miércoles, 8 de mayo de 2013

DOS SONETOS DE DESPEDIDA



En el siglo XIV, el florentino Dante Alighieri compone para su amada Beatrice Portinari, los más bellos sonetos de amor. Porque eso es, inicial y esencialmente el Soneto, un canto de amor y, al mismo tiempo, la estructura poética especialmente adecuada para expresar el sentimiento amoroso. Años después, también lo hizo, tal vez con mayor sublime delicadeza, el poeta de Arezzo, Francesco Petrarca, quien cantó con embeleso, como objeto de un ideal superior y muy espiritual, a Laura de Noves, o de Sade, de quien se enamoró, estando ella casada, un Viernes Santo del año 1327, concretamente un 6 de Abril, dedicando a este amor imposible, seguramente sin ella saberlo, casi toda la primera parte de su "Canzoniere" y, entre otras composiciones, 317 sonetos de amor. Por eso, a mí me apena, e incluso me irrita tanto, ver utilizado el Soneto por pésimos versificadores de un modo irreverentemente jocoso, utilitario o insulsamente descriptivo. Para esos fines, hay otros muchos tipos de estrofa, pero sólamente el fuego puede arder, como sólo crepitar pueden las llamas que produce. Utilizar el Soneto a los más torpes fines, ya indicados, aparte asimismo la vaciedad y el prosaísmo que implica, me parece una verdadera profanación. Aunque también sea cierto que, no sólo el dulce amor, sino también su más negro sentimiento antípoda, el odio; o el lacerante dolor, la tristeza o la soledad, pueden ser asimismo objeto de esta magna estrofa. Pero, en ningún caso, parece simplemente decente llegar al epigrama, cuando no al astracán. Eso no, por favor. Para eso, lo mejor son los ripios que siempre resultan muy graciosos.

Yo auguro hoy que, muy posiblemente, nunca más volveré a escribir ningún soneto de amor, sin que tenga tampoco la esperanza de que algún día puedan ver la luz algunos de los que he escrito, pero me pide el sentimiento dejar, también hoy, aquí, para deleite de quienes aman la belleza de este tipo tan sensible de estrofa, dos de los Sonetos antes aludidos. Uno, de Dante Alighieri, dedicado a Beatrice Portinari, y otro de Francesco Petrarca, a Laura de Noves. Que ustedes los disfruten, que los disfrutéis todos, amigos. Y sobre todo que el amor os acompañe siempre. Hasta mañana.

Luis Madrigal


A BEATRICE PORTINARI
(ANTE SU MUERTE)


¡Eh... peregrino que por esta vía
atraviesas con planta indiferente.
¿Vienes tal vez de tan remota gente
que el duelo ignoras de la patria mía?

¿Cómo no lloras ¡ay! cuando sombría
cruzas por medio su ciudad doliente,
como quien nada sabe, nada siente
del grave luto que oscurece el día?

Si te detienes a escuchar el caso,
yo sé cierto que llorando, amigo,
no pudieras de aquí mover el paso.

Perdió Italia a Betariz; y cuanto digo
a otros hombres hablando de la bella,
tiene virtud de hacer llorar por ella.


Dante Alighieri


***


A LAURA DE NOVES


Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.

Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.

Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.


Franceso Petrarca



Qusiera yo finalmente que, como el oro en el que van a engarzarse las piedras preciosas, pueda acompañar con el mayor sentimiento la música de otro gran genio de este Arte, Wolgang Amadeus Mozart, en cada uno de los dos movimientos de su sublime Serenta Haffner, KV 250, el Rondó- Allegro y el segundo Andante.







En la imagen superior, Laura de Noves.
Retrato de Piero de Cosimo