sábado, 23 de febrero de 2013

HACE YA MUCHO TIEMPO...





¿QUIÉN NO...?

            ¿Quién no ha jugado al fútbol,
        quién no ha hecho un verso?
        ¿Quién no supo en su día
        tabla del siete (con alegría),
        lista de Reyes Godos
        y Ave María?

        ¿Quién no ha subido a un árbol,
        en primavera,
        a coger “achicholas”... ¡Qué ricas eran!

¿Quién no ha jugado al “bote”
y al “manro-chazo”?
¿Quién no ha visto una fuente
junto a un ribazo?

¿Quién no ha visto la nieve...?
¡Caen desde el cielo
blancos y fríos copos de caramelo!
Junto a una sonrisa
y junto al fuego...

¿Quién no ha corrido a un perro
y luego a un gato?
¿Quién no ha tirado piedras
a las manzanas
que, en el Otoño, son coloradas...
y a veces, verdes... ¡Verde manzana!

¿Quién no ha contado cuentos
y los ha oído,
de brujas y fantasmas
que aún no se han ido?

¿Quién no supo aquel día
que ya “era tonto”
por decir qué creía?

¿Quién no vió una montaña
y subió a ella,
y encontró, entre los riscos,
alguna caña?

¿Quién no vió al Conde Olinos
buscando amores
a lomos de su caballo?
Mañanita de San Juan,
que pone altares en Junio,
        en vez de en Mayo...
        ¡En Mayo, flores!

        ¿Quién no ha visto en el río
        correr el agua
        y, entre juncos de acero,
        sellos de plata?

        ¿Quién no sufrió de pronto golpe tan duro,
        siendo tan tierno?
        ¿Quién nunca, en el verano,
        sintió el invierno?

        ¿Quién no ha visto la luz
        del claro día?
        ¡La sombra de la noche... no se sabía!
        ¿Quién no ha visto al amor,
        muy de mañana,
        andando de puntillas?
                                                                        Sonrisa y... agua.


                Luis Madrigal





CUANDO EL SUEÑO SE VA




                                                    DESCALZA EN TU JARDÍN

Descalza en el jardín… Tus pies son alas
que el viento quieren arar.
Insomne sobre el mar, surcar
la bravura de las olas
y, en cada surco, una espiga
de grano maduro y tierno
para pasar el invierno,
depositar en su manto.
Sembrar en las caracolas,
de cada viento un suspiro;
de cada ola, un murmullo,
de cada rosa un capullo
sobre dorado rosal,
que también viva en el agua,
como el fuego hace en la fragua
del hierro fino cristal.
Y así la espiga más bella,
cuando se apague ya el día,
y el péndulo se detenga,
será en el cielo una estrella.


                                                     Luis Madrigal