lunes, 26 de septiembre de 2016

PERDIDO EN EL RECUERDO




A LO LEJOS ESTABA


A lo lejos estaba
bajo el cielo azulado,
inundando la sombra
que tejía el meridiano
para albergar suspiros
del otro lado errantes
y  disipar temores
que fluyen con el alba.
Fue al ocaso semilla
de ilusiones que duermen
y crecen tan dormidas
que nunca se despiertan
ni pueden ver el alba..
Y por ello la aurora
pronto se hizo la noche…
Tejió el oscuro manto
que oscurece el camino
donde ya ni las huellas
de pobres caminantes
muestran recias el paso
que conduce a la fuente,
para colmar de vida
a los labios resecos,
inundando de paz
los corazones tristes.


Luis Madrigal

Madrid, 26 de Septiembre de 2016










miércoles, 7 de septiembre de 2016

JESÚS DE NAZARET, EXISTIÓ



COMO HOMBRE DE CARNE Y HUESO

En estos tiempos tan vegetales, amodorrados y miserables, se ha llegado a decir que, a diferencia de Gengis Kan, Cayo Julio César o Napoleón Bonaparte, Jesús de Nazaret jamás existió, como tal personaje de la historia y en consecuencia de la Historia de la salvación del hombre. Jesús es un mero cuento para miños pequeños, muy pequeños, algo así como Caperucita Roja o el Gato con Botas. Esta sociedad progresivamente claudicante, harapienta y mendiga en cuanto se refiere al espíritu, embelesada en cambio de la materia hecha ciencia -técnica y tecnología- se niega a utilizar las conquistas de estas últimas para, al menos contrastar -o tratar de hacerlo- verdades, no ya sobrenaturales, mesiánicas, sino meramente humanas. Y tan sólo con tal de arrancar de  raíz toda huella, vestigio o símbolo de lo eternamente transcendente, ha decidido que Jesús de Nazaret (que para más de mil millones de seres humanos es el Redentor del hombre y vértice de la Historia de la salvación) ni tan siquiera llegó a existir. Todo lo que se nos ha dicho es un cuento. Eso he llegado yo a oír muy recientemente.

En realidad, tal afirmación, o más bien tan bárbara y esperpéntica negación, no merecería el menor o el más mínimo comentario, si se considera el carácter monolíticamente aplastante e invulnerable de las fuentes históricas. No de las primeras fuentes sobre el cristianismo, o fuentes propiamente cristianas, sino de las paganas, griegas y latinas y, sobre todo, de las fuentes hebreas.

En efecto, se podrá no aceptar los Evangelios, tanto los canónicos como los apócrifos; los escritos de la patristica, nacidos de los primeros Padres de la Iglesia cristiana, e incluso  -por entender se trata de lo mismo, aun de modo contradictoriamente excluyente- se puede rechazar el Talmud y el Midrash, o el Toldot Ieshu, pero es imposible negar la autenticidad y veracidad histórica, no ya de Flavio Josefo, sino también de Tácito, Suetonio y Plinio el Joven. Todos ellos, historiadores paganos, constantan la existencia real de Jesús de Nazaret. La naturaleza humana de Jesucristo, resulta por tanto una realidad histórica incontrovertible. Jesús, existió, como existieron César Augusto, bajo el que nació, y su sucesor Tiberio, bajo el que fue crucificado. ¿O acaso Imperator César Augusto, Tiberio Claudio Nerón o Livia Drusila,  tampoco existieron?

Afirma y razona Martin Heidegger, al enfrentarse al misterio de la existencia y del tiempo, que las cosas no existen. Sospecho que se refiere a las cosas corporales. Ninguna de ellas puede existir, porque existir es crecer cada día en busca de algo, en busca de una naturaleza cualitativamente distinta a la que hoy tengo, a lo que ahora soy. Y las cosas, aunque pasen millones de años nada pueden añadir a su propia naturaleza en un momento dado. Simplemente "están ahí". Y por eso sólo puede existir el hombre. ¿Y Dios?. "De Dios, no sabemos nada, pero si algo sabemos es que no existe". Para Heidegger, "existir" es "estar en el tiempo para ser". En consecuencia lógica,  Dios no existe, no puede existir. Naturalmente el postulado es exclusivamente filosófico. La Teología, alegará no sólo que Dios es, sino que es eternamente, en cuanto causa increada, principio sin principio. E incluso la mera Teodicea, podría añadir infinidad de afirmaciones más, todas ellas debidas a Leivniz, el matemático que llegó  -por camino distinto al que siguió Newton- al cálculo infinitesimal, sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. No obstante, todas ellas resultarían fútiles e inservibles, frente al gran misterio de la Fe, que no invalida la razón, sino que la refuerza por el único camino que puede dar sentido y finalidad a la existencia humana. Ninguna cosmología, con ecuaciones o sin ellas, puede demostrar lo contrario, ni mucho menos que todo eso que llamamos el cosmos geobotánico, y aun el sideral, puedan haber surgido "por mera casualidad", en la evolución de la materia o de la vida. No me parece, no puede caber en la cabeza de nadie, que esto pueda haber sido posible.

En cualquier caso, regresando al principio, si Cristo, era o no Dios, es una cuestión teológica y por tanto de Fe en sentido estricto. Se puede creer así o no. Lo que es inaceptable, y no debería anidar nunca en el pensamiento de una persona culta, es dudar, preguntarse y mucho menos aún atreverse a negar la existencia humana de Jesús de Nazaret, más aún cuando con tanta confianza y certeza se admiten tantas "pruebas", experimentos y predicciones inverosímiles, tanto en lo referente al pasado como en lo relativo al futuro del planeta Tierra y del hombre que lo habita.

Luis Madrigal

Las Navas del Marqués (Ávila, España)
4 de Septiembre de 2016
Dia de la Canonización, en Roma,
de la Madre Teresa de Calcuta que sin duda alguna
también existió