viernes, 24 de abril de 2009

UNA SÓLA NACIÓN, UN SÓLO ESTADO


La publicación, días pasados, en el delicioso Blog musical de Marga Fuentes, de unas fotografías de Lisboa, hizo volar mi recuerdo, nada menos que al año 1962, en el que yo estuve por vez primera en Portugal, lo que me sirvió, ya entonces, para preguntarme, a la vista de todo cuanto allí pude ver y oír, la razón por la cual Portugal y España habían terminado siendo dos Estados distintos e independientes. E incluso, me atrevería a decir, dos Naciones. Por favor, hermanos portugueses, nada de anexionismos, ni falsas superioridades, ni pretensiones imperialistas de ningún género. Lo que yo allí, pude comprobar, muy gratamente, y con verdadera emoción, fue entonces que los portugueses me querían de verdad, que, salvo muy ligeras costumbres, la cultura y el tipo de vida eran lo mismo que en España. ¡Que diferencia pude observar ya entonces con respecto a Francia, donde también había estado! En esta primera ocasión, visité Coimbra, su Universidad, con la “Sala de los Capelos”, y el “Portugal dos Pequeninos”, la “Quinta das lágrimas”, en cuyo jardín la española Inés de Castro, amante del Rey Pedro I de Portugal, fue degollada, pese a la súplica que Camoens inserta en la estrofa 127 del canto III de “Os Lusíadas” , narrando así la petición de clemencia de Doña Inés: “Ó tu, que tens de humano o gesto e o peito / (Se de humano é matar hûa donzela, / Fraca e sem força, só por ter sujeito / O coração a quem soube vencê-la),/ A estas criancinhas tem respeito, / Pois o não tens à morte escura dela; / Mova-te a piedade sua e minha, / Pois te não move a culpa que não tinha”. No debieron servir de mucho las súplicas, puesto que Inés fue degollada, pese a la repercusión que tal hecho tuvo más tarde en aquel roquedo tan romántico, llamado Penedo da Saudade, también en Coimbra, lleno de romanticismo y melancolía, donde se dice que el Rey Don Pedro iba con frecuencia para llorar la pérdida de Inés. Y asimismo, y desde luego, también la venganza posteriormente tomada. Los asesinos de Inés de Catro, Pero Coelho y Álvaro Gonçalves, que se habían refugiado en Castilla, son devueltos a Portugal, en virtud de un acuerdo entre ambos reyes. Diego Lopes Pacheco, más afortunado, consigue cruzar a tiempo la frontera con Aragón y de allí pasa a Francia, donde no se vuelve a saber nada de él. Pero, respecto Gonçalves y Coelho, la venganza fue consumada en el palacio de Santarém en presencia de otros cortesanos. D. Pedro mandó preparar un espléndido banquete de ceremonia mientras las víctimas eran amarradas a sendos postes de suplicio y torturados con toda crueldad. Luego, mientras comía con parsimonia, (“e bebe o seu vinho tinto”, según las crónicas portuguesas) ordenó al verdugo arrancarles el corazón: A Gonçalves por la espalda y a Coelho por el pecho. Por último, insatisfecho con el tremendo martirio, aún tuvo ira suficiente para morder aquellos corazones, que para él, por siempre serían malditos.

En mi segunda visita, en los Jerónimos de Lisboa, el guía me dijo, mientras me daba un fuerte abrazo, entre gentes de todas las nacionalidades europeas, al saber que yo era español: “¡Pero, si somos hermanos…!” Y, una emoción muy especial embargó mi corazón. Desde entonces, me aficioné a recorrer la Historia de Portugal, tan ligada a la de España, y no me duele reconocer existen, tal vez -de existir éstas, que tampoco existen- más razones para la independencia de Cataluña que para la de Portugal. Por otra parte, ¿nadie se pregunta por qué Galicia, ha permanecido dentro de España, mientras Portugal no? Y, si una Nación -según se dice- antes que nada es su lengua (caso de Cataluña), no debería olvidarse que el idioma hablado tanto en Portugal como en Galicia, y naturalmente también en el Brasil (y esto no lo digo yo, sino un lingüista del prestigio del Profesor de Oxford, William J. Entwistle, o del alemán Humboldt), es lingüísticamente conocido como “galaico-portugués”. ¿Y alguien ha pensado en lo que hoy, ahora mismo, Portugal y España, unidas al menos bajo un único Estado, podrían significar, tanto para sí mismas, como para el mundo? Y sin embargo, movidos por falsos “nacionalismos”, y exaltación de lo “patriótico”, tanto españoles como portugueses hemos puesto especial interés en explotar lo que nos separa, que apenas es nada, en lugar de potenciar lo que nos une, que es mucho, y no sólo históricamente, sino vitalmente. Viene a ahora a mi memoria, al respecto, lo que ha significado siempre y aún significa, la cultura y convivencia humana de lo que se llama “La Frontera”. Naturalmente la de las gentes que, de uno u otro lado, hacen su vida en las comarcas y pueblos que se extienden a lo largo de la frontera entre Portugal y España. ¿Qué idioma hablan? ¿Qué tipo de relaciones humanas practican? ¿Contraen matrimonio habitualmente entre si? ¿Nacen hijos de esas uniones conyugales?. Cierto que sí. Unos, serán “españoles” y otros “portugueses”, pero todos ellos son “de La Frontera”, que es una unidad de espíritu muy superior al de las unidades políticas territoriales y que no se extiende limitativamente al tramo entre Ayamonte y Faro o Vila Real -como señala el fado “español”, de Carlos Cano -que tan sólo es la Frontera del Sur- sino, desde ese mismo lugar hasta la Guardia, donde el Río Miño hace de Frontera. Y esto, es muy entrañable y debería haber servido de algo y para algo más.

Cuando yo pienso en la unidad entre España y Portugal, no me estoy refiriendo a Aljubarrota, el día 14 de Agosto de 1385, en el que las tropas portuguesas, al mando del Rey Juan I de Portugal y de su Condestable Nuno Álvares Pereira, derrotaron a los castellanos, consolidando la entronización de la Casa de Aviz (de la que por cierto, y ello es curioso y una muestra más de lo que trato de decir, después descendería nada menos que Isabel I de España). Ni tampoco me refiero a los agobiantes momentos, tras la muerte sin descendencia del impetuoso Rey Don Sebastián de Portugal, en la Batalla de Alcazarquivir, en territorio africano, en los que los nobles portugueses están deliberando acerca de los derechos sucesorios a la Corona de Portugal por parte de Felipe II, que, efectivamente, eran superiores, de más alto linaje, que los de los otros dos candidatos, el Prior Crato y la Duquesa de Braganza, por ser Felipe II nieto de Don Manuel el Afortunado. Pero, lo reconozco, no estuvo nada bien, sino que fue un acto prepotente e innecesariamente beligerante, que el Duque de Alba invadiese Portugal, en 1580, para tomar militarmente Lisboa, tras la Batalla de Alcántara. Ni estuvo bien eso, ni tampoco la forzada anexión de Portugal por España, no sólo durante el reinado de Felipe II, sino también del de su hijo Felipe III (“los Felipes”, como les llaman nuestros hermanos portugueses con evidente antipatía, y a los que no perdonan los casi cien años de dominación española de Portugal. Pero, como ya he dicho, tampoco me refiero a ninguna de esas dos fechas, sino, respectivamente, a 253 y 448 años antes. Me refiero al año 1132. Ahí, a mi juicio radicó el error, un error objetivamente grave, por encima de cualquier sentimentalismo, que mermó notablemente la capacidad y redujo las energías ibéricas, tanto peninsulares como de su expansión en América.

Y me duele admitir que fue un ilustre y egregio “paisano” mío, El Rey de León -también antes que de Castilla- Alfonso VI, de muy feliz memoria, por otra parte, a quien se debe tal error histórico. Portugal -el Condado de Portu Cale- había sido hasta entonces territorio del Reino de León, y estaba sometido a su soberanía. Alfonso VI, se equivocó de “yerno”. Casó a su hija legítima Urraca, con el Conde de Borgoña, Raimundo, mientras la ilegítima, Teresa, contraía nupcias con otro borgoñón, Enrique, de más alto rango, era Duque de Borgoña, mientras Raimundo, tan sólo Conde. No seré tan ingenuo de pensar que la diferencia de rango en el linaje, pudo ser la causa, sino más bien -como siempre- el talento y capacidad humana, si a ellos se asocia la ambición. Del matrimonio entre Enrique y Teresa, Condes del Portu Cale, nació Alfonso I Enriquez, que será el primer rey de Portugal. Claudio Sánchez Albornoz, ha visto como contraria a la idea imperial leonesa, y extraña a su tradición y a la castellana, la concesión “iure hereditario” del gobierno del Condado de Portugal a Enrique, casado con su hija Teresa. Cierto que también lo hizo con Alfonso Raimundez, al cederle el gobierno de Galicia, con la diferencia capital y crucial que del matrimonio de Urraca y Alfonso, nació Alfonso Raimundez, lo que hubiese dado lugar también, probablemente, a una Galicia independiente hoy de España, pero este resultado no pudo producirse, al convertirse Alfonso Raimundez en Alfonso VII de Castilla y León. Pero, en mi opinión, para desdicha de España, y creo que también de Portugal, no sucedió lo mismo con el Portu Cale. Por eso, únicamente por eso, Portugal y España no son una sola Nación y un solo Estado.

Yo, sin embargo me he prometido a mi mismo que algún día solicitaré la nacionalidad portuguesa, amparándome en el Tratado de doble nacionalidad. También quiero ser portugués, que no es en absoluto incompatible con ser español. Mi padre, nació en un pequeño pueblecito, Robledo de Sanabria, en la Provincia de Zamora, a una escasa media docena de kilómetros con la Frontera de Portugal. Él habló portugués durante su juventud, naturalmente además de español y, muchas veces, me contaba historias, quizá sólo leyendas, entrañables de portugueses y españoles. Y siempre amó a Portugal. Del mismo modo, yo también he aprendido a amarlo. Luis Madrigal.-


Arriba, como recordatorio, con el que casi me emociona ilustrar esta entrada, mi propia fotografía, cuando era mucho más joven que ahora, haciendo más bien “el idiota”, pero con el sincero deseo de abrazar a Portugal, en el Complejo Turístico “Portugal dos Pequeninos” de Coimbra. Seguidamente, el Vídeo de la canción de Carlos Cano “María la portuguesa”, interpretada por el propio Cano y por Amalia Rodrigues, que sellan su interpretación con un fraternal abrazo. Ellos, los dos, ya no están entre nosotros, lamentablemente. Pero queda su espíritu. El mismo con el que ellos se dieron ese fraternal abrazo. Hermanos portugueses. ¡Viva Portugal” y… ¡Viva España! Mucho mejor, aún. Vivan siempre los dos juntos. ¡Somos hermanos!

P.D.- ¡Ah...!, se me olvidaba. Por supuesto, la Capital en Lisboa, mirando hacia nuestra América Ibérica... Nada de "latina". Eso, es cosa de Francia.