jueves, 24 de julio de 2014

SENSACIONES DEL ESPÍRITU



UNA HUELLA DE HUMO


Al despertar el día, duerme
la noche, que pasó esperando al alba
y que condensa sueños, que vivieron
sin vivir fuera, allá, dentro del alma.
El sol, golpea suave los cristales,
que velaron sin ver llegar el aura
de una imagen que brilla
y que se agita, convulsa y trémula,
allá en lo más lejano, en lontananza.

Quiero ver su cabello, como el oro,
de su cuello colgar una guirnalda;
de sus labios, rubíes encendidos,
escuchar con sosiego una palabra.
Quiero yo estar en mí y, sin olvido
tomar también la onda de luz clara
que en partícula torna y, al mirarme,
en carne y sangre espíritu proclama.

Anhelo, una y mil noches, sólo un sueño
que vea cual cristal, en la otra orilla
del Mar, de plata añil, que olas levanta,
encendida de luz una silueta
que siempre veo en mí y que se aparta
de mi vista al cruzar, y sin ver nunca,
como huella de humo, sin mirada.


Luis Madrigal






Fotografía de David Ambridge