miércoles, 9 de enero de 2013

MI ÚLTIMO RECUERDO




DE LEÓN, MI CIUDAD NATAL




RAÍCES EN EL RECUERDO Y EN EL LLANTO

Montañas. Crestas de plata, aún sin nieve;
penachos desgarrados por el viento.
Yo os vi, con esos ojos que no olvidan.
Pero, ya antes  -sin ver-  os había oído
en la dulce palabra de la sangre.
Vinisteis como el viento, susurrantes,
en las noches de invierno, junto al fuego,
entre historias de lobos y pastores.
No sois sueños. Seguís velando el mío,
que dormir quiero siempre como niño,
ceñidas a la mano que lo arrulla
e impresas en los ojos de mi alma.
Os veo altivas, al caer la tarde.
Oigo el grito del viento, el son de esquilas.
Huelo a incienso de heno y de manzanas.
Y me veo trepar vuestros regazos,
jadeando entre tomillo y duros riscos,
buscando alguna flor o alguna hierba.
Seguís allí, aunque yo ya no os mire.
Sois mías... Y míos son los árboles
que, a vuestros pies, plantaron los abuelos.
Aún quedan  -con las mías-  sus raíces,
que nutren a la tierra tras la tala
y de ella se alimentan. ¡Quizá viven!

Ella, levantó aquel hogar... Así fue.
Tal vez mañana, al hilo de la aurora,
otra madera se levante y crezca,
junto a aquella. Y enlace sus raíces
con las suyas, para absorber la savia,
aún viva y poderosa... Eso fue ayer.
Hoy, quiero recordar. Cierro los ojos
y veo un cielo azul, sin una nube.
El vuelo majestuoso del águila...
El chorro de cristal que, transparente,
de perlas salpicaba aquella roca.
El oro viejo, en las eras del trigo,
que mil dientes rizaban y pulían.
Aquel camino que va hasta la iglesia
y la torre que alberga la campana:
“Ellos lo hicieron”, dice la inscripción.
Y dice “cuando”... Yo, no había nacido,
pero ahora lo sé, porque lo siento.
¿Qué fue de los candiles que, en la noche,
alumbraron con fe mis ilusiones?
Quisiera estar allí. Y verlo intacto.
¿También el Campo Santo?... Nunca lo vi.
Otros he visto, entre dolor y llanto...
Que si la luz es madre del recuerdo,
donde está el llanto está siempre el corazón.

Al pueblo de Aviados,
dormido en la Montaña de León



Luis Madrigal