viernes, 15 de noviembre de 2013

SE ABRE UNA PUERTA EN EL CIELO



El Cielo no es ese zarco tapiz, tan luminoso en las mañanas de estío, o cobalto, ya cuando la caída de la tarde, en el misterioso momento del crepúsculo, nos aproxima a las horas nocturnas, en las que se va la luz y comienza el reino de las sombras. Eso es el firmamento, el techo que se nos ofrece al sentido corporal de la vista. Pero, además de los sentidos corporales, que extingue la muerte, afortunadamente los seres humanos poseemos otros sentidos, los del espíritu, que habitan dentro de nuestra alma. Y, según tengo entendido, la moderna Bio-Neurología explora ya el camino de la Ciencia en busca de una noticia esplendorosa e infinitamente feliz: El alma humana, esa entidad incomprensible e inaccesible por ello a la razón, sería extra-cerebral. Esto es, ni siquiera habitaría en nuestro cerebro. Por ello nunca ha podido ser vista, ni explorada clinicamente. Pertenece a otro orden, a otro universo cósmico, no sólo más allá de nuestro cuerpo, sino también más allá del cosmos sideral, de las estrellas que brillan en la noche. Y lo mismo sucede con el Cielo, que ni es el firmamento, ni tan siquiera es un "lugar", sino un estado de nuestra propia alma. Siempre oí decir que el Cielo tiene Doce Puertas, tantas como las tribus de Israel. Y Alguien nos dijo también que allí hay "muchas moradas". Por alguna de esas Doce Puertas, camino de alguna de sus más dulces moradas, habrá entrado hoy en el Reino de la Luz, alguien a quien yo no podría referirme de modo convencional, de ninguna manera, porque formó y forma parte de mi propia vida, en las horas doradas de la primera juventud, cuando los días son más largos, más alegres y soleados y todo cuanto nos rodea nos dice que el mundo en que habitamos es el mismo paraíso celestial. Por eso, aunque mi corazón se conmueve de una honda tristeza, también salta de alegría, pensando en que ella ya se encuentra entre quienes, mientras danzan, entonan sublimes y delicados cantos de amor. Desde este duro pedernal, seco y calcinado, le pido a ella que no se olvide y de mí y tienda hacia todos, a cuantos hoy nos duele el alma, la dulce y generosa mirada que siempre nos dispensó. Amén.





La Señora Doña

María Jesús Albístegui Suárez

Falleció en León, donde había nacido y vivido, en la mañana del día de hoy, 15 de Noviembre de 2013, tras una vida cristiana abnegada y ejemplar.

A su esposo, mi entrañable amigo JOMAPUPE, y a sus 7 hijos: José Eduardo, Luis Javier, Juan Pablo, Ana Cristina, Marta, Carlos y Celia Puente Albístegui, les envío en espíritu mi profundo dolor y mi más esperanzadora y sublime alegría.



Nunca te hice un regalo personal, María Jesús, como hubiera debido hacerte, pero hoy quiero dedicarte un Soneto:



¡HOY, AMANECE, MARÍA JESÚS!


Era una flor tan pura que miraba
siempre hacia el Sol, que alegre sonreía.
Nunca clamó… Ni una mirada fría
de sus ojos partió hacia lo que amaba.

Recogida en sí misma, siempre estaba
pensando cómo a quién alegraría
y, aun sabiendo que un día moriría,
creía que el morir resucitaba.

Si ves que nada ves, ni sientes nada
y que tu luz, contigo, aquí perece,
nada temas, que una nueva alborada

más allá de la sombra, azul florece…
Tiende tú hacia nosotros tu mirada,
María Jesús: No es noche… ¡Hoy, Amanece!


Luis Madrigal





Hasta Mañana, María Jesús.