martes, 9 de agosto de 2016

MIRANDO AL CIELO



EXISTIR PARA SER


Quería ver el cielo y sólo estaba
circundado de tierra, oscura y fría.
Quería ser un sueño y no dormía
esperando dormirme en lo que amaba.

Con esfuerzo y dolor, mi voz se alzaba
al Cielo, que entre sombras florecía.
No podía ver y a contraluz veía
la clara luz, sin luz, que me esperaba.

La voluntad es fe... Eso creía.
Sólo basta querer. Eso pensaba.
Nada de cuanto espero parecía

que pudiera ser cierto. Mas, confiaba
que la esencia del ser bien merecía
del existir la Vida que soñaba.



Luis Madrigal




Las Navas del Marqués (Ávila, España)
9 de Agosto de 2016

lunes, 8 de agosto de 2016

AL PONERSE EL SOL




TRISTEZA


Igual que ave rapaz y carroñera
llega en la noche  -negra-  la tristeza
que desgarra la paz. La fortaleza
es virtud que esperando desespera.

El error que ayer fue, hoy como cera
que se dobla al arder, cruel empieza
a carcomer el alma, en la aspereza
de vivir y sufir angustia entera.

Me arrepiento y de mí me compadezco
si posible eso fuera y, sobre todo,
quisiera hallar la calma, el gran tesoro

que el alma anhela siempre. Y el decoro
de aceptar peso tan duro. El modo
de ser y de cambiar lo que parezco.


Luis Madrigal



Las Navas del Marqués (Ávila, España)
8 de Agosto de 2016

domingo, 7 de agosto de 2016

ROJO PRUNEDA



PARA TRES MUJERES Y UNA NIÑA

Se lo oí decir a una persona, luego a otra y sucesivamente a otras más. A estas alturas ya es general el comentario: Se puede volver de nuevo a la Cantina de La Estación. Y se vuelve, en notable cantidad y frecuencia. La remodelación del local ha sido relativamente ligera pero armónica y en sintonía con el famoso "rojo Pruneda". Mi viejo amigo José Antonio, el mismo que diseñó aquel proyecto de reforma de la Estación, para instalar paneles de energía solar que satisfaciesen todas sus necesidades de este carácter, incluso la de calefacción. Y no sólo en el edificio de viajeros sino hasta bajo los andenes, para que los viajeros no se enfriasen los pies al subir al tren, en los gélidos días de invierno. Todo un lujo. José Antonio Pruneda, era y deseo que siga siendo, un Arquitecto de gran talento, no sólo arquitectónico, sino además un excelente dibujante artistíco, admirador como muchos de su mismo oficio del gran "Corbu", aquel genial suizo. Además, era un muy documentado cinéfilo, más o menos habitual en las tertulias de José Luis Garci  -"Qué grande es el Cine"-  en unión del entonces mero Fiscal de la Audiencia de Madrid, Torres-Dulce, que también lo era y lo será, aunque Don Eduardo finalmente dimitiese gloriosamente de su alto cargo de Fiscal General del Estado.

Pero...¡aquel Proyecto! Fue un absoluto fracaso. Y no por culpa de Pruneda, sino de un insensato senador socialista que fue a Bruselas y se trajo un buen puñado de "equs" (entonces todavía no existía el €) para hacer un curioso experimento, que prácticamente se impuso a RENFE: Dotar de paneles solares a una estación de ferrocarril, en un lugar de clima especialmente frío en invierno y... ¡comprobar qué era lo que pasaba! Lo que pasó fue un cataclismo térmico. Tras haber desinstalado la caldera de la calefacción de carbón y sus radiadores (primero disparar y después apuntar), los factores de circulación se morían de frío  -entre ellos mi querido y entrañable amigo "Garci", Andrés Garcíe Sastre, al que tanto recuerdo-  y hubo que recurrir a un sistema eléctrico tradicional, mucho más caro y de menor rendimiento calorífico. Según el Proyecto, la ejecución de la obra debería haberse realizado en cuatro meses, pero duró cuatro años y no sólamente fue terminada de una manera chapucera, vergonzosa y vergonzante, sino que los pretendidos paneles solares aún hoy brillan por su ausencia.



Pese a todo ello, el rojo Pruneda permaneció en las columnas que soportan las cubiertas de los andenes y otros elementos, y asi se conservan hoy. Este color puede verse en diversas estaciones, casi todas ellas de la Línea Madrid-Irún, pero La Estación de la que estoy hablando es la de Las Navas del Marqués, en el km. 83,00 de dicha línea, ya en la Provincia de Ávila. Desde ella escribo en este mismo momento y gracias a ella, a su estación Wifi "Cantina1", puedo hacerlo en este humilde Blog, a través de Internet.

Este histórico y amoroso lugar, "La Cantina", que durante tantos años regentó y dirigió abnegadamente aquel matrimonio ejemplar, Pili y Juanito, prestando a todos excelentes servicios, ha vuelto por sus viejos fueros, ofreciendo similares servicios generales, con el añadido de fabricar y vender pan. Diariamente. Un pan riquísimo, además de una estación WiFi que, como ya he dicho, permite la conexión rápida y segura a Internet, a todas las horas del día, incluso ya entrada la noche. En lo demás, se han recuperado los servicios de terraza, así como toda clase de tapas, bocadillos y raciones. Y el encargo de comidas para llevar a casa, incluídas paellas de diversa clase. Magnífico, excelente. Para los viajeros y para los estacioneros, como se dice en el argot ferroviario, tanto profesionales como "amateurs".

Todo ello, sin duda alguna se debe  -y hay que felicitar también a RENFE o más bien a ADIF-  a la nueva concesionaria del servicio de Cantina, una extraordinaria mujer, Begoña Llamas Acedo, con mentalidad y actidudes empresariales, que desde la ya indicada remodelación del local, ha ido incorporando todas las comodidades y ventajas indicadas. Es de desear que los beneficiarios cooperen con entusiasmo, no sólo a que se mantengan las excelencias del servicio, sino a mejorarlas y perfeccionarlas.

Begoña es ayudada, por las mañanas y a veces también a la caída de la tarde, por su hija Alba, una criatura especialmente bondadosa, perteneciente a la especie humana, ya en proceso de extinción, de los que consideran que la vida es una ocasión única para echar una mano a los demás, sin más propósito que éste, el de ayudar a un semejante, en lugar de aplicar a las diversas posibles situaciones de necesidad ajena el conocido y miserable dicho: "No es mi problema". Para Alba, los problemas ajenos son suyos propios y como tal se comporta altruistamente. Además es una niña muy guapa, lo cual es un factor secundario, pero también muy atractivo, porque la belleza, en el sentido más preciso del concepto que expresa esta noble palabra, forma parte del arte, hasta constituir su objeto y fin más específicamente genuino.

En la pared de la izquierda de la Cantina, entrando desde el andén por la parte central, continúa instalado un expendedor de tabaco. Natalia, baja cada cierto tiempo, por las mañanas, a observar el estado de las existencias que contiene el dispensador y repone las carencias a fin de que permanezca siempre bien dotado. Ya es sabido que "el tabaco mata", según el eslogan legalmente impuesto a las empresas fabricantes. Pero continúa habiendo fumadores, que siguen haciendo uso de su libertad de fumar. La salvedad tiene por mi parte el único fin de excusar a Natalia, titular de la concesión del Estanco que hay en el pueblo de Las Navas, casi en frente de la Ermita del Cristo de Gracia. No es posible incriminar a Natalia, haciéndole cómplice, ni menos aún cooperador necesario, del delito de homicidio por causa de tabaquismo, al utilizar las cajetillas de tabaco como instrumento delictivo. De ninguna manera. Falta el móvil del crimen, la intención, que es esencial en todo tipo de delito. Natalia, se limita a hacer lo que podría hacer cualquier otra persona, para equilibrar la economía del establecimiento que explota y dirige. Y su amabilidad y sonrisa tiene también un especial encanto. Yo, compré en su Estanco, hace ya años un bolígrafo de diseño muy atractivo, que conservo y utilizo de vez en cuando, para que no se desgaste. Tendré que comprarle otro a Natalia este mismo Verano, porque la verdad es que son muy bonitos y no excesivamente caros.

Bien. Ya están, bajo el "rojo Pruneda", las tres mujeres que hacen de la Nueva Cantina de la Estación de las Navas del Marqués, un lugar muy agradable en relación con sus propios fines.

Pero falta alguien más. A veces, con Natalia, baja también una niña. Una niña de unos ocho años, de ojos llenos de vida y armonioso cabello castaño oscuro que alcanza reflejos rubios a la luz del sol, muy despierta y con cara de ser muy lista. Es su hija, y no se llama "Davinia", "Jenifer", "Tamara" o aún cosas peores. Se llama Candela. Precioso nombre, cuyo origen es sagrado y además español por los cuatro costados de España. A Candela, le gusta la Poesía y se interesa por ella. Es la guinda del pastel. Casi se podría decir, si los de La Cantina de Las Navas fuesen monárquicos, que Candela es la perla de la corona.

Luis Madrigal

Cantina de la Estación de Las Navas del Marqués,
7 de Agosto de 2016

lunes, 1 de agosto de 2016

EN EL BOSTEZANTE TEDIO DEL VERANO






UN AVE DEL PARAÍSO

SOBRE ANTONIO ESCUDERO, UN AMIGO DE ISRAEL


El ambito socio-cultural de Las Navas del Marqués, provincia de Ávila, está formado por la conurbación que integran el propio pueblo de Las Navas, la colonia "Los Matizales", la Estación del Ferrocarril (en la segunda línea férrea cronológicamente establecida en la Península, la de Madrid a Irún, tercera de España, porque la primera de todas, fue extrapeninsular, la de Guines a la Habana, en Cuba, cuando la perla del Caribe y de la Corona española, todavìa era España) y por último la pretendida lujosa urbanización privada llamada "Ciudad Ducal", según a mí me parece hoy ya decadente. En todo este ámbito, es universalmente conocida una persona sobre la que sin duda, recaerán muy diversas opiniones, o más bien simples sensaciones. Y toda sensación, en lo que tiene de subjetiva, no puede dejar de ser relativa y necesariamente provisional. Cualquier definición del hombre  -de todo hombre-  siempre es provisional, porque, mientras está vivo, nunca está acabado del todo -nunca esá terminado de hacer-  y cuando al final ya está acabado, entonces ya no está. La persona  -el hombre al que me refiero-  es la de Don Antonio José Escudero Ríos. Lo de "Don", esto es, el tratamiento que a toda persona de sexo masculino atribuye el sistema legal de igualdad que otorga la Constitución Española  -la CE78, como dirían esos extraños juristas que, como tales, son los politólogos- es algo que el propio Antonio exige para sí mismo, toda vez que también él lo dispensa a todos los demás. Precisamente por ello, Antonio es una persona no sólo sencilla sino especialmente humilde, porque la humildad, esencialmente, es la verdad. Antonio es humilde, como todos o como casi todos los sabios que lo son de verdad, es decir que son verdaderamente sabios. Yo, comienzo a tener la impresión de que Antonio Escudero, efectivamente lo es. Es de esta sublime condición. Y no un humilde sabio, sino un sabio humilde.

Antonio, recorre casi diariamente a pie  -es decir camina-  los duros y, en algunos tramos o parajes, abruptos y esforzados senderos del ámbito de referencia, sin exclusión de su belleza de empinadas pendientes, de un modo similar a como vuelan los pájaros o las abejas, en cuanto al resultado final y esencial de su vuelo. Es decir, transportando algunas semillas para su fertilización. Las semillas que Antonio transporta y deposita son los libros, algunos de ellos esenciales para entender algunas cosas también de esta misma índole, y además toda clase de revistas, folletos, separatas, opúsculos, fotocopias y demás material intelectualmente fructífero, que carga sobre si, bien en una reducida mochila, bien en ocasiones en un pesado carterón. Antonio los presta y, al cabo de algún tiempo, los recoge de los prestatarios casi a domicilo, sin interés alguno, poniendo de manifiesto la nota esencial que caracteriza la figura contractual del préstamo, la gratuidad. Antonio es un agente natural en la polinización de la cultura.

Antonio, ama el silencio y la soledad, hasta el punto de parecer estar especialmente diseñado  para ser, no "un lobo solitario" cruel y cruento, sino más bien un manso cordero, y sobre todo un ciervo libre en busca de las fuentes de la vida, entre los arboles del bosque o las verdes praderas del Edén. Pero, casi siempre al atardecer, en la hora crepuscular, Antonio, algún día, puede recalar, efectuar parada en alguno de los rincones en los que algún humano bosteza. Y entonces, abre la magia de su palabra sencilla y profunda al mismo tiempo que saturada de imágenes vivas, de citas eruditas e ignotas, transformando -como buen orteguiano- su ensimismamieto en alteración y convirtiéndose en un ameno conversador. Antonio dialoga con toda sencillez, para que cualquiera pueda entenderle, pero eso sí, si se eleva el listón, aunque sea por casualidad, su palabra abandona la anécdota para abordar la categoría, porque no en vano es filósofo puro, en el sentido rigurosamente académico.

Antonio planta árboles y deposita flores en los sepulcros de quienes fueron sus amigos. Es tan amigo de sus amigos que lo sigue siendo después de la muerte. Y no lo hace por "cumplir" con nada ni con nadie, sino desde lo más profundo de convicciones muy serias y paradigmáticas. Últimamente ha seguido doce días de ayuno, bebiendo tan sólo el agua cristalina de las fuentes porque, citando a su admirado Yehudá Halevi, "el ayuno nos hace como ángeles, libres de determinaciones naturales". 

Si se preguntase por Antonio a la gente que anda por aquí habitualmente, bien en el verano o en cualquiera otra época, una buena proporción diría que está más loco que una cabra. Yo mismo pude pensarlo hace ya mucho tiempo. A él, esto no le importa absolutamente nada. Si dicen eso de él, allá quien lo diga. Ni piensa molestarse en pedirle la menor explicación. Estoy así de seguro no porque el mismo Antonio me lo haya dicho con total determinación muy recientemente, sino por haber llegado por mi mismo a esta conclusión, por propia deducción lógica. Ya está más que comprobado que aquellos a quienes llamamos "tontos", lo son únicamente porque piensan de manera distinta a nosotros. Y exactamente pasa con los que llamamos "locos". Pero Antonio no es ninguna de las dos cosas. Yo he llegado a la conclusión de que es todo lo contrario. Me parece un hombre sincero y honesto, aparte de sabio y humilde.

En cualquier caso, Antonio no es nada vulgar, ni masificado, ni de ninguna de las especies lanares tan frecuentes en el lugar. Nada de eso. Es muy admisible que otros no podamos ni tengamos fuerza para ser como él es y, en consecuencia muy lícito no ser así. En una gran parte, también es mucho más cómodo, mucho más blando y mucho menos sacrificado y hasta espartano. Se puede admitir también que Antonio pueda ser un personaje visionario y romántico. Incluso un "iluminado". Pero, si lo fuese, no sería un alumbrado, como lo fueran los miembros de aquel movimiento español del siglo XVI, relacionados con la corriente mística que sostenía la posibilidad de la perfección mediante la oración, sin necesidad de rito alguno. Sería más bien un un aloisius, un sereno portador de la luz. O, en todo caso, un distinguido miembro del movimiento intelectual europeo del siglo XVIII.

Esta sublimación espiritual ha inspirado e impulsado a Antonio, nada menos que a hacerse caballero templario y, en esta perspectiva, a fundar la Orden Nueva de Toledo (Novus Toleti Ordo) de la que él mismo es Gran Maestre, y a vivir, en vez de en el año en curso de la era cristiana, en el Anno Templi DCCCXXVI. Yo le he solicitado ya mi ingreso, que espero ver otorgado por el Capítulo General.

Sin embargo a Antonio aún no se le ha ocurrido vestirse como los caballeros templarios, pero tampoco se viste en ninguna boutique de moda masculina. No es un dandy, sino que hasta puede llegar, sin cobrar nunca la silueta de harapiento mendigo, a observar el aspecto externo al que alguien, en alguna ocasión, se atrevería a ofrecer una limosna, desde luego sin saber que podría recibirla de él, en muy diversos capítulos verdaderamente importantes. Uno de ellos  -pese a que ello constituya en él la apariencia de un conversador y divulgador monotemático, cuando no monocorde y monocolor-  es el de su apasionada defensa y amor a Israel, el pueblo elegido, que para nosotros los cristianos es la misma Iglesia fundada por Jesús de Nazaret, un judío al que siguieron otros Doce judíos. Jesús, en efecto es una planta que enraíza en el Antiguo Testamento y florece en el Nuevo. Por eso, cuando hablo con Antonio yo no me olvido de que nuestra religión común, la suya y la mía, es el judeo-cristianismo y de que en, en este sentido, los judíos son nuestros hermanos mayores en la Fe. De que procedemos de la Sinagoga, de la misma en la que habló Jesús, y de que el canto gregoriano procede de la salmodia. Este punto de contacto, me une muy especialmente a la defensa que Antonio, allá donde vaya, hace de Israel.

En fin, en este mundo de carnaval, donde pueden explicarse perfectamente los sonidos que emiten cada una de las especies animales que lo habitan (así, verbi gracia, los burros rebuznan, los perros ladran, las gallinas cacarean, etc, etc.) y donde cada cual luce la piel, capa o pluma correspondiente a su especie, Antonio Escudero sería un ave del paraíso. Del paraíso perdido. Y no tanto del que cantó John Milton sino del que tantos se afanan, o nos afanamos en perder cada día. Antonio, no. Vive en él. Y le gusta mucho. Yo le admiro, porque me gustaría también mucho poder ser como él.

Luis Madrigal

Las Navas del Marqués (Ávila, España)
Cantina de La Estación
1 de Agosto de 2016