lunes, 22 de julio de 2013

DOS SONETOS AL ARDIENTE VERANO




I


CAMINABA LA LUNA…


Caminaba la luna, triste, sola,
mirándose con lástima en el río.
Yo, la miraba, sin que fuese mío
el amor que, sin ser, el alma asola.

Pensaba en el latir que allá la ola
al besar en la arena a su albedrío,
podría admirar  -tan suave-  el poderío
de una mirada azul, que azul arbola.

¡Ondas del mar, latid junto a esa playa;
vientos, soplad, llegad presto a su lecho…!
Rayos del cielo, cuantos truenos haya

que alegre sinfonía arda en su pecho…
Haced por mí, preso en esta muralla,
lo que no pude yo, de amor maltrecho.




II


ENTRE EL CALOR Y EL HIELO


Brilla el rosal… La mariposa al viento
mueve sus alas. Ya llegó el verano.
De flores y de amor llegó temprano
para subir al cielo el sentimiento.

En el jardín, la flor cubre el cemento,
y oculta su frío gris. El altozano
despliega ramas y hojas, cual si humano
quisiera hurtar al sol tórrido aliento.

Fulgura ardiente luz en el sendero
y la hierba, subir trepando al cielo,
quiere sin pausa alzarse, como acero

que rasgue nubes blancas, y en su vuelo
libre al tapiz azul del aguacero…
En medio del sudor, a mí del hielo.


Luis Madrigal