III
SOÑÉ DE NOCHE QUE ERA DÍA
Soñaba yo de noche que era día
y, entre sombras y luz, el sol miraba...
Yo, hacia una estrella quieta, que brillaba
colgada de un lucero.
Quise verla de cerca
y, de un salto ligero,
subí en carro de plata hasta su fuego.
La estrella, dulcemente, sonreía;
olía a amor y libertad, paz y consuelo...
Por ello, tenaz, yo persistía
y doblaba mi impulso con empeño.
Alcé los ojos... Iba a extender mi mano...
La estrella, se apagó.
¡Sólo era un sueño!
Luis Madrigal