viernes, 26 de marzo de 2010

ESTE VIERNES, ES DE DOLOR


He decidio suspender transitoriamente todos mis poemas de amor, en  cualquier forma de estrofa, y en serie o no, pura y simplemente como signo de homenaje al dolor, que, tal vez, es la medida más grande del propio amor, en cualquier dimensión o manifestación posible. Sólamente por aquellos a quiénes amamos de verdad, estamos dispuestos a padecer y sufrir indeciblemente. Cuando el amor es total y absoluto, a sufrir por ellos hasta la misma muerte. Este Viernes,  es antesala inmediata del gran Dolor, del que aceptó, no sin sudar antes sangre, quién quiso paceder para la salvación del mundo entero, no sólo de los "beatos" que vamos a Misa, y decimos creer en Él, sino de todos los hombres que vienen a este mundo, incluso los que dicen no creer, pero tienen su corazón lleno de amor. Y antes de celebrar ese gran dolor, el del Hijo, comenzamos por recordar el Dolor de la Madre, María se llamaba y la llamamos siempre todos quiénes aceptamos el regalo de ser  también hijos suyos. Hoy, este Viernes, aquella Mujer transido de pena  -de angustia, de dolor-  su corazón, sale a nuestras calles, porque vislumbra ya la gran tragedia de la Muerte, la que ha de convertirse en Vida para todos. Un gran poeta, vecino mío en el espacio, porque nació en Santander, aunque no en el tiempo, porque lo hizo muchos años antes, en 1896, pese a haber sido coetáneos, siguiendo la huella de aquel otro gran poeta andaluz, Vicente Espinel, usó con mucha frecuencia aquella composición poética creada por este último, la Décima renacentista, llamada en su honor espinela, que Gerardo Diego convirtió en la Décima moderna, de la que es indiscutible maestro. Gerardo Diego la utilizó en un sentido bien distinto, nada epigramático, como hoy quiero yo recordar a los amantes de la Poesía, con esta delicada "PIEDAD", como él tituló a aquella Décima, en honor  de la Madre hoy Dolorosa: 

He aquí helados, cristalinos
sobre el virginal regazo
muertos ya para el abrazo
aquellos miembros divimos.
Huyeron los asesinos.
¡Qué soledad sin colores!
¡Oh, Madre mía, no llores!
¡Cómo lloraba María!
La llaman desde aquel día
La Virgen de los Dolores.


Gerardo Diego 


En la imagen de arriba, Nuestra Señora del Camino, Patrona de la Ciudad y el Viejo Reino de León, una Dolorosa de época y autor desconocidos

Mil perdones por tan lamentable olvido: Muchas felicidades a todas las María Dolores, Lolas y Lolitas del mundo y, muy especialmente, a la esposa y la hija de mi querido amigo murciano MAN