martes, 21 de mayo de 2013

PADRE NUESTRO, ¿POR QUÉ ESTÁS EN EL CIELO? (VIII)




VIII

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACION

No nos dejes, Señor,
que en ella perecemos, y del riesgo
advierte con prudencia tu Escritura:
Si, temerarios, el peligro amamos,
en él, sin duda alguna, perecemos.
Mas, ¿cuál es el peligro, cuál el riesgo?
Tal vez, aún se dice y con razón,
que son la carne, el mundo y el demonio,
del alma los mortales enemigos.
Tú, hablaste de la carne y del espíritu;
el último “está pronto”, la otra “es débil”.
Pero, Señor, en esto de "la carne"
(¿no se podría ya decir de otra manera?)
tengo yo muchas dudas. Pues no todas
"las carnes" son iguales, ni ellas todas
colgarse pueden en el mismo "gancho".
Ninguna de ellas es especialmente...
menos "carne".
¿No será solo lo del Sexto...?
Extragos hizo eso, en su momento
y sacó tantas cosas de su quicio...
 ¿Tan solo carne es "eso"?

¿Acaso es menos carne “el dividendo”,
que el banquero idolatra y al que adora?
¿Cuál es "la ocasión", para el banquero?;
¿cuál es la "tentación" del poderoso
que en el poder se mira, con él sueña
y del poder hace esclavo a quien lo sufre?
¿Acaso es menos carne el egoísmo,
que solo para sí las cosas quiere?
La gula, la avaricia, el despotismo
de la soberbia, que humilad humilla.
La vanidad, que inflama alma en vacío;
la envidia que corroe el alma misma...
Que siete son los vicios de "la carne"
y no uno sólo... Amor concupiscente
no es amor  -quizá-  pues desde luego
el amor ha de ser benevolente.
Tú bien sabes de Amor, ya que lo eres;
lo creas, nos lo das y lo transciendes,
lo elevas de contrato a sacramento.
Que, el hombre y la mujer, nos dice Pablo,
han de ser dos, en uno, y la simiente
del fruto del amor, de la esperanza
de renovada fe... Y  -según Juan dice-
de luz, en la Luz que vino al mundo.
No me digas que algo tan "transparente",
como la pura luz que el sol imparte,
es ocasión de yerro y desvarío.
Eso, no es tentación. Es... "monumento"
de tu gloria, de tu gusto, de tu arte...
Que todo amor, Señor, es sacramento
y basta para ello, en un instante,
ser libre, consciente, sin dislate,
sin instinto de selva y ningún daño.
No sólo con “palabras de presente”...
Y canonista soy... Mas, sobre el canon,
está siempre el amor, si es transparente.
Apártame, Señor, de tentaciones
pero no del amor, si a nadie hiero,
que en el amor vivo, por él muero
y por él, y en él, Tú nos creaste.
A pesar de estar muertos, nos salvaste
por la Mujer y obra del Espíritu
y, en una cruz, a todos nos amaste.
Que, Tú eres Dios y yo... tan sólo un hombre,
y carne soy  -no solo soy espíritu-
pero tu propio Espíritu en mi carne.

¿El mundo?... Ahí está, en la ventana
de ese televisor, desde el que miro.
No salgo de mi cueva, y lo que veo
(¡que cosas veo, Señor, cómo está el mundo!)
casi siempre me aburre, no me tienta,
y si me tienta, "cierro la ventana".
Que el mundo no soy yo, yo no soy mundo,
solo soy "yo"  -sin ser-  ya que mañana,
de la vida siguiendo la corriente,
con el tiempo, y en forma soberana,
el "yo" que soy, será "Yo" transcendente.
En Ti... estoy yo, Señor. Ahí... está el mundo.

¡El demonio!... Curioso personaje...
Si es preciso, escribo con mayúscula
Satán, Luzbel, "Perico", Belzebú,
Pero Botero o Mefistófeles
(que todos esos nombres son castizos).
Pero... ¿qué es “el demonio”, Señor?... ¿No soy
yo mismo, cuando de Ti me aparto y
me separo?... Mas, si en Ti permanezco,
el enemigo es nada. Que, contigo,
en mí no cabe ya ningún demonio.
No quiero que tu Iglesia me excomulgue,
pues es también la mía, y obedezco...
Mas... ¡líbrame, Señor, de mi egoísmo!,
que del "Demonio"  librarme... sé yo mismo.


Luis Madrigal