lunes, 9 de mayo de 2011

DIOS, NUNCA HIERE A SUS HIJOS





Según he podido saber, un sacerdote,  ha dicho muy recientemente a unos buenos amigos, ante la tremenda desgracia de la muerte de uno de sus hijos, tras cruel enfermedad, que "Dios os ha visitado hoy". ¡Que grave error y que terrible injusticia hacia la infinita e insondable bondad divina, me parecen a mí estas horribles palabras, falsamente pretendidas de "consuelo"! ¿Todavía andamos con esas? ¿Cómo poder explicar que Dios es un Padre amoroso, infinitamente y hasta el fin, que jamás podría causar el menor dolor a sus hijos? ¿Algún padre, alguna madre, de la tierra, permitirían tales espantosas tragedias?. Pues Dios, menos aún. Sobre todo, cuando la historia se rebela y provoca el más insufrible fenómeno de cuantos puedan existir, el de que los padres tengan que llorar desgarradoramente a sus hijos, y no al revés, del modo más tierno y consolador, que es lo natural. Parece notarse, en cierto modo, que a estos curas pese a ser "padres", y no precisamente espirituales,  tal vez porque nunca han tenido hijos, les parecen "visitas divinas" estas lacerantes desgracias. Sí, desgracias; nada de venturosos signos de la presencia de Dios. Dios es sólo y todo Amor, y el amor, aún el puramente humano, jamás puede dañar. Antes al contrario, el amigo, da la vida por sus amigos. ¿Qué no daría Dios, de poder hacerlo, por evitar, al peor y más abyecto de sus hijos, entre los que no distingue más que para recuperarlos de las sombras, semejantes tragedias? Pero, sencilla, y muy comprensiblemente, no puede hacerlo. No puede, porque Dios estableció las reglas de la Naturaleza, cuando la creó, y ha de respetarlas. Pese a ello, muy de vez en vez, lo hace, y contra toda norma natural, se producen fenómenos sobre-naturales, a los que llamamos milagros. Yo creo en ellos, desde luego. No podría decir cuando se producen o cuando no, eso tampoco. Pero creo en Dios, omnipotente Creador del universo, del cosmos geo-botánico, de la materia, de la planta, del animal  y del hombre, y por eso creo también que nada imposible puede haber para Él. Pero también creo, firmemente, que cuando el dolor se produce y parece amenazar con desplomar a quien lo sufre, Dios sufre con él. A su lado, recoge los sollozos y suspiros que los dolientes elevan al Cielo. Pero no "les visita", llevando tras de sí el aguijón de la angustia, entre la crueldad y el dolor, como si fuera un inmisericorde asesino, sino que los acompaña con su latente presencia, siempre de amor, para llenar su alma de verdadero consuelo. ¡Cómo puede Dios "visitar" a los hombres para llevarles el dolor...! Dios no necesita absolutamente nada del sufrimiento del hombre, para afirmar y engrandecer su Gloria, como tampoco creó al hombre para llenarlo de sufrimiento y tristeza, de angustia y pavoroso terror... Ni tan siquiera para servirse en nada de él, porque Dios, no es  -no puede ser-  sujeto de utilidad, y nada necesita de sus criaturas. Cuando las trae a la existencia, lo hace tan sólo para que sean, para que puedan llegar a ser, además de haber existido, cuando aquella se acabe. Y, para ello, han de sufrir, cuando llega esa hora, desde luego, sin que ni Él pueda evitarlo. Dios no visita a nadie para inundarle de dolor y tristeza, sino tan solo de paz y de amor... Y para señalarle el camino de la Verdad y de la Vida. Luis Madrigal.-


Con todo mi cariño,
a mis viejos y buenos amigos Merche y José María