lunes, 13 de diciembre de 2010

EL VILLANCICO ES DE IBERO-AMÉRICA




Mi querida amiga de Guatemala  -y estoy seguro que de muchos de los que mantenéis Blogs-  Aída Niederheitmann Lara, me ha enviado un archivo "ppt", que es un Villancico, moderno pero ingenuo y lleno de ternura. Ignoro si el Villancico es o no guatemalteco. Estamos pendientes de averiguarlo, así como los datos exactos de su autor. Pero, este recuerdo me ha hecho recordar el género y la especie, tanto literaria como musical y, más aún, muy entrañablemente, a todos los paises del mundo en los que surge el Villancico y a todas las personas, niños o no, que alguna vez los han cantado. 

El villancico es una composición musical, de forma y contenido poéticos tradicional de España y Portugal y,  por lo tanto, también de Iberoamérica. Los Villancicos surgieron en el Renacimiento y alcanzaron su pleno desarrollo entre los siglos XV y XVIII. Eran canciones de origen popular que, posteriormente, comenzaron a cantarse en los templos. Fue entonces cuando se armonizaron  a varias voces, con intervención de los grandes maestros de la Música de aquel tiempo. Como es universalmente sabido, el tema o figura capital del Villancico es la Navidad, el Nacimiento del Señor, que exulta el ánimo de las gentes por lo que tal misterioso acontecimiento significa. Compositores más notables de villancicos fueron, desde luego entre otros muchos, los españoles Juan del Enzina, Francisco Guerrero y Juan Gutiérrez de Padilla, asi como los portugueses Pedro Escobar, llamado Pedro do Porto y Gaspar Fernándes. Este último, fue precisamente el antecesor como Maestro de Capilla en la Catedral de Puebla de los Ángeles (Nueva España, nuestro querido Méjico)  -antes lo había sido en la Catedral de Guatemala-  del malagueño Juan Gutiérrez de Padilla, quizá el más grande de todos. Pero quiero decir con esto que la influencia de los dos países ibéricos en la América por ellos colonizada, es un hecho que va a dar lugar, a lo largo y ancho del subcontinente iberoamericano a una escuela musical, en torno a las Catedrales del Nuevo Mundo, en la que los maestros ibéricos, con la incorporación de otros indígenas, y la utilización de las lenguas precolombinas, azteca, quechua u otras, escribirán y armonizarán importantes villancicos, no sólo chanzonetas y romances, que hoy tienen un tierno y emotivo encanto para nosotros. A este respecto, es necesario considerar que la música europea era el mejor medio de proselitismo apostólico que los misioneros podían utilizar, toda vez que, se constata como hecho indudable, a los pueblos originarios de América, les encantaba este tipo de música, sintiéndose atraídos poderosamente por ella. Por este motivo, el Villancico, aunque moderno, que me ha enviado Aída, me ha hecho recordar aquellos otros, tanto los propiamente ibéricos, como el del portugués Gaspar Fernándes, titulado “Pois con tanta graça”, como los, sin duda debidos en sus letras a maestros indígenas, como “Tleycantimo” y “Xicochi conetxintle”, en lengua azteca, y el bellísimo “Hanacpachap cussicuieuinin”, en lengua quechua. Y no puedo resistir la tentación de reproducir su respectivas letras: “Pois con tanta graça   -exclama en portugués Gaspar Fernández-  / a nacido o belo Niño / tocay voso pandeiriño / Batista sua churumbela / toca Alfonso a guitarrela / a fora fora ratiño / follijay portuguesiño / fu furrufu ay Jesú…”. Muchos más deliciosos resultan los “Xicochi” y “Hanacpachap”, este último de 1611. “Xicochi / xicochi conetzintle / Caomiz hui hui joco / In angelos me, Alleluya, alleluya…”  Y se dice que fue el Cura del pueblecito de Andahuaylillas, en las proximidades de Cuzco (Perú), Don Juan Pérez Bocanegra, quien publicó el célebre Himno en quechua “Hanapacpachap”, muy probablemente compuesto por un indígena: “Hanacpachap cussicuinin / Huaran cacta muchascaiqui / Yupai rrurupucoc mallqui  / Runacunap suyacuinin / Calpan nacpa quemicuinin / Huaciascaita / Uiyarihuai muchascaita / Dios parampan Dios pamaman…”

Y, pese a la publicidad con la que Goear  no cesa de flagelarnos, como soy bastante torpe y aún no he logrado tener en mi Blog un buen reproductor de música, sin ningún tipo de publicidad, iré publicando muchos, hasta 21, de estos bellos Villancicos iberoamericanos, desde hoy mismo hasta la celebración de la próxima Navidad. Diculpen, disculpad todos la odiosa publicidad.  Habrá que hacerlo en honor al espíritu navideño, pero en todo caso merecerá la pena, según creo y espero. Algunos de ellos, no estoy seguro de que puedan ser Villancicos  -precisamente como este primero que hoy ofrezco, "Salga el torillo", de Sucre (Bolivia), compuesto por Diego de Salazar-   pero sí desde luego música salida del mismo período y de los mismos maestros, que a todos los ibéricos nos une. Un abrazo, por ello, a todos los hermanos iberoamericanos. Muy especialmente a nuestra amiga Aída, de Guatemala. Un beso, Aída. Luis Madrigal.-