martes, 14 de julio de 2020

LEVIATÁN




Maldigan a los que maldicen el día, los que se aprestan para despertar a Leviatán.
    (Job 3:8)


Al fin, poco a poco parece ser que, en España, alguien o algo, va o van despertando a Leviatán. Al Leviatán hebreo y bíblico, a fin de cuentas creado por Dios, pero también llamado a ser destruido con su espada, fuerte y dura.

Leviatán (en hebreo,“enrollado”) es una bestia marina del Antiguo Testamento, a menudo asociada con Satanás, creada por Dios, según el propio Génesis. El término Leviatán ha sido utilizado y reiterado, en numerosas ocasiones, como sinónimo de gran monstruo o criatura por esencia del mal. Hasta existe una película del año 2014, con este mismo nombre por título.

La descripción de “Leviatán” se encuentra también en Job (41:1-34) y encaja perfectamente con el cocodrilo y el “mar” del versículo 31. Por tanto, puede referirse a una bestia habitante de un río, como el Nilo, o a otra gran vía fluvial. No obstante, hay que tener en cuenta que a algunos cocodrilos, como los cocodrilos del Nilo (Crocodylus niloticus), se les ha hallado a lo largo de la costa, y que en algunas ocasiones se adentran en el mar, a cierta distancia de la tierra. En todo caso, el término hebreo “Taninim”, relativo a Leviatán, hace referencia a un monstruo marino, cocodrilo o gran serpiente, y el mencionado nombre resulta de uso genérico para monstruos marinos. Hasta tal punto que, durante la edad de oro de los viajes a través del mar, los marineros europeos vieron al Leviatán como una gigantesca ballena-monstruo, o generalmente una serpiente marina, que devoraba naves enteras al nadar alrededor de los cascos, creando rápidamente un torbellino.

En el Judaísmo, se llama “Lotán” al monstruo policéfalo y septiforme encarnación del Caos, vencido para dar inicio a la Creación. Y hay una leyenda, de acuerdo con la cual Dios creó a Leviatán macho y hembra, pero mató a esta última para dar de comer a los hombres honestos, ya que si los “leviatanes” llegasen a procrear, el mundo entero no podría dominarlos. No quisiera que ninguna “progresista” tomase esta idea como una quintaesencia del “machismo”.

El Leviatán es mencionado expresamente en el tratado talmúdico Avodah Zará: En un día hay doce horas. En las primeras tres horas, Dios se sienta y aprende la Torá; durante las segundas tres horas, juzga al mundo. En las terceras, lo alimenta. Por último, en el cuarto periodo de tres horas, Dios juega con el Leviatán… Aunque no dice el santo Rabbí Yehuda HaNasí  -el editor de la Mishná-  que después lo mata. Esto último lo había dicho mucho antes el Profeta Isaías.

En el Cristianismo, la interpretación cristiana del Leviatán le considera como un demonio asociado con Satán, o el Diablo, y algunos especulan que es el mismo monstruo que Rahab (Isa 51:9). Viene muy a cuento señalar que Rahab, más que un demonio, fue una prostituta de Jericó que ayudó a los espías israelitas de Josué. Sin embargo, en la demonología medieval, un Leviatán es un demonio acuático que intenta poseer a las personas, siendo estas difíciles de exorcizar. Por último, en el Satanismo, "la biblia satánica" dice que el Leviatán es uno de los cuatro príncipes del infierno, junto a Satán, Lucifer y Belial.

Al margen de toda mitología, aunque esta sea pseudo religiosa, “Leviatán” es también el título vulgar de la obra “filosófica y política del politólogo inglés Thomas Hobbes sobre el contrato social y la creación de un Estado ideal. Se ha dicho muchas veces el por qué Hobbes tituló así a su libro, "Leviatán", publicado en el año 1651, y una de las primeras causas de ello sería la influencia y el miedo en Inglaterra de la poderosa Armada española. ¡Qué tiempos aquellos! Es una verdadera lástima que no suceda ahora lo mismo.

La obra de Hobbes, sin duda alguna es acusadamente materialista, y puede entenderse como una justificación del Estado absoluto, a la vez que como la proposición teórica del contrato social, que trata de establecer una doctrina de Derecho moderno como base de las sociedades y de los gobiernos “legítimos”. En la primera de sus cuatro partes, Hobbes, se dedica al estudio del hombre, que a su juicio no es más que una realidad de mera experiencia, para poder estudiarlo en la segunda como miembro de la sociedad. La finalidad de ésta no es otra sino la de garantizar la seguridad individual, poniendo fin a los conflictos de intereses de tal carácter. Las leyes morales, según postula Hobbes, se oponen a las pasiones naturales y, en consecuencia, aunque admite la autoridad divina como fuente de las leyes naturales, considera que la misión del Estado (o República) no es otra sino exclusivamente la de organizar y regular las res públicas, para obtener soluciones colectivas, quedando reducida no obstante la libertad del individuo a los espacios donde la ley guarda silencio y no se pronuncia. Por tanto, el término “República”, en Hobbes, como en la Roma antigua, no es equivalente a la ausencia de monarquía. Esto debería ser tenido muy en cuenta por algunos en España, en nuestra actualidad política nacional.

En la tercera parte de su obra, Hobbes, cuestiona y niega la realidad de los Diez Mandamientos, porque, ¿cómo podría saber el pueblo de Israel que fue Dios quien se los dio a Moisés, si nunca los judíos pudieron acercarse al Monte Sinaí? Por tanto, la relación entre el poder espiritual de la Iglesia y el temporal del Estado, ha de resolverse siempre en términos de total subordinación de la primera al segundo y concluye que la facultad de elaborar la ley es exclusiva de aquél.

Mucho más aún, en la cuarta y última pate de su obra, Hobbes, afirma que las fabulosas tradiciones que sostienen la mitología cristiana, aparte de estar impregnadas incluso de cierto ateísmo  -lo cual por desgracia hasta pudiera ser cierto, ya en 1651-  conducen a “el reino de la oscuridad”. Pero, cuando Hobbes se refiere a tal reino no está pensando en el Infierno, al no creer en éste ni en ninguna otra categoría teológica, sino a la oscuridad de la ignorancia como opuesta a la luz del verdadero saber. Y también, antes que nada, rigurosamente en esta misma dimensión, es en la que es preciso contemplar el actual momento político de España.

EL PSOE, esto es, el Partido Socialista Obrero Español, que nunca ha sido nada español, y menos aún en su incestuosa coalición actual con la anti-España y con el comunismo marxista, no es el Leviatán, ni mucho menos. Por infinidad de razones, no puede llegar a tanto, dada su masificada insignificancia, pero sí el encargado históricamente, en España, de despertar al monstruo, más o menos cíclicamente. Ya lo hizo en 1936, cuando fue la causa radical del estallido de aquella guerra fratricida entre los españoles que tanto daño nos ha hecho a todos los que queremos serlo y, posteriormente, en diversas ocasiones, ha tensado la cuerda de la razón y la sensatez hasta extremos peligrosos, tan sólo en aras de sus utopías, contradicciones y banalidad.

En el año 1979, bajo el lema “Forjando el Socialismo”, renunció formalmente al marxismo, argumentando fundamentalmente que éste tan sólo es “un método de análisis”, pero sin admitir nunca lo que verdaderamente ha sido siempre y por desgracia aún es. Un totalitarismo atroz y un reguero de odio y de sangre, conducente a la pobreza y la ruina, material y moral. 

En sus inicios, el PSOE, fue fundado por un tipógrafo, esto es, un “juntaletras” de caja de impresión, maltratado por la injusticia social, eso también es cierto, lo que le condujo al dolor, el hambre y la miseria, pero que no obstante era en principio pacifista, pese a llegar a amartillar una pistola en la tribuna del Congreso de los Diputados. La inmensa mayoría de sus gentes, fueron inteligencias de la más baja extracción, con luminosas singularidades como las de aquel discípulo de Ortega, José Gaos, que siendo a la sazón Rector de la Universidad de Madrid, desfiló por el Paseo de la Castellana, con un fusil sobre el hombro, manera nada intelectual de producirse, para terminar negando e injuriando a su glorioso maestro. Eso sí, desde Méjico. También  -del mismo modo que, en un estercolero puede nacer una orquídea-  además de la luz, hasta llegó a habitar la bondad y la nobleza en aquellas masificadas filas. Hay que referirse como casi única excepción a Julián Besteiro, aquella luminosa alma de Dios, de preclara inteligencia, que llegó a salvar vidas humanas, de pensamiento distinto al suyo, en medio del caos y la barbarie.

Y también ha habido otras mentes ilustradas e ilustres entre sus cuadros dirigentes. Últimamente el Sr. Don Josep Borrell Fontelles y antes otros por el estilo, el Ex-Alcalde de la Coruña, Don Francisco José Vázquez Vázquez (“Paco Vázquez”), o el hijo de Nicolás Redondo  –también éste un buen hombre-  Don Nicolás Redondo Terreros. A cualquiera de estos últimos se podría votar para que fuese Presidente del Gobierno de España. Pero, una vez más, y ya son demasiadas, se invierte el esquema lógico, no llegan a ejercer el poder político los que en la Grecia clásica eran los aristoi -los mejores- sino la más degradada casta intelectual. No es una cuestión, ni aproximada, de ideologías, sino exactamente de amplitud de cerebro, bagaje de ideas y sentido común. Y, sobre todo, de falta absoluta de esa torpe ambición, que se llama materialismo, oportunismo, “buen vivir”, seguro perpetuo de vida, bajeza de miras y, en síntesis, vanidad, tan sólo vanidad y nada más que vanidad. Podría decirlo y escribirlo también en griego clásico, pero renuncio a esta chulería, posiblemente, casi siempre, fruto asimismo de idéntico vicio.

Pero los últimos ejemplares del PSOE son incomestibles de todo punto. Primero, aquel señor gracias a Dios nacido en Valladolid y que León ha tenido la deshonra de soportar, un señor cuyo apellido era el de Zapatero y que nunca debió dedicarse a otra actividad sino a la que hace noble referencia su propio apellido. Y ahora este otro “zapatero” remendón, mediocre, amigo del plagio, asaz mentiroso, cobarde y traidor, por todo lo que de él se publica en los periódicos y por lo que, de hecho, ha permitido, al exclusivo fin de sostenerse como pueda en la silla. La entrada en el Gobierno de España de esa execrable y maldita plaga asesina que es el comunismo y los comunistas, situando nada menos que como Vice-Presidente al traidor que asesora mediante precio, y nada barato, a la República Bolivariana de Venezuela, pese a haber declarado pre-electoralmente que jamás haría tal cosa. Además de mediocre, amante del plagiar (término originariamente equivalente a “robar esclavos”) y mentiroso compulsivo, este individuo, rebasa los límites de toda mentira para incidir de pleno en la estafa a los electores. Es un estafador, tan torpe como envilecido. Ya sólo por este motivo, el actual Gobierno de España es un gobierno moralmente ilícito y hasta puede que también jurídicamente, en una proyección amplia de la doctrina clásica sobre el fraude de ley, trasladada al ámbito del Derecho constitucional. En cualquier caso, lo que resulta incuestionable es que, este nuevo zapatero remendón, en este momento, se ha convertido en una pieza, o en un mero instrumento, para la implantación progresiva del comunismo en España. Dios no lo quiera, eso sí.

Este señor, ha venido nuevamente, en esta hora tan amarga y decadente de todo lo que es y significa el espíritu y el intelecto, a despertar a Leviatán. No hay más que echar una mirada de soslayo a cualquier periódico, porque a leerlos hay que atreverse. Y hace falta mucho valor.

Sin embargo, tampoco es necesario contemplar este abismo moral, intelectual y cultural, desde la perspectiva del miedo. Nada de miedo. “No tengáis miedo…”, nos dijo a los cristianos el Papa Juan Pablo II. Leviatán, siempre, aunque a veces se hace un poco tarde, es vencido y aniquilado. Por el mismo Dios, de quien en el fondo procede todo lo creado, incluso “los hijos de las tinieblas”. Por eso dijo Jesús que estos últimos se organizan mucho mejor que los “hijos de la luz”. Pero también ha dicho el Profeta Isaías, como ya anticipaba antes, que: “En aquel día Yahvé castigará con su espada dura, grande y fuerte, al Leviatán serpiente veloz, y al Leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar.” Por eso no hay que tener miedo.

Es de general conocimiento la trágica historia del doctor Fausto, leyenda alemana muy anterior a que el inglés Christopher Marlowe la escribiese, en 1604, y a que el francés Hector Berlioz le pusiese música, en 1846. El Doctor Fausto, que sin duda no había copiado a nadie para presentar su “tesis doctoral”, puesto que ya lo era, ya era Doctor, además de un gran erudito, más que saber o conocimientos (no le vendría nada mal a este otro señor saber por lo menos algo de algo), lo que ansiaba era el poder. Y, a cambio de él, vendió su alma al diablo, a Mefistófeles. El resultado final, no fue el de pudrirse en la cárcel, sino el de ser condenado al Infierno.


Luis Madrigal


En la imagen superior, Leviatán, en compañía de Behemot, otra bestia también mencionada en Job (40:10-19,1), cuyo nombre ha llegado a ser usado para connotar algo extremadamente grande o poderoso, y que podría ser un hipopótamo actual, un dinosaurio de eras pasadas u otro animal desconocido. También está acompañado de Ziz, conocido como Renanim, Sekwi o hijo del nido, un pájaro gigante de la mitología judía, del cual se dice que puede bloquear el sol con sus alas. Asimismo, es considerado un arquetipo de animal gigante o monstruoso.
 
Y viene muy a propósito que la música que hoy acompañe a esta entrada, sea la de la marcha húngara sobre la Condenación de Fausto. Podría ofrecer la versión de Herber von Karajan, con la Filarmónica de Berlín, sin duda de superior calidad, pero es mucho más refrescante y esperanzador escuchar la de la Joven Orquesta de Jerez, donde un puñado de jóvenes músicos españoles, en vez de “levantar el puño”, tañen, frotan, puntean, percuten o hacen vibrar a los instrumentos musicales aerófonos.