miércoles, 19 de diciembre de 2012

MANOS DE MADRE EN NAVIDAD


Ayer mismo compuse un soneto, salido de lo más profundo de mi corazón hacia las manos de una madre. Una madre, heroica, que lucha contra un severo percance cardiovascular. Muy posiblemente, ya cansada de vivir  -porque el vivir es la cosa que más cansa- esa madre buena y generosa lucha por sobrevivir, superando una hemiplejia, para que la persona que la cuida y tal vez más la ha querido, pueda evitar el dolor. Se trata de un caso visiblemente recíproco y, a la inversa. Ambas se aferran a la vida, porque la madre es la vida, para la hija, y ésta es la vida de la madre. Llevado por la profunda emoción que me causó lo leído en un BLog amigo, saltó de mi pecho, a velocidad inusitada, un soneto que, fruto de tal rapidez, incurrió en el imperdonable error de utilizar la misma palabra, a fin de obtener la rima consonante entre los versos primero y tercero del segundo terceto. Hoy he podido advertirlo y, aunque lo esencial es el sentimiento, tampoco me gusta nada dejarlo así. Por ello hoy vuelvo a repetirlo, ya modificado, en mi propio humilde Blog, si cabe con mayor sentimiento aún que ayer:


 A UNAS MANOS DE MADRE


 Esas manos que ayer secaron llanto,
se aferran, aún vivas, a la vida...
Quieren librar al alma dolorida
de quien, con tanto amor, las besó tanto.

Mas,si la muerte al fin tiende su manto,
será como una plácida venida
al Jardín de la flor ya florecida
que esparce con su aroma un dulce canto.

Traerá la paz al alma del que, en tierra,
al más súblime Amor ya se abandona
y mira un lago azul, allá en la Sierra

donde el cielo su puro azul ticciona
sobre el agua que la visión encierra.
Y sólo amor -sólo eso- amor pregona.