VI
VIVÍA PARA TI
Vivía para ti, sin ser tú mía
y te veías conmigo cada hora,
como a la luz, al despuntar la aurora,
encendían tus ojos cada día.
Por mí veía esos ojos... La alegría
por ti llenaba mi alma, aquí y ahora,
porque nunca era tarde ni a deshora
sin que pudiera ser lo que sería
si una nube, que al sol pone su velo,
se desvanece al fin, y al fin se oculta,
dejando transparente todo el cielo.
Tan sólo aquella luz mi alma exulta...
¡Que el cielo fuiste tú, yo sólo el suelo
el que ahora, sin ti, hoy me sepulta!
Luis Madrigal