martes, 8 de diciembre de 2009

¡QUÉ ALEGRE LA MAÑANA...!


No hacen falta muchas palabras. La mañana es alegre y feliz, porque -aunque sea un misterio incomprensible para la mente humana- ya desde el principio del tiempo, el autor del tiempo, que es el principio y el fin de todo cuanto ha sido creado (con evolución o sin ella, pero parece ser que con ella, no hay problema), quiso hacerse parte de lo creado en lo que se refire a esa creatura que llamamos el hombre. Y para ello, tenía que albergarse y surgir a la vida, a la misma vida humana, de una Mujer de nuestra propia naturaleza y especie, de nuestra propia raza. Y, por ello, dijo San Agustín aquello de que, de todos las casas que Dios ha fabricado, la más grande, la más pura, inmaculada, era María de Nazaret, nuestra Madre del Cielo, porque así nos fué generosamente otorgada. El que iba a nacer, para humanizarse y para divinizar al hombre, eligió desde el principio del tiempo su más grande y pura morada. Pero también hubo de ser aceptada, por aquella Mujer: "Aquí, está la esclava del Señor; hágase en mí lo que tú has dicho".Y por eso, hoy, la mañana es tan alegre y feliz. Lo es para nosotros, para quienes nos explicamos así el misterio. A nosotros, los cristianos, así nos vale. No, ciertamente, para todos los hombres, para quienes tengan y tienen otras explicaciones, que son las que les valen a ellos. Pero, todas ellas conducen al mismo principio sin causa, sin cuyo ser realisimum, el que buscaban los filósofos presocráticos, no podría tener explicación esto que llamamos el mundo y la existencia. ¿Acaso no sería absurdo?. Feliz mañana, feliz día. Luis Madrigal.-


Arriba "Inmaculada", del pintor español Bartolomé Esteban Murillo. Aquí abajo, el inmortal "Ave María", de Chubert, cantado por Luciano Pavarotti