lunes, 7 de junio de 2010

PARA OLVIDARLO PRONTO




NADA PREGUNTO

Nada pregunto... Nadie me responde.
Si mi mudo silencio es un vacío,
ninguna voz, en estruendoso río,
sabría qué decir, ni sabe adónde

conduce la tiniebla en que se esconde.
Ojos muertos, que ciega el albedrío
del torpe instinto esclavo... El desvarío
en necio caminar, sin saber donde.

Desaliñado espíritu, que besa
el lodo más abyecto y que, su alma,
arrastra por el fango, herida y lesa.

Alarido sin luz, bestia sin calma;
monstruoso pesar, que tanto pesa:
Jamás sabrás donde crece la palma.


Luis Madrigal