martes, 24 de mayo de 2011

A LOS ACAMPADOS EN LA PUERTA DEL SOL DE MADRID (II)





Antes de nada, si fuese necesario en algún caso  - lo que será así, sin duda, por la razón de que toda generalización abusiva es falsa-  quiero pedir mil perdones, de todo corazón, a cuantas personas, jóvenes o no tan jóvenes, hayan concurrido a la acampada de la Puerta del Sol, que los organizadores prometen perpetuar en Madrid, por barrios o por distritos, para que no se apague el fuego. Perdón, por el contenido de mi entrada de ayer, a cuantos hayan podido concurrir allí de buena fe, o simplemente agobiados por el peso de su dramática situación personal, paradójica, torpe y cruelmente merced a los “organizadores” de la concentración. Eso, no puedo olvidarlo, en ningún caso. Mi más cordial felicitación, en segundo término, a ese odioso y malvado partido político, nacido ya con un vicio de origen intrínseco, según las  propias palabras de su funesto fundador: “Nadie se engañe, no queremos distribuir la riqueza, o establecer una mayor justicia, sino destruir el sistema”. Algo así. No quiero molestarme ni perder tiempo ahora en buscar la cita exacta, lo que me resultaría muy sencillo. En ello han estado siempre, en destruir “el sistema”, y sobre todo en destruir a España, y de ello se han ocupado, en cuantas ocasiones han podido. Me remito a la Historia más objetiva y solvente, no a ningún retortijón visceral. Podría también añadir, dramáticamente, a la historia más reciente. Deseo felicitar, en cambio, a ese perverso partido, el PSOE, y a sus correligionarios, los comunistas, especie de “de la misma sangre”, según palabras literales de su viejo ilustre líder, Don Santiago Carrillo, por el clamoroso éxito alcanzado. Naturalmente, me refiero al éxito de esa ya triste y peligrosa concentración de toda clase de personas, no al obtenido en las recientísimas elecciones. Afortunadamente, esta vez, a ese personaje tan siniestro, con ribetes antropológicos y psicológicos del delincuente nato lombrosiano, marionetista y titiritero de tontos útiles y débiles mentales, le ha sucedido el fenómeno del “cazador cazado”, o bien, en castellano liso, del tiro que sale por la culata. Y es una tibia esperanza contemplar el mapa de España prácticamente teñido de azul en su casi totalidad, con la esperpéntica excepción de Asturias, debida mucho más al personalismo, vanidad y soberbia  -en consecuencia, falta de patriotismo- del Sr. Álvarez Cascos que a la memoria de Dolores Ibarruri, la Pasionaria, porque allí es donde únicamente han ganado estas elecciones. Sería una esperanza cuajada y sólida si las mismas, en lugar de ser autonómicas y municipales, hubiesen sido legislativas, y llevado con ello al establecimiento urgente de un nuevo Gobierno de España. Urgente, porque la situación económica española no podrá, seguramente, resistir por desgracia casi un año más sin que, contra todos los esfuerzos y buena intención de nuestros acreedores de la Unión Europea, fundamentalmente de Alemania, tanto en deseos como en volúmen del crédito, puedan impedir la intervención económica de España. Y si, desgraciadamente, eso se produce, los que ahora gritan en la Puerta del Sol de Madrid, y proyectan ilusoriamente seguir haciéndolo por barrios en lo sucesivo, no sólo no podrán pagar durante aproximadamente medio siglo la deuda, en la que España quedará postrada e incapacitada para todo, sino que muy probablemente se morirán de hambre por las calles. A nadie se lo deseo, ni a los inconscientes, ni a los que los agitan, ni tan siquiera a los propios malvados agitadores. Porque, con toda certeza, estos “patriotas”, es decir, claramente, estos malos hijos de España, no van a forzar a su accidental marioneta, ese personaje de endeblez intelectual apoteósica, rayana con el analfabetismo y verdaderamente nefasto, para que convoque Elecciones Legislativas ya, ahora mismo, sino que dejarán que se hunda la nación entera. Cabría soñar en una solución alternativa igualmente eficaz: La de que los elegidos en esas dos manchas verdes del mapa que sirve de cabecera a esta entrada, accediesen a promover un voto de censura… Pero, eso es aún más difícil, porque  -sin pretender tampoco ofender a nadie-  tengo la impresión de que allí se encuentran, no tanto los enemigos, sino los que tienen aún más interés en desintegrar España. Es más, los resultados electorales en la mancha verde situada más al oeste, se han producido asimismo con la misma finalidad e intención que los que animan la “acampada” de Madrid. No sólo tengo la impresión de que fueron “el primer paso”, dentro de un plan previamente trazado al efecto, sino que obra en mi poder algún documento que expresamente así lo afirma y al que puedo remitir a quien lo desee.

En cuanto  los “demócratas reales” de la Puerta del Sol, no podrán tener queja alguna de mí, como sus muertos de Don Juan Tenorio. Ayer les ofrecí un texto que, estoy seguro, de haber podido ser leído allí por medio de algún altavoz, hubiese arrancado fuertes aplausos. Hubiese sido aplaudido a rabiar porque, también estoy seguro, prácticamente ninguno de los hipotéticos oyentes, hubiese podido descubrir que no eran palabras mías, sino del Profeta Amós, ligeramente anotadas por mí, eso sí, para situarlas en el contexto, al modo de las glosas al Digesto de Justiniano. Pero, no era yo, era el Profeta Amós, uno de los llamados "profetas menores" por la brevedad de sus escritos, pero no por su profundidad, quien hablaba, a través del Capítulo 5, versículos 7-15, de su Libro. Y los profetas, no son los que adivinan el futuro (de eso en España se encarga Rapel), sino quienes denuncian situaciones de maldad e injusticia, dando testimonio de lo contrario con su propia vida. Por eso, generalmente, suelen cortarles casi siempre la cabeza. ¡Y qué no hubiesen aplaudido, de haber podido escuchar estas otras palabras!: “Eso tienes que pensar de los ricos, son ladrones, salteadores de caminos, que roban a los que pasan, escondiendo los bienes de los demás en sus propias casas”. Esto les hubiese inflamado hasta el punto de salir con antorchas encendidas en la mano, hacia la casa de algún banquero. Así hubiese sido de no descubrir que eran palabras escritas por San Juan Crisóstomo, un Padre de la Iglesia de Oriente. Porque, de haberlo descubierto, posiblemente hubiesen sustituido el itinerario, de la casa del banquero, hacia algún templo de “la puta Iglesia”, como al parecer se oía decir por allí, entre los acampados.  Les hubiese gustado quizá, más aún, escuchar estas otras: “Todo rico es inicuo o heredero del inicuo”. Pero las escribió, en el mismo siglo, otro Padre de la Iglesia, San Jerónimo, y el resultado explosivo hubiese sido el mismo. Y de “traca final”, servirían estas otras: “La naturaleza hizo que los bienes fueran comunes y el derecho privado que lo impide es una usurpación. Es injusto que tus semejantes no sean ayudados por sus compañeros, sobre todo habiendo querido Dios (mal asunto, estando Dios por medio no hubiesen gustado tanto, habría bajado bruscamente el entusiasmo y la emoción) que la tierra fuese para todos. Lo que das al pobre no es de lo tuyo; le devuelves lo que es suyo, pues lo que es común para el uso de todos lo has usurpado tú”. Esto hubiese sido ya como el apoteosis de la Feria de Sevilla, pero hubiesen encontrado asimismo un grave problema. Lo escribió San Ambrosio, Obispo de Milán y conversor de San Agustín, un ateo. Aunque, según he podido saber, alguien que ha dicho ser socialista y ateo, ha manifestado también, muy recientemente, que “se quita el sombrero” ante lo que está haciendo en España Cáritas, la organización de la Iglesia Católica para llevar el pan a los cuerpos frágiles, y el amor a las almas que sufren. Y lo hace en silencio. Este silencio de Cáritas,  nutrida por el dinero de los cristianos españoles, es un silencio que grita. Porque, vamos a ver, en resumidas cuentas: ¿Cuántos comedores, roperos, talleres de aprendizaje… tiene el PSOE, Izquierda Unida, la UGT y Comisiones Obreras, todos ellos juntos? ¿Todavía no se ha enterado nadie de que si, ahora mismo, en España, no ha llegado a correr la sangre, ante el hambre y la pobreza de muchos, no ha sido eso por obra de la acción del Estado, sino porque “la puta Iglesia” de Jesucristo, el Redentor del hombre, sin dar puñetazos sobre la mesa, ha puesto en ella su corazón? ¿Nadie ha pensado tampoco que el socialismo más radical, más sublime y más puro es el cristianismo? Tan sólo hay que poner toda el alma en ello. Que la Paz sea con todos vosotros, acampados de la Puerta del Sol. Luis Madrigal.-