Están de luto, en primer lugar, los argentinos, pero también lo estamos los españoles y quisiera, estoy seguro de que también, todos los hispánicos. Según, el diario bonaerense "Clarín", es el tercer accidente ferroviario más grave que sufre la Argentinas en toda su historia. En el año 1970, en Tigre, 200 muertos; en 1978, en Santa Fe, 55. En este de Buenos Aires, ya se han contabilizado, parece ser 48, además de 600 heridos. Me conmueve sinceramente el dolor de los seres que más querían a los fallecidos, que llorarán angustiosamente, buscándolos en los Hospitales. He visto ligeramente, también en "Clarín" la lista de los heridos internados. Es muy de sentir en todo caso, sea cual fuere la identidad de las víctimas. He visto algunos apellidos italianos. Para un español como yo (Italia es la Hija mayor de la Madre Roma, y además también fue España en su momento) esto es más de sentir. Pero la mayoría de los apellidos que he visto, eran españoles. Lloro por ellos. Por todos, desde luego y le pido a Dios esta amarga noche que consuele y conforte espiritualmente a los que, mucho más que yo, lloran a sus seres queridos. Hermanos argentinos: Este humilde español os acompaña desde la otra orilla del Mar, en esta hora dolorosa. Luis Madrigal.-
Hoy, se ha iniciado en todo el mundo católico el Miércoles de Ceniza, Festividad que preside el inicio de la Cuaresma. Cuarenta días “entrenando”, para poder correr en el estadio de la vida. Todos corren, todos corremos, dice San Pablo, pero tan sólo algunos alcanzan la victoria. Quizá la victoria no es tanto, esa, tan proclamada, del cielo, donde habitan los bienaventurados, sino incluso, o más bien, la victoria en este mísero muladar en el que nos arrastramos. Y hoy es día llamado a iniciar un nuevo camino, una nueva carrera; de comenzar el entrenamiento, para lograr vencer. No tanto de “los enemigos del alma”, como tanto se repitió. El enemigo, está dentro. Hay que disparar, como ya se hizo una vez en la Historia, sobre nosotros mismos. Hoy, nos cubrimos de ceniza, exteriormente, pero la verdadera ceniza es la que tenemos dentro, que no nos permite ver el fondo de nuestro propio ser y poco a poco nos va matando. He podido saber que en la Patagonia argentina, desde hace ya algún tiempo, llueve ceniza, procedente de un volcán de la vecina y hermana nación de Chile. Esa ceniza oculta la visión, incluso mueren los animales, según tengo entendido. Lo mismo sucede con nosotros. Estamos llenos de cenizas, procedentes de nuestra soberbia, de nuestro odio, de nuestra falta de generosidad. Tan sólo cuando logremos limpiarnos de ellas, podremos vernos vivos y resplandecientes. También, todavía se encuentra en vigor “la ley del ayuno”. ¡No deja de tener esto gracia, cuando algunos -muchos- pasan hambre! Esa ley, también afecta a la “abstinencia”, a la abstinencia de carne, y tampoco deja de ser curioso el espectáculo, cuando otros -pocos- siguen tomando langosta en salsa americana, precedida de unos percebes, como aperitivo. Siendo pescado, no se infringe ley alguna. El que al parecer resulta infractor es el que toma en el andamio un bocadillo de mortadela. He ido esta mañana a que me fuese impuesta la ceniza sobre mi frente, pero, en ese mismo momento, le he pedido a Dios que me quite, con mi esfuerzo, la que acumulo dentro de mí. Y me he propuesto ayunar, desde luego, pero sólamente de todo cuanto malo se encuentra dentro y fuera. De eso, trataré de no probar bocado. Que Dios me ayude. Luis Madrigal.-
Hace ya bastantes años, un buen amigo mío, excelente escritor, llamado a haberlo sido -quiero decir a haber sido “famoso”- dejó de escribir Poesía, según él desde que leyó a Rilke. Pensó, me dijo entonces, que, después de lo que él había leído del maestro bohemio, en Poesía ya estaba todo escrito. Hace ya también mucho tiempo que yo no he vuelto a saber nada de él y, por este motivo, de poder mostrarle mi desacuerdo, ante la causa de su deserción poética. Por una parte, personalmente, Rilke no me ha impresionado nunca, tal vez por tener que leerlo siempre por mediación de traducciones y, mucho me temo que la Poesía, traducida de una lengua a otra, en mí humilde opinión, deja de serlo, dado el concepto que yo tengo de Poesía. Será filosofía, retórica o prosa poética, pero desde luego Poesía no puede ser. Soy de la opinión de que sin métrica o sin rima, y mucho más sin ambas -sin que “suene” lo que se dice, con la cadencia del ritmo, como en la Música- aunque lo sea o lo fuese, se transforma en otra cosa. Es una humilde opinión, o tal vez solamente un gusto personal, pero creo que, como todas las opiniones y hasta casi todos los gustos, tal opinión puede ser respetable. Por otro lado, aunque Rilke pudiese ser considerado como el más grande poeta de todos los tiempos (y entiendo que eso no se lo puede creer nadie y menos aún demostrarlo, como todo lo que no se puede demostrar) aun así, cada persona, una a una, puede y hasta debe, o tiene necesidad de escribir Poesía. Por eso no puedo seguir el criterio de mi viejo y creo que ya para siempre alejado amigo. Sin embargo, yo también estoy pensando en dejar de escribir Poesía, aunque lógicamente con lo que acabo de decir, por motivos muy diferentes. Voy percibiendo la sensación, cada día más hondamente, de que ya no voy a necesitar hacerlo nunca más y, sobre todo, sin tal necesidad, de que no seré capaz de hacerlo. Por eso, probablemente no volveré a escribir más poemas, ni en este Blog ni en ninguna otra parte, aunque tampoco renuncie a editar los aquí escritos, en papel, si tengo esa oportunidad, en unión de los 9 Poemarios que ya antes había escrito. Uno de ellos, conjuntamente con otra persona, por lo que necesitaría su consentimiento y aprobación.
Sin embargo, a lo que tampoco quiero renunciar es a publicar en este mismo Blog, para el que en definitiva nacieron, los poemas que he compuesto últimamente, que no son muchos ni probablemente tampoco demasiado buenos, o hasta malos, pero eso nunca se sabe mientras otro no los lee. En todo caso, estoy seguro de que muy inferiores a los que escribió Rainer María Rilke. Pero eso sí que no me importa en absoluto. Me parece también que es un deber hacerlo y, por este único motivo, los iré ofreciendo sucesivamente a partir de mañana mismo, y sin solución de continuidad, hasta que se acaben. Después… ¡quién sabe! Tal vez, en alguna ocasión, venga a mi sentimiento alguno nuevo. Sí es así, aquí lo podrán leer, si de interés de alguien fuera. Muchas gracias a todos los que hasta ahora los han leído, pero no más a quienes hayan podido experimentar algún placer al leerlos. Porque, eso ya no depende de la voluntad. Un cordial saludo. Luis Madrigal.-