viernes, 24 de abril de 2015

EN LAS HORAS MÁS QUIETAS




QUIERO SUBIR A LA MONTAÑA


Mirando la Montaña, que se alza
majestuosa y firme desde el suelo,
su cumbre, que acaricia suave al cielo,
siente el alma la sed de estar descalza.

Sólo así, en su mirada, el ser alcanza
el bien, la fe, la dicha y el consuelo,
la luz de ver, libre de todo velo,
que turbar pueda vista en lontananza.

Sólo así la mirada, siempre clara,
penetra en los arcanos de la altura
y lo que nunca el ojo divisara

descubre el corazón… Fruta madura
que eternamente el tiempo deseara:
El contemplar al fin tanta Hermosura.


Luis Madrigal