti te sobra amor para superar "la pereza". Espero poder leer pronto tus nuevos poemas. Un abrazo, cariño. Disfruta a continuación de los acordes de aquel insuperable genio de Bonn, de los que hoy Europa entera ha hecho su Himno. Un Himno a la Alegría. Luis Madrigal.-


lunes, 22 de septiembre de 2008

HA LLEGADO EL OTOÑO




He leído en algún lugar que el Otoño en ambos hemisferios, -o la Primavera, que cuando en uno de estos últimos discurre el primero, en el otro lo hace la segunda- no se producen astronómicamente un día fijo, a una hora exacta, y concretamente el 21 de Septiembre o de Marzo, respectivamente, a las 0,00 horas de los mismos, por lo que se refiere al hemisferio Norte. No, parece que no es así y que, por lo que respecta al Otoño en este último, en el que algunos vivimos -o malvivimos, o en el que otros individuos no nos dejan vivir, sino tan sólo estar- el inicio de esta Estación puede variar desde el 22 al 23 de este mes de Septiembre. Nada menos. Y, muchos, creyendo que el Otoño (y todas las demás Estaciones) comenzaban cada día 21, de los meses ya conocidos para cada una de ellas. Pues, nada de eso. La Astronomía es una ciencia exacta. Pero la astronomía, no es la vida, aunque digan que influye en ella. Yo creo, más bien, que nuestro futuro no está escrito en las estrellas, sino en nuestros propios actos, sean o no voluntarios y libres, lo cual ya es otro cantar. Desde luego, en la medida en que lo sean o no, seremos más o menos responsables de sus consecuencias, e incluso seremos totalmente "inocentes", aunque no nos podamos librar de ellas, si son penosas o aflictivas, de la misma manera que podremos disfrutarlas cuando son félices o lisonjeras. Pero, ni el Otoño, ni ninguna otra circunstancia estacional o climatológica, pueden determinar mi vida, aunque sí puedan condicionarla. Nada más. Ni el Otoño, o la Primavera; ni el Verano o el Invierno, son "yo". "Yo", es algo mucho más que todos ellas juntas y lo soy -lo puedo ser si lo intento- no sólo durante ellas, mientras transcurren sus días, sino al margen de ellas y hasta por encima de ellas. "Yo", es una cosa, una substancia, demasiado grande y transcedente como para depender de cualquiera de esas épocas, ni de nada, ni de nadie... De todos modos, bien venido sea este nuevo Otoño, que, con toda seguridad -espero- ya ha "entrado" en este momento en el que escribo. Me dicen que lo ha hecho hoy mismo, a las 17,44 horas, exactamente. Ni un segundo antes ni otro después. Así será. Bienvenido, sobre todo, si es para bien... Exactamente, como cada uno de los días, de los años y de los siglos en los que el ser humano ha creído conveniente o necesario "dividir" o "separar" el tiempo, ese insondable misterio que no depende de los relojes, ni de la posición de la Tierra en su recorrido orbital alrededor del Sol. Ya, en una entrada de este Blog, publicada el Miércoles, día 28 de Mayo de este mismo año, sonó -para quién quisiera escucharlo- el Primer movimiento de esa monumental obra musical que, en rigor musicológico, debe llamarse "Il cimento dell´armonia e dell´inventione", pero que todo el mundo conoce como "Las Cuatro Estaciones". Sonó entonces su Concierto número 3, dedicado precisamente al Otoño, porque esa era la Estación que entonces discurría para mis amigos argentinos., mientras que en España discurría la Primavera. Hoy, sucede exactamente al revés, y haré sonar una versión distinta del mismo Concierto, para nosotros los españoles, aunque incluya también la Primavera para ellos, que hoy la estrenan. Esos cuatro Conciertos fueron imaginados por aquel genio del Ospedale della Pietá, el cual no dijo Misa más que durante un año, el primero tras su ordenación sacerdotal, pero no por lo que pudiera suponerse, en cuanto a su vida bohemia y un tanto polivalente, ni menos aún por lo que se ha dicho de él, en relación con su gusto por las mujeres, sino por causa de una enfermedad -dicen que casi seguramente el asma- que tan sólo le permitía pasear en góndola después de la cena. ¿Ven ustedes cómo, aún padeciendo de asma, en Venecia, se puede crear una música tan excelsa, luminosa y sublime?. Decididamente, el epíritu humano no depende de ninguna circunstancia estacional. Sólo depende de ese mismo espíritu. Luis Madrigal.-

Arriba, en primer término, en honor del Otoño español, "Los borrachos" (1629), de Diego Velázquez, seguido de "Primavera austral", como homenaje a mis amigos argentinos, fotografía de Alicia María Abatilli. ¡Feliz Primavera, Alicia!




miércoles, 17 de septiembre de 2008

LA NOCHE

La noche es el periodo entre el atardecer del Sol y el amanecer del día siguiente. Las actividades humanas -o animales- que tienen lugar durante la noche, se consideran nocturnas. Y así, hay partidos de futbol, o corridas de toros, nocturnos. Como también hay serenatas. Estas, en tal momento, son muy románticas, y como bien se sabe, se denominan “saraos”. Sin embargo, la noche, no es más que un efecto de la refracción por la atmósfera de los rayos luminosos del Sol, aunque hay un momento mágico en el que aún podemos ver la luz, cuando el Sol ya se ha puesto. Es el crepúsculo vespertino, que alarga el día y acorta la noche. Pero, según esto, ¿cuándo termina el día y empieza la noche?.

Los astrofísicos, saben muy bien -y también lo saben los matemáticos- que, medido desde el Mediodía, el ocaso se caracteriza por un ángulo horario H. donde, siendo F. la latitud del lugar y D. la declinación solar, el orto ocurre en un ángulo horario – H, según la formulación:

cos(H) = -tan(F)
* tan(D)

Muy en general, por “orto” (del latín “ortus”), hay que entender lo recto o, o más bien, lo co-rrecto. Digo más bien, porque el origen de este término -“orto”- se debe a que, cuando un astro (el Sol) asoma en el horizonte, parece ascender en ángulo recto con él. Es decir, la trayectoria del astro y el horizonte son “ortogonales”, lo que, matemáticamente, equivale a “perpendiculares”. Y así ocurre también conforme a la geometría euclídea, donde “ortogonal” y “perpendicular”, según he podido entender, son términos sinónimos. Bien, pues ya saben ustedes, o ya sabéis vosotros, queridos amigos, que es preciso echar mano de la Matemática y de la Física euclídea, para saber en qué momento exacto comienza la noche, y naturalmente, dentro de una latitud determinada. La duración de la noche, se halla en razón inversa a la del día. Esto lo saben los chiquillos de corta edad, los niños de Primaria, que ahora saben mucho más (¡tiene que ser un milagro!) que los “ejecutivos” de grandes empresas y hasta que algunos Licenciados y Profesores: Cuanto más larga es la noche, más corto es el día y viceversa.

La duración del día y la noche va cambiando en el transcurso del año, siendo la duración del día de 12 horas (en todas las latitudes), en los equinoccios más de 12 horas en primavera y verano, y alcanzando el día más largo en el solsticcio de verano, donde también ocurre la noche más corta. Por el contrario el día dura menos de 12 horas en otoño e invierno, alcanzándose en el solsticcio de invierno el día más corto y la noche más larga. Este efecto se acentúa más cuanto mayor es la latitud. En el ecuador siempre duran lo mismo. Hay día o noche permanente en alguna época del año. Las regiones polares tanto del hemisferio norte como sur, se caracterizan por estar a una latitud que en valor absoluto es mayor que F = 90 - 23º 26’ = 66º 34’. Y esta es precisamente la definición de casquete polar.

Mas, en lo que se refiere al espíritu humano, o más bien a los diversos estados de ánimo en que el ser humano puede hallarse, la noche es, por antonomasia, el escenario típico de las historias de miedo, ya que suele vincularse al peligro, a los ruidos sospechosos, sobre todo, en el campo, el que producen las ramas zarandeadas por el viento, o incluso a los sonidos o ruidos más inocuos, y hasta dulces, en las noches serenas de estío; a monstruos o animales fieros y peligrosos, o a seres malvados que se ocultan tras la oscuridad. Asimismo, se dice que criaturas fantásticas como los hombres lobo y los vampiros son más poderosos por la noche. E, incluso que hay criaturas fantásticas, malvadas, de las que se dice que no soportan la luz solar. Acordaos lo que sucedía con los gremlins, en aquella película norteamericana de carácter ficto-cómico-terrorífico, dirigida por Joe Dante, que se estrenó en 1984. El argumento trata de un adolescente que recibe como regalo una extraña mascota llamada Gizmo. Gizmo es una criatura que bajo determinadas circunstancias se transforma en un pequeño monstruo muy destructivo. Justamente, cuando percibe la luz. La ficción, en este caso, se aparta doblemente de la lógica real, porque, precisamente, quienes ven la luz (“in aedificationem, non in destructionem”) encuentran la paz, el sosiego y la dulzura en su vida y, por el contrario, tienden a hundirse en la desesperación, la ira, la violencia y la destrucción quienes se hallan o caen en las tinieblas. Ello me hace pensar a mí en la famosa paradoja de Olbers, formulada por este astrónomo alemán, Heinrich Wilhelm Olbers, en 1823, y anteriormente mencionada por Johannes Kepler en 1610 y por Halley y Cheseaux en el siglo XVIII. Es la afirmación -paradójica- de que, en un universo estático e infinito, el cielo nocturno debería ser totalmente brillante sin regiones oscuras o desprovistas de luz, como de hecho sucede.

No es verdad, por ello, que en el Cristianismo, la noche esté asociada al fin de los días de los seres humanos en la tierra, con la venida de Jesucristo en busca de su Iglesia que está compuesta por todos los cristianos fieles. Eso, sucederá cuando llegue la Parusía, a plena y luminosa Luz, la más brillante de cuantas puedan darse en el Cosmos, convertido ya en Meta-Historia, porque Cristo Jesús, es precisamente eso, la Luz
-Ego sum Lux mundi- y además el Vértice de la Historia, el punto geo-metafísico en el que la realidad cósmica relativo-temporal cede el paso a la sobre-realidad metafísica y eterna. Por ello, la noche no puede compararse con el estado moral del hombre bajo la influencia de Satán, porque el Maligno no anda por el mundo sólo de noche, sino en todo momento “rugiendo como un león y pensando a quién devorar”. Pero, ya conocéis la receta. “Resistidle firmes en la Fe”. Y, a propósito de la noche, lo peor de todo en lo que a ella se refiere, o quizá lo único malo, es dejarse olvidadas las llaves en Madrid cuando uno piensa dormir en su casa del campo. ¡Menos mal que siempre uno procura estar acompañado de algún hijo de La Luz…! O de un par de ellos. Luis Madrigal.-


lunes, 15 de septiembre de 2008

Y HOY... LA EXALTACIÓN DEL DOLOR



Sólo quien ama puede sufrir y, por ello, el reverso de la medalla o, si se quiere, la consecuencia del amor, es el dolor. Y hoy celebra la Iglesia también la fiesta del Dolor sumo, del más grande dolor, el de la Virgen María al pie de la Cruz. Si ayer se conmemoró el Amor del Hijo, hoy se celebra el Dolor de la Madre, al pie de la cruz. "Stabat Mater...". La Madre Dolorosa, con los siete cuchillos que traspasaban su corazón. Hoy, se celebra la Virgen de los Dolores. Y de todas ellas, de todas las "Dolorosas" que la imaginería de todas las latitudes de la tierra ha alumbrado, yo tengo que traer hoy aquí a la que mi madre de la tierra me enseñó de niño a rezar: Nuestra Señora del Camino, Patrona del viejo Reino de León, Reina de sus Tierras y Madre de sus hijos, de todos los hijos de León. Pero también deseo reproducir, muy en síntesis, la plegaria que hace un par de años tuve el honor de pronunciar ante su imágen en la muy noble y bella Catedral de León:

"Señora y Madre nuestra: Cuando mi madre de la tierrra -la de aquí abajo- iniciaba sus tareas de la Casa, comenzaba cantando -os cantaba a Vos, Señora- con especial unción: "Oh, Virgen del Caminio, Reina y Madre del pueblo leonés, muestranos a Jesús, vivo y glorioso, que herencia nuestra es..." Yo, era entonces un niño de corta edad y no sabía que aquello era un himno, un himno de devoción y de amor. Por inexorable imperativo de la existencia humana, mi madre ya no está cerca de mí, para cuidarme en mis fatigas y dolores, en mi afilición y angustia, para poner su mano sobre mi frente dolorida, porque, desde hace ya algún tiempo -estoy seguro- ella goza de la visión beatífica entre los Bienaventurados, los que se sientan con tu Divino Hijo y por su misericordia redentora, a la derecha del Padre. Desde entonces, he caminado siempre con el nombre de León en mis labios y en mi corazón y, por ello, he entonado en mi interior más profundo, las estrofas de aquel Himno, cada vez que la inquietud, la tristeza o la angustia han llegado a mi pecho, con la seguridad de que Tú, Madre amorosa, me librarías de tan aflictivas convulsiones del ánimo. Porque, además de "Reina de sus Tierras", León te llama "Madre de sus hijos". ¡Acoge, pues, Señora, con la misma dulzura que a mí, protege y cobija bajo tu manto maternal, a todos y cada uno de cuantos leoneses se hallan dispersos a lo largo y ancho del mundo! ¡Ayúdalos, sin distinción ni discriminación de ningún tipo, porque, aunque algunos de ellos no lo sepan o no lo quieran ser, todos son Hijos tuyos...! ¡Líbralos, pues, de toda dificultad, de toda tribulación, de toda angustia, o dales el consuelo y la paz...!

Protege y guarda también, Señora, a cuantos pisan cada día el suelo de León y respiran el oxígeno puro de esta bimilenaria y romana Ciudad, Capital de su Viejo Reino, y en particular a quienes se apiñan en torno a los viejos Pendones y Pendonetas, en los que el verde, el dorado, el blanco y el magenta, se mezclan y armonizan, en concertante sinfonía de color y, sobre todo, de amor y devoción. Este pueblo viejo, recio, duro, extremasamente frío en el invierno, pero cálido en su aliento espiritual, Contructor de Castilla, y por tanto de España, se siente henchido de emoción y de fervor, cada vez que bajáis hasta este lugar sagrado desde vuestro Alcazar. La última vez, por cierto, con ocasión del V Centenario de vuestra Aparición en 1505, "para bien de esta tierra", a aquel pastor de Velilla de la Reina, llamado Alvar Simón Fernández. Aquella honda y aquella piedra por ella disparada, ha llegado a formar una montaña, de oración, de íntima contemplación, de adoración... y, si no de fogosidad y vehemencia, impropias de estas tierras, sí de recogimiento y de piedad, nacidas del corazón austero de los cristianos leoneses.

Se ha dicho -es un refrán- que no sólo por Castilla, sino también por León, halló Don Cristobal Colón las tierras americanas del Nuevo Mundo. Acoge también, Señora, y bendice, a las Ciudades hermanas y homónimas de León de Méjico y León de Nicaragua, a las que nuestros misioneros y evangelizadores llevaron con arrojo y desprecio de sus vidas, la semilla de la fe. ...

... Señora, sois una Virgen Dolorosa, una Madre transida de dolor... Te encontraste en la Calle de la Amargura, frenter a frente con tu Hijo, cargado con la pesada y cruenta cruz, camino de su ominosa Muerte, y tus ojos se cruzaron con los suyos, en los que se dibujaba el dolor y la angustia. Ayúdanos, Señora, y alcánzanos la gracia de cruzar también nuestra mirada con la de todos aquellos que sufren... María del Camino: Esta tarde, aquí, yo te acepto como mi Madre y renuevo, ante tu Dolor, la firme promesa de consolarte en todos los afligidos del mundo, cualquiera sea su naturaleza, raza, color, creencia o condición... Madre del Cielo, angustiada en la Tierra por el Dolor, no sufras más, porque ese Hijo muerto en tus brazos, ha resucitado, y su Resurrección, será la nuestra. Por el contrario, ven, feliz, a caminar con nosotros, que te cantamos y animamos a la alegría:

Regina caeli, laetare, alleluia,
quia quem meruisti portare, alleluia,
resurrexit sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobi Deum, alleluia.


(Síntesis de la Plegaria pronunciada el Día Primero de la Novena a la Santísima Virgen del Camino, en la S.I. Catedral de León, en Septiembre de 2006)

***

HIMNO A LA VIRGEN DEL CAMINO
PATRONA DE LA DIÓCESIS Y DE LA CIUDAD
Y DEL VIEJO REINO DE LEÓN

Compuesto con ocasión de su Coronación Canónica,
el día 19 de Octubre de 1930


¡Oh Virgen del Camino!, Reina y Madre
del pueblo leonés!
Muéstranos a Jesús vivo y glorioso
que herencia nuestra es,
que herencia nuestra es.

ESTROFAS

Reina, León te llama de sus tierras
y su dulzura, si tu amor implora,
su vida cuando dice que te quiere
y su esperanza, cuando gime y llora.
Su vida, cuando dice que te quiere,
y su esperanza,m cuando gime y llora.

Madre, León te llama de sus hijos,
y viene a Ti sus hijos a ofrecerte
y vuelve a Ti, contigo a consolarte,
cuando a tus brazos los llevó la muerte.

Grande es tu amor, oh Virgen del Camino.
Y el alma leonesa en él se baña,
y dio por ese amor en santas luchas
triunfos y glorias a la Madre España.

Reina inmortal, oh Madre de clemencia.
Bendícenos, bendice a nuestros Reyes,
bendice a nuestra Patria, que es tu herencia.

Y de tu amor las cálidas ternuras,
que tu alto origen divinal pregonan,
más dulces sean hoy para tus hijos,
los hijos de León, que hoy te coronan.

Arriba, imágen de Ntra. Sra. del Camino, de autor y época desconocidos, que se venera en su Santuario, a 6 kms. de la Ciudad de León, Coronada canónicamente por S.M. el Rey Don Alfonso XIII, el día 19 de Octubre de 1930.


domingo, 14 de septiembre de 2008

HOY, ES LA EXALTACIÓN DEL AMOR


Es bien sabido que hoy, 14 de Septiembre, celebra la Iglesia Católica la festividad de la Exaltación de la Cruz. También en otra fecha señalada, el 3 de Mayo, se celebra la Invención de la Cruz, que aún es mucho más antigua, apareciendo en España en todos los calendarios y fuentes litúrgicos mozárabes. La primera de ambas fiestas, la de hoy, celebra la dedicación de las basílicas de Jerusalén y es de origen oriental, sin que pasara al Occidente cristiano hasta finales del siglo VII a través de rito romano. Por su parte, en la Invención de la Santa Cruz -la Cruz de Mayo- se conmemora el hallazgo por parte de Santa Elena, la madre del Emperador Constantino El Grande, de la verdadera Cruz de Cristo. Elena, fue enviada por su propio hijo a Jerusalén con el fin de encontrarla, para desentrañar aquellas misteriosas palabras -"In hoc signo vincis"- que le dieron la victoria sobre Majencio sobre el Puente Milvio en el año 312.

Pero, en ambos casos, tanto cuando se celebra la Invención, como hoy la Exaltación de La Cruz, debería decirse y hablarse, más bien, de la Invención o de la Exaltación del Amor. Se dice también frecuentemente, que la Cruz, es la que nos salva, pero no es esto exacto. Lo que nos salva es el Amor. La cruz, el madero, el leño, no salva a nadie, lo que salva a todos es el Amor de quien se entregó a la muerte. Cuando se ama, de verdad, todo se supera, hasta el dolor más crudo. Aunque pueda parecer irresistible, se resiste todo, en aras del amor. Porque amar de verdad es entregarse por completo al ser amado, darle todo cuanto uno es y tiene, sin pedir ni esperar siquiera recompensa alguna. El amor es absolutamente gratuito, se dá de valde. Y amó tanto Dios al mundo, que envió a su Hijo para que recibiera la muerte y.. "una muerte de cruz". Esto es lo que habría que entender hoy de la manera más profunda. Porque lo más esencial, la entraña más viva del cristianismo, no es la muerte, ni tampoco la inmortalidad, sino la Resurrección. La de Cristo Jesús, esperanza única de nuestra propia resurrección, no en "el Valle de Josafat", entre la trompetería apocalíptica, sino en el último día de nuestro contacto personal con el Señor, que por amarnos a todos -a todo hombre, hasta a quiénes le rechazan o maldicen- murió en una Cruz. Y eso es lo que hoy debemos exaltar, no el medio sino el fin, el Amor que le llevó a ella, tan sólo por eso, por Amor. ¡Ya tenía que ser grande e infinito...! Luis Madrigal.-

sábado, 13 de septiembre de 2008

¿UN REY, VESTIDO DE ROCIERA?


No había entonces, y sin duda no hay ahora también, más que comprar determinados periódicos, para saber qué podría y puede leerse. Y sobre todo, no hay más que leerlos para comprobar la enfermiza obsesión que aquejaba y aqueja a algunos de los que "escriben" en ellos. Porque, más que escribir, escupen. En general, suelen hacerlo contra el Romano Pontífice, "la patronal", Los Estados Unidos de América, "la derecha capitalista", el PP y sus dobermans, el Santo Rosario, las monjitas de Santa Clara y contra cuanto -en el más amplio sentido- se aparta o resulta contrario a la sociedad de progreso. Dentro de tal abstracción, conceptualmente nada nítida y por tanto escasamente inteligible, tan sólo cabe albergar, por lo que parece, las más despreciables muestras de grosería, ordinariez y asilvestramiento. Y por supuesto, sobre todo, de odio. De un odio atrabiliario, singularmente cultivado por "lo que pasó", sin que nunca transcurra tiempo suficiente para olvidarlo, con sus atrocidades y sus situaciones de innegable injusticia y barbarie, porque de esto habría mucho que hablar, cualquiera sea la posición o la perspectiva desde la que el espectador, serenamente, desee observar la Historia. Para estas mentes, el tiempo no pasa. No llega nunca la hora del sosiego, de la mano tendida a quiénes en el pasado y en otras circunstancias muy distintas, fueron, con toda razón o hasta sin ella, implacables enemigos. Y..., ¡hala!, tomando el rábano por las hojas, allá va el escupitajo, envuelto en la más negra bilis.

Si he de ser rigurosamente sincero conmigo mismo, he de admitir la certeza más objetiva de lo que acabo de decir, esto es, que quizá yo mismo también formo parte,
sensu contrario, de ese odioso grupo de "recalcitrantes" tardíos, aunque también debo decir que, en este caso, me ampara la eximente de no haber tenido de un modo coetáneo oportunidad alguna de replicar a lo que, hace ya algunos años, escribió un 31 de Enero, en el dominical del órgano de expresión predilecto de los de su misma clase y condición, una de sus más consumadas especialistas en toda clase de productos hepáticos, la señora o señorita Maruja Torres, esa mujer tan fea y desagradable. Su especialidad alcanzó en aquella ocasión especial virulencia, porque se trataba de escupir contra los militares, contra "todos en general" -no fuera a enfadarse aún por entonces el dios Marte hispano- es decir con el "salvoconducto" de no constreñir el insulto "a los militares españoles". Muy valiente ella. Pues bien, según su criterio, el estamento castrense goza de privilegios y prerrogativas injustificables, en "una especie de limbo privilegiado", salvo pretexto de "salvar a la patria", mostrando su terrorífica tendencia a "sobrepasarse en el uso de la autoridad" para "tener siempre a la población civil bajo sospecha" y terminar por "autoproclamarse impunes".

La "obertura" de este trepidante recital, procedía de un arrebato de evocación operística. Nada menos que en alusión expresa y directa a Lorenzo da Ponte, el libretista de Mozart en "Cosi fan tutte", y desde luego únicamente para que el lector pudiera enterarse de la inmensa cultura musical de la gacetillera. Lo demás era falso, o sea que da Ponte no tenía ni idea al respecto. Si la "bella vita militar" es tan buena para las gentes de uniforme, ello no se debe al "Ogni di si cangia loco" del coro, en el acto primero, que quedaría reducido meramente al ámbito "turístico", sino a las oprobiosas razones ya indicadas: Abuso de autoridad, civiles bajo la bota y, sobre todo, autoproclamación de impunidad. Para eso, sólo por eso, siguen todos los militares su vocación de tales y por esas únicas razones su vida es tan buena, próspera y gozosa. Esto era, más o menos literalmente, lo que entonces decía la citada señora. Para aborrecer más, más sañudamente, a la familia militar, había que intentar además ridiculizarla, con evidente y palmario animus injuriandi. Y por ello, fruto de esta maligna intención, tan deliberadamente residente en las asaduras, nada podía extrañar el exabrupto con el que seguidamente obsequiaba a "la basca castrense mundial", siempre cargada de "atavíos, penachos y medallicas..." En resumidas cuentas, de "mariconadas". Pero, la cosa no terminaba ahí. Sólo comenzaba. Por si fuera poco, había que añadir que "los militares, con los collares, comparten con los curas y sus faldas su impunidad (la más leve) para lucir esplendidos disfrazados de locazas sin necesidad de ir a Río de Janeiro". ¿Lo ven? Ya están casi todos. Los militares y los curas. Por el momento, se van librando del escupitajo las monjitas, el PP con sus dobermans y -sólo relativamente- el "Séptimo de Caballería", en su advocación específicamente yanqui. Y, por otra parte, parece ser que todos los militares, no sólo se adornan con "mariconadas", sino que son unas "locazas". ¿Pero, no quedábamos en que los maricones, las lesbianas y otras especies similares son algo maravilloso, llenos de sensibilidad e infinidad de valores, en esa Arcadia bucólica y feliz del progreso?. Excepto, parece ser, cuando conviene utilizar sus símbolos, distintivos, o señas formales de identidad, condición o tendencia sexual, para injuriar a los militares. El símil propuesto, me hizo recordar la agudeza de aquel moreno y simpático jugador de baloncesto, sorprendido de que, en un país tan demócrata, liberal, antixenófobo y antirracista como España, los hinchas del equipo rival -cuando jugaban en campo contrario- llamasen hijos de puta a sus compañeros y a él le llamasen negro. Para esta mujerona "juntaletras", pasaba algo parecido: Los maricones son maravillosos, pero los militares son unos maricones.

Además del primer "rábano" -musical y erudito- había un segundo, que venía a ser el fondo del asunto, el
leiv motiv, lo que impelía a la columnista a tan hondas reflexiones sobre la institución militar. Se trataba de una fotografía que ella había visto en Internet, en la que aparecía el General Augusto Pinochet, que "salvó a su patria del comunismo", ya que "no iba a fusilar a la patronal..." ¿Se dan ustedes cuenta?. Ya están practicamente todos. Sólo faltan las monjitas. El rábano, se toma por las hojas de Pinochet, no por las del "padrecito" Lenin, o el camarada Stalin, que, en vez de salvar a su patria de la lacra del comunismo, lo inventaron e impusieron a medio mundo tan "democrática" e "incruentamente", y que no fueron nunca militares, pero sí cosas atrozmente distintas. Ni tampoco por otras "hojas", las del asesino "Comandante" Fidel Castro, que por aquel entonces aún se vestía, sin serlo, de militar, sin "medallicas", pero con pistolón al cinto. Gente como esta desvergonzada gacetillera, hay mucha, pero toda ella es tuerta -del ojo izquierdo- y sólamente ve medio campo, además con cierto retraso, aunque en realidad, más que con su único ojo, lo ve todo con el hígado.

El dictador chileno, resultaba más dictador, más asesino, más peligroso y más dado al "choteo". Quizá, sólo por eso,
"a su lado, María del Monte vestida de rociera es una minimalista". Lo más grave era que la foto del General, en semejante guisa romera, aparecía en Internet ocupando la mitad de una postal al lado de la del Rey de España, que ocupaba la otra mitad, lo que, a juicio de la citada "Maruja", debería haber propiciado alguna inmediata y enérgica actuación de "Zarzuela". Cuando así se instaba, era de suponer que S.M. el Rey Don Juan Carlos I, aparecería con el atuendo propio de cualquier honorable ciudadano (como los notarios, los carpinteros o los otorrinolaringólogos) y no vistiendo el ridículo uniforme de Capitan General, en su calidad de Comandante en Jefe de las Reales Fuerzas Armadas que le atribuye el artículo 62, h) de la Constitución Española. Y también hay que suponer que, de entre esos "collaricos", con los que los militares se disfrazan de "locazas", no se habría elegido para la ocasión el Toisón de Oro, ese collar propio de la realeza española, tanto de los Habsburgo como de los Borbones. De lo contrario, las enérgicas protestas del Palacio de la Zarzuela, por lo que excluivamente se refiere a la vestimenta, se verían notablemente debilitadas hasta el punto de resultar ridículas, toda vez que, según la particular, miope y tuerta visión de esa desvergonzada mujerona, los españoles tendríamos un Rey "maximalistamente" vestido de rociera. Luis Madrigal (Alferez de Complemento del Arma de Infantería).-

A la memoria de mi hermano Froilán, que lucho heróicamente contra el marxismo-leninismo en el Frente de Matallana (León) y en la victoriosa Batalla del Ebro, y de mi suegro, don José Ortiz Morales, músico militar.

Y, como muestra de desagravio, a mi amigo y cuñado, Manuel Ortiz Durán, Coronel del Arma de Aviación.

Arriba, excelente pintura de S.M. el Rey de España, luciendo el uniforme de gala de Capitán General y Comandante en Jefe de las Reales Fuerzas Armadas.


lunes, 8 de septiembre de 2008

DEGRADACIÓN DE "LOS POLÍTICOS"

Se ha dicho -y lo han dicho verdaderos grandes hombres- que cada pueblo tiene los políticos y los gobernantes que merece. Por mi parte, humildemente, cada vez estoy más convencido de que tal aserto constituye una rigurosa y exacta realidad. Y, si ustedes quieren que les diga, sinceramente, lo que de verdad considero al ratificar tal opinión, es que, al hacerlo, pienso de manera muy especial en España, y más aún que en los propios políticos, en el torpe, insensible y espeso electorado español. Y hay más, me refiero también justamente a los tiempos que corren, y no a cualesquiera otros de los pasados. No es posible, en orden a un verdadero "progreso" -entendiendo por tal el perfeccionamiento sistemático y coherente de las instituciones sociales, culturales y políticas, y con ello el bienestar y felicidad humanas- proseguir el camino hacia "la Ciudad terrena" en armonía y concordia, pero también en aceptable desarrollo y bienestar, con las degradadas especies y sub-especies de políticos "profesionales" que, desde hace ya décadas, invaden e infectan el área y ámbitos especificamente propios de tal noble actividad y función social. Porque, se ha dicho y repetido por "los periodistas" -esa otra especie que les va a la zaga en mediocridad y bajo coeficiente, intelectual y mental- que "los políticos merecen el mayor respeto, en lugar de la crítica por sistema, en virtud de su alto cometido".

Y efectivamente sería así, si, en primer lugar, la Política, la que Aristóteles escribía con mayúscula, fuese la sede propia de los mejores, los aristoi, dotados de la capacidad intelectual mínimamente necesaria y de los consiguientes saberes y, por otra parte, además, si quienes a ella se entregasen tuvieran en la mente y en el espíritu la idea y el carácter de bien mayor que el ser humano puede proseguir, similar al de una vocación sacerdotal. El bien del "todo", el general de la Ciudad, al que incluso la Ética -también con mayúscula- está subordinada, por perseguir esta última estrictamente el bien particular de cada individuo. Si "la política" fuese aristotélica, ya lo creo que ser político no resultaría axiológicamente inferior a ser médico o sacerdote, sino incluso muy superior. Y ello sucedió más o menos así, e indudablemente con sus correspondientes altibajos, nada menos que desde Aristóteles a Maquiavelo. Durante tan largo período (1.803 años, contando desde el nacimiento, o 1.879, desde la muerte respectivamente de uno y otro) la Política, muy en general, fué un bien intrínseco, en sí mismo, y en consecuencia la más noble actividad que cabe emprender por el ser humano, y siempre a cargo, habitualmente, de los mejores. Pero Maquiavelo, situó el centro de gravedad de la política -ya desde entonces con minúscula- en el poder, como simple y mero hecho, porque tan sólo el poder "puede" y, más aun que “poder”, aplasta a todos los que no lo tienen, por lo que sólo desde él, desde el hecho del poder es posible influir favorablemente en bien de la sociedad. Esto es verdad y, en teoría, podría resultar válido. Pero, cuando el poder recae en un malvado o en un perfecto imbécil de solemnidad, el deterioro y hasta la destrucción social están garantizados. La posibilidad de que se cumpla la primera de estas circunstancias, es muy escasa y, podríamos decir, que, en los tiempos modernos, tan sólo en contados casos ha sucedido (Stalin, Hitler, Mussolini y, hasta si alguien quiere… Franco, no vaya nadie a reventar de cólera). Sin embargo, que el poder se vaya a las manos de cualquier inútil, resulta ya mucho más frecuente, tanto colectiva como en particular individualmente. Y, puestos a elegir entre ambas calamitosas posibilidades, personalmente a mí me parece preferible la primera a la segunda. Todo -cualquier cosa- siempre mejor que un tonto, porque un canalla puede causar algún mal, o muchos y muy grandes, pero si posee algún talento, aunque sólo sea por su propia estima o vanidad, comunicará algunos o hasta grandes bienes, pero un estúpido, repleto ya a priori de mucho mayor engolamiento, ante la propia sorpresa por lo que le ha caído "milagrosamente" encima, sin explicación posible para nadie, ni siquiera para sí mismo, es seguro que tratando de hacer alguna gracia, te meterá el dedo en un ojo y te lo sacará.

Es posible que estas cosas tan tremendas y peligrosas hayan sucedido, o estén sucediendo ahora mismo, en muchas más latitudes del planeta, o si se quiere, alternativamente, en todas ellas, pero el caso actual de España es, no sólo irritante y sumamente peligroso, sino especialmente repugnante. Repugna a los propios sentidos corporales, no ya tan sólo a la razón. Tan abultada y desproporcionada dosis de mediocridad, incapacidad, inutilidad, vulgaridad, insolencia, grosería, mal gusto y, sobre todo, especial peligro de hundir un país, en mi estimación personal, jamás habían concurrido entre los "políticos" españoles, ni aún, por supuesto, durante aquellos catastróficos 14 años socialistas que, finalmente, estuvieron a punto de causar la ruina total. No es de extrañar, pues, que los periódicos libres e imparciales, comiencen ya a hablar de "España en números rojos", "deficit en el INEN" y acusado riesgo en la propia Caja de la Seguridad Social. Parece ser que no fue suficiente aquella situación de quiebra en la que se encontraba el sistema, cuando por fin en 1996, comenzaron a enderezarse las cosas. No lo digo yo. Lo dice la gente por doquier y lo publican los periódicos. El fenómeno, ya es viejo en cierto modo. Comienza justamente cuando se rebelan las masas y los peores, que son muchos más que los mejores, quieren a todo trance ocupar el lugar de éstos. El proceso, a su vez, se inicia dentro de los propios grupos políticos, casi siempre "a navajazos", con la concurrencia de toda clase de bajezas y felonías entre los de "la propia sangre", y es allí donde primero se produce el torpe desplazamiento en favor de la mediocridad. Después, entra en juego el sistema electoral, el modo de elegir a quienes han de gobernar y, entonces, el riesgo toma ya cuerpo de catátrofe. Entre los que elijen, a su vez, son muchos más, muchísimos más, los peores, los analfabetos, los desintruidos o de ínfimo nivel de instrucción mínima o elemental, que los rectamente instruidos, formados, cultos, responsables y conscientes de los efectos del "papelito" que depositan en las urnas. En consecuencia, los peores, que son más, eligen a los peores, que también son muchos más, aparte de quienes siempre, aunque pasen mil años, eligirán con las vísceras, saturadas de resquemor histórico y de odio. Y el resultado es este: El que ustedes mismos -los que piensan, en lugar de embestir- están contemplando en este asqueroso y arriesgado momento. Luis Madrigal.-



Arriba, una mujer, quizá figura máxima de la estupidez, incultura e ineptitud política, algo así como una vaca, o algún otro ser semoviente- aún más quizá de lo que al fondo puede observarse, junto a S.M. la Reina de España- con toda seguridad "promete" un extraño cargo, el de "Ministra" de Igualdad. Por supuesto, igualdad entre miembros y "miembras" o, como dijo en el propio Parlamento otro insolente harapiento intelectual, con el deliberado fin de "sostenella y no enmendalla", persistiendo y haciendo gala de su apocalíptico analbafetismo, Señorías y "Señoríos". ¡Qué asco!


HOY ES COVADONGA



La Virgen de Covadonga es la Patrona de Asturias -aunque presida el nacimiento de España- donde es conocida popularmente como "la Santina". El nombre de covadonga significa "cueva del agua", pero también persiste la idea de que pueda significar "cueva de la Señora". Parece ser que ya era un lugar sagrado para los habitantes paganos de Asturias, a quienes admiraba el chorro de la fuente que allí cae desde las entrañas de la montaña. El río Auseva aparece debajo de la cueva, para desparecer después en las simas de Orandi. En los relatos de la Batalla de Covadonga, se alude a ciertos fenómenos que colaboraron en la victoria de los cristianos: Una tormenta y un desprendimiento de rocas, que cayeron sobre los musulmanes en fuga. Estos hechos fueron atribuidos por los cristianos a la protección de "la Virgen de la Cueva", y quizá de ahí venga el canto infantil: "que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva"..., llevado a la zarzuela "El año pasado por agua", de Chueca y Valverde, relativa al lluvioso año 1888. Arriba, junto al famoso chorro, puede verse una imagen de S.S. Juan Pablo II rezando ante la Santina, el día 21 de Agosto de 1989. ¡Feliz Fiesta a los hermanos de Asturias y a todos los españoles, con ocasión del MCCLXXXVI aniversario de su nacimiento como Nación!. Luis Madrigal.-

sábado, 6 de septiembre de 2008

PRONTO SERÁ COVADONGA



Pasado mañana, efectivamente, será Covandoga. Es decir, Nuestra Señora de Covadonga, que es casi como decir Nuestra Señora de España. La "Santina", no sólo es la virgen pequeña y galana que tiene agua en su cueva, para que la niña que la beba se case dentro del año. Esto, es poca cosa. Covadonga es ante todo la heróica Cueva en la que nació España. Ya se sabe: "Honor a la Reina de nuestras montañas, que tiene por trono la cuna de España". Bueno, en realidad, España ya había nacido, como mínimo casi tres siglos antes, e incluso más si la llamamos Hispania, y más aún si la llamamos Keltiqué. No hay más que leer a aquella lumbrera que se llamó Isidoro, Obispo De Sevilla, en su canto a la Sacra Hispania, que siguió llamándose así, y no Gotia, al revés que Francia, que se llama eso -Francia- (de lo que deriva lo de "franchutes") y no Galia, apartándose con ello de la romanidad, como en tantas otras cosas. España, no. España se llama como la llamó la Madre Roma. Y es también sabido que en el año 711, unas fieras con turbante, que hoy se pasean impunemente por nuestras calles con largas vestimentas y la cabeza tapada hasta las cejas, invadieron el Reino visigodo de Hispania. En tal sentido, Covadonga es, ante todo, la Cueva, en la que no caben hoy, ni hubiesen cabido entonces, más de 200 personas, pero en la que Pelayo, primo hermano de Rodrigo, el último Rey visigodo de Hispania, tomando dos ramas de roble, formó una Cruz, con lo que hizo llover dardos y piedras sobre el poderoso ejército musulmán enviado por Córdoba, hasta conseguir una rotunda victoria sobre aquellos salvajes, instaurando con ello la Reconquista de España. ¡Casi ocho siglos costó a nuestros gloriosos antepasados enviarlos al África...! Y ahora pretenden volver a re-invadir España, si es que no lo han conseguido ya por completo. ¿Será necesario de nuevo comenzar otra vez desde Covadonga? Muy cerca de allí -en las cercanías de Pravia- puede leerse una pintada que literalmente dice: "¡Leña al moro!". Y desde luego, yo no soy el autor de la pintada. Luis Madrigal.-

viernes, 5 de septiembre de 2008

EL LIMBO




Bien sé yo, según creo, que su Santidad el Papa -Juan Pablo II, de entrañable memoria- dijo en su día algo acerca del Limbo, aunque ni lo sé muy bien, ni cuándo lo dijo, ni sobre todo qué es lo que dijo exactamente. Y la ocasión tampoco merece la búsqueda de la declaración o documento pontificio correspondiente al respecto. En síntesis -desde luego muy vulgar e iletrada- lo que el populacho dice que el Papa dijo es que el Limbo ya no existe. El subrayado es mío, porque si no existe ahora es que nunca ha existido, o no existió jamás, y, en esto, prescindo no sólo de la documentación vaticana sino, particularmente de la doctrina de San Agustín y del Concilio de Cartago, asi como de las cuestiones 2 y 89 (Prima secundæ) de la Summa Theologiæ. Lo que sí sé muy bien es que tal “sitio” -y ni siquiera tal posible estado- nunca ha sido admitido como cuestión de fe por la doctrina de la Iglesia, sino tan sólo imaginado y propuesto por los teólogos medievales, muy a pesar por cierto del propio Santo Tomás de Aquino y, tal vez, tan sólo en virtud -lo que es bien triste- de la descripción literaria efectuada por Dante Alighieri en la Divina Comedia. También sé que la cuestión se halla sometida, o lo ha estado, al estudio de una Comisión presidida por el Arzobispo William Joseph Levada, actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de La Fe, en cuya función sustituyó al anterior Cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI. Pero, las conclusiones, en ningún caso -supongo- podrán superar u olvidar el hecho de que, en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, en absoluto se menciona la existencia del referido lugar, ni tampoco de tal estado.


Sin embargo, en lo que se refiere a la mundana concepción y tendencia a hallarse alguien en tal sitio, o de suponer que se halla, se habría equivocado totalmente el Papa, Santo Tomás y cuantos otras posibles personas, de cualquier género, especie y condición, pudieran o pudieren afirmar dicha inexistencia. El limbo, verdaderamente, existe, ya lo creo, y es ciertamente un sitio, un lugar, aunque también amenace, en ocasiones, con convertirse en un estado, en lo que al ánimo se refiere. Este lugar, se haya situado en Las Navas del Marqués, provincia de Ávila, particular y muy especialmente en el Barrio de la Estación de esta bella, paisajística y sana localidad, aunque algunos distinguidos miembros de una moribunda asociación cívica, fundamentalmente creada para organizar horribles verbenas de verano, plantearon en cierta ocasión un encendido debate interno a fin de que no se llamara “barrio”, sino “colonia”; Colonia de la Estación, en vez de Barrio se la Estación. Debía parecerles más distinguido, aunque con evidente error a mi juicio, lo de Colonia, que lo de Barrio. Craso error, en efecto -además del gramaticalmente cometido por dicha asociación ciudadana en la imposición de nombre a las calles del lugar, en lo relativo a la inclusión o exclusión previa de la preposición propia “de”, lo que resulta verdaderamente gracioso y digno de observar- porque toda colonia, implica y requiere una metrópoli y, en consecuencia, conduce a la idea de subordinación y dependencia, lo que resulta antitético a lo muy secundariamente pretendido en los fines fundacionales (independizarse del Ayuntamiento competente y legalmente responsable de la prestación de los servicios públicos mínimos, que jamás presta ni ha prestado), porque, como ya he dicho, la principal y prácticamente exclusiva finalidad son, o eran, la de organizar verbenas de verano, ya muy de capa caída, gracias a Dios.


En el Barrio de la Estación, o en la Colonia (muy impropiamente, porque, que yo sepa, allí no hay ningún colono), no siempre se está en el limbo. De ser así, yo jamás hubiese permanecido en tal lugar, que me gusta mucho y al que quiero sinceramente. El efecto “limbático”, se produce tan sólo cada 31 de Agosto, más o menos sobre la siete de la tarde, cuando se apaga el último claxon de los automóviles que, como si se tratase de un efecto meteorológico, “salen pitando” rumbo a Madrid, casi disputándose la carretera para llegar primero, y con la particularidad de no iniciar tampoco nunca la salida antes de la citada hora. Es en este momento cuando mi ilustre amigo don Carlos Suárez, y algunos otros, se sienten plenamente felices. Sin embrago, cuando, además de 31, es Domingo, como este año, se produce automáticamente el mencionado efecto de manera muy singular y hasta estremecedora. Desaparece en unos segundos todo bicho viviente, y nunca mejor empleado lo de “bicho”, porque los asquerosos ladridos de los perros cesan también en ese momento, y ello se produce sin duda porque sus asquerosos amos se los llevan consigo para que, en lo sucesivo y hasta el año próximo, ladren durante toda la noche en Madrid y, así, no dejen dormir a los madrileños de sus respectivos barrios o colonias. También desparecen las motos, los “quards” y todos los demás instrumentos de ruido, para tormento de pacíficos ciudadanos que no se meten con nadie, y con ellos los niñatos maleducados que los utilizan, ricos o pobres, pero casi todos ellos con madera de futuros delincuentes urbanos, que bien merecerían la atención del Juez Calatayud, aunque por mi parte les pondría a picar en la vía del tren, que se encuentra muy cercana.


Pero, al producirse el efecto de referencia, y encontrarse uno verdaderamente en el limbo, se incrementa mucho más el instinto vital de supervivencia y creatividad, según me parece a título de “legítima defensa” para no sumirse en la nada más absoluta, esto es, en el nihilismo . Así lo he experimentado yo mismo, no hace aún muchos días. Visto que me encontraba de pronto en el limbo, traté de emular a Lope de Vega (y desde luego no voy a molestarme ahora en buscar la cita, porque ya dije en otra ocación que me hecho mayor) cuando narra todas las cosas que hizo en pocas horas, entre las que incluye el haber escrito un par de comedias y haber regado el jardín. Yo tuve que limitarme a algo mucho más modesto, vulgar y ruin, aunque muy digno y necesario al mismo tiempo: Limpiar mi casa, de uno a otro confín, poner un par de lavadoras, el lavaplatos, tender la ropa, recogerla y doblara simplemente, porque a lo que me niego rotundamente es a planchar… Pero también, como Lope, regué el Jardín y, aunque no sé escribir comedias, y menos aún hasta dos en poco tiempo, sí escribí un soneto. Este que humildemente les ofrezco a continuación. Y esta vez, no se lo he pedido prestado a mi buen amigo Alphonso Carbajal. Lo he escrito yo mismo. Vean ustedes, queridos amigos, y ya me dirán, aunque, como casi siempre nadie me diga nada. Ahí va el soneto:


SOLEDAD EN EL LIMBO


Los otros, ya no están... Sólo la brisa

de una tarde de estío, sin acento.

Sólo soy yo. Cesó el acogimiento

y no clamo, ni quiero más premisa.


No pregunto, ni busco... No hay pesquisa

que traiga un nuevo canto soñoliento.

Ni un nuevo andar, sereno e incruento

que calme el alma y bese la sonrisa.


Sólo quiero vivir verdad certera

que valga por sí misma, sin conflicto;

que viva por sí sola, dentro y fuera.


Sin que nadie establezca un veredicto,

con atávica ira por bandera.

Y aunque el limbo me acose... siempre invicto.


Luis MADRIGAL

Las Navas (Barrio-Colonia de la Estación), 31 de Agosto de 2008

A las Siete de la Tarde, en un inmenso Limbo de Silencio


Arriba, "Descendent into Limbo", de Andrea Mantegna (1430-1506), subastado en Sotheby´s, de Nueva York, EL 29 de Noviembre de 2005. Abajo andenes de la Estación de Ferrocarril de Las Navas del Marqués, mucho más altos (1.221,1 m. de altitud), por lo que es preciso ascender más que descender, pero mucho más perfecto limbo cada 31 de Agosto. ¡Por favor, veraneantes de reglamento y domingueros en activo, no seais tan crueles!