¡QUÉ TARDE...!
¡Qué tarde las ilusiones
que las pasiones levantan,
llegan...! Cuando ya no hay fuego
y sólo el humo y el hielo,
ya se hermanan, ya se espantan.
Que impreciso y torpe, el tiempo
que discurre sin sentido;
se va por donde ha venido,
tan ligero como el viento,
sin despertar el latido.
Qué dulces son las palabras
cuando suave es el camino
y qué duras y qué amargas
son las que -andando- el destino
se guarda al fin... ¡Son dolor!
¡Qué pronto se va el amor,
para cruzar a otros prados
y a otras fuentes...! Con horror,
hace brotar agua amarga,
como veneno la flor.
A prestar viene su auxilio
siempre el racional sentido...
Y, a costa de la cordura,
sufre el alma la tortura,
la soledad y el exilio.
Luis Madrigal