miércoles, 19 de junio de 2013

SOBRE EL CIELO INFINITO



UNA ESTRELLA VELA SU SONRISA


Reían los cristales… Yo, lloraba
junto a una flor que en mi ventana había
triste de ver el sol, que ya estallaba,
y ni un rayo de luz la sonreía.

Y quise ser el sol… Yo no quería
que a aquella rosa rubia, que allá estaba,
le fuese arrebatada la alegría
y, al buscar con amor hacerla esclava,

encontré sin buscarla mi agonía.
Aquella dulce flor era tan bella
que solamente el sol la florecía.

Se fue, escalando el cielo, sin mi huella
donde sueña despierta todavía
y hoy su sonrisa azul vela una estrella.


Luis Madrigal