viernes, 15 de enero de 2010

DIOS, ESTABA ALLÍ Y... ESTÁ


Una periodista, corresponsal de prensa o similar, ha dicho en el diario "EL MUNDO", de Madrid, que, en estos momentos, en Haití, se encuentran "sin noticias de Dios". Es decir, cabe interpretar que Dios ni se ha enterado de la catástrofe ni ha aparecido por aquellos dolorosos pagos, porque, en el fondo, lo que pretende decirse es que Dios, no existe . O bien es directamente el culpable de lo ocurrido, como asimismo afirmó un pintoresco personaje haitíano. En cuanto a la periodista, lo más ingenioso del titular es la burda imitación del cuentecito, de tan enorme éxito, del novelista barcelonés Jorge Mendoza, "Sin noticias de Gurb", un extraterrestre perdido en la Ciudad condal con ocasión de los Juegos Olímpicos celebrados allí en 1992, esto es, en la XXV Olimpiada de la era moderna. Por lo que se refiere al haítiano que ha culpado directamente a Dios de la tragedia, o a las opiniones y manifestaciones populares que, por este motivo, ponen en tela de juicio su existencia -es decir, su esencia, porque existir, propiamente (tienen razón), Dios no existe- la injusticia con Dios no puede ser mayor. Es muy facil culpar a Dios de este tipo de dramáticos acontecimientos, eludiendo la culpabilidad de quiénes, quizá durante siglos, han martirizado a los hombres, tanto en nombre como en contra de Dios. Dios, sólamente habita en la conciencia de los hombres. Está dentro -quiere estar- de cada uno de ellos, pero son ellos, los hombres, quienes le expulsan y destierran de sí mismos. Las injusticias, la explotación, la maldad, la ineptitud, no pueden ser evitadas ni por el mismo Dios , porque Él ha creado libres a los hombres. Ciertamente este tipo de trágicos sucesos, no ocurre tan sólo en los pueblos más pobres, como podría asimismo pretenderse. Ocurre en todo lugar, pobre o rico, porque sus causas, o su causa, no es más que puramente geológica. Se trata, parece ser, de la llamada "tectónica de placas", o de "capas", que se encuentra en la superficie terrestre. Haití y otros muchos lugares también pobres, son lugares sísmicos, deben tener sus "fallas", pero también la tiene California -la llamada de San Andrés- y también allí se han producido y producirán, probablemente, terremotos. La diferencia, sin duda es de riqueza y de capacidad organizativa y tecnólogica para prevenir o paliar las consecuencias dañosas. Pero esa riqueza y esa capacidad, la honestidad de los gobernantes o su codicia y latrocinio, más que la tierra, es cuestión exclusiva de la voluntad humana. ¿Tendrá también la culpa Dios de que -como ayer dije en este mismo Blog, con la autoridad de la Historia- en 1811, aquel malvado que se llamó Henri Christophe, se autoproclamase Rey, y sometiese al país a toda clase de atrocidades, muy posiblemente causa, entre otras, de su actual pobreza?. Y así, sucesivamente, con independencia de las circunstancias y de su origen, ya provengan del propio país, o de los EE.UU. de América del Norte, a los que siempre resulta tan cómodo culpar de todo. No es Dios, son los hombres. Y, en este caso, tampoco se podrá culpar a la "malvada" España, que sometió a los pobrecitos indios de America... fundiendo su sangre con ellos. Los méjicanos, tienen esto muy claro, y hay que agradecérselo mucho. Se sienten orgullosos de ser un pueblo mixto, mitad españoles y mitad indios. Y presumen de ello, como yo también presumo de ser español y de que mis antepasados, en lugar de matar a los indígenas, como se ha dicho o se dice tantas veces, se mezclaran con ellos, sin perjuicio también de muchas posibles atrocidades. Pero Haití, desde hace más de un siglo, ha sido colonizado, "organizado y dispuesto" por la maravillosa Francia. ¡Qué no se diría de España, del lastre y "herencia" que los españoles dejamos en América, si el terremoto de Haití hubiera ocurrido en otro lugar del entrañable suelo sudamericano!. No, no es Dios. Son los hombres. Dios, estaba alli y... está ahora mismo. Se duele y abraza a todos y cada uno de los cadáveres que yacen sin sepultar, entre ellos el del Arzobispo de Puerto Príncipe, Mons. Serge Miot, y al dolor de sus familias y seres queridos. Dios, estableció las reglas, al crear el mundo y, aunque podría variarlas (y a esto lo llamamos con toda propiedad "milagro"), no lo hace así por las buenas. Simplemente, "permite", no se opone a su propia creación, aunque su primer plan fuese otro. Por eso, Dios, estaba y.. está. Dios es Dios y está siempre. Los que no estamos, ni queremos ser, somos los hombres. Luis Madrigal.-

Arriba, la Falla de San Andrés, en la rica California. Abajo, sucesivamente, "Te Deum", motete polifónico del gran músico francés Marc-Antoine Charpentier; en segundo término "Laudate Dominum", de W.A. Mozart, y finalmente, el "Te Deum laudamus" gregoriano. Siempre es bueno alabar a Dios. ¡Por triplicado!