domingo, 14 de marzo de 2010

EL CANTO DEL CISNE



AL SILENCIO QUE OYÓ CANTAR A UN CISNE

Se oyó en la noche a un cisne, que cantaba,
blanco como la nieve, y que moría
para no ver morir lo que alegría
hubiese sido aquello que soñaba.

El sueño, terminó... El Llanto estaba
postrado en tierra, sin saber que un día
ya nunca sería risa, y volaría
al lóbrego barranco al que asomaba.

Aquel cisne murió y, con su canto
un último suspiro voló al cielo.
La noche, al fin, tendió su negro manto

y, sin estrellas, invisible el vuelo,
el Silencio advirtió que, ya entre tanto,
se había quedado solo sobre el suelo.


Luis Madrigal





¡ARRIBA EL CORAZÓN!


Hermanos chilenos: Voy a arriar vuestra bandera, y también la mía que porta ese crespón negro. La vida tiene que seguir y tampoco podemos eternizarnos en las desgracias. Pido a Dios que os conceda la fuerza necesaria, el valor, la entereza, la constancia de un pueblo organizado y valiente que sabe hacer frente a sus desdichas y adversidades. Con el respetuoso recuerdo a quienes se fueron. Lloradlos en paz y con sosiego. Pero también con la alegría de volver a construir un Chile nuevo, más fuerte, mejor. Como ya os dije en su día, yo no soy España, sino tan sólo un insignificante español. Nada puedo por mí mismo aportar en vuestra ayuda, pero creo que sí debería hacerlo mi país, a través de todas sus instituciones, no sólo políticas, sino sociales y humanitarias. Sois sangre de nuestra sangre y espíritu de nuestro espíritu, porque nuestros antepasados la unieron con la de aquellos valientes y nobles araucanos a quienes cantó Alonso de Ercilla. ¡Suerte, Chile!. Siempre estaremos con vosotros. Luis Madrigal.-