lunes, 6 de diciembre de 2010

CANTO DESEPERADO AL IMPOSIBLE (III)


NADIE TE HA VISTO


Nadie sabe de ti…
Nadie te ha visto, ni tu existencia
está anotada en las estrellas, ni en las copas de los árboles;
ni en las vegas, que fueron verdes y amarillas… Hoy, tan blancas.
No saben de tu paso los rosales,
ahora, en mi mundo, en letárgico silencio,
ni los arroyos, que han cesado en su canto
para hacerse tan duros y vidriosos…
Ni la orilla del Río, ni el sol,
borroso y escondido tras negras nubes.
Le pregunto a mi propio paso y no contesta.
Tampoco lo hacen quiénes siempre me rodean:
No sabemos, me dijo ayer, al fin, un ciprés
que camina conmigo hacia el cielo…
Nadie lo sabe, me respondió la fuente seca,
vestida de blanco resplandor,
iluminada por un rayo de luna
y calzada con sandalias de plata…
Nada sé, me dijo misericordioso el fuego de mi hoguera,
cuando trataba de calentar mi ser, templándolo al menos
de un tibio calor…
Ni lo saben las calles de mi Ciudad,
por las que errante camino…
Tal vez tampoco las de la tuya.
Unas y otras, tan sólo saben que nunca te encontraré entre ellas.
Ni el Puente sobre la gran autovía circunvalatoria.
Ni los álamos del Parque,
donde los niños corren tras la pelota,
que se les escapa y se va muy lejos…
Sólo yo sé que existes, aunque no para mí.
Y yo  -nada menos-  soy el universo entero,
porque, si cierro los ojos,
todo cuanto habita en él desaparece…
Menos tú. Tú, permaneces siempre.


Luis Madrigal