domingo, 7 de agosto de 2016

ROJO PRUNEDA



PARA TRES MUJERES Y UNA NIÑA

Se lo oí decir a una persona, luego a otra y sucesivamente a otras más. A estas alturas ya es general el comentario: Se puede volver de nuevo a la Cantina de La Estación. Y se vuelve, en notable cantidad y frecuencia. La remodelación del local ha sido relativamente ligera pero armónica y en sintonía con el famoso "rojo Pruneda". Mi viejo amigo José Antonio, el mismo que diseñó aquel proyecto de reforma de la Estación, para instalar paneles de energía solar que satisfaciesen todas sus necesidades de este carácter, incluso la de calefacción. Y no sólo en el edificio de viajeros sino hasta bajo los andenes, para que los viajeros no se enfriasen los pies al subir al tren, en los gélidos días de invierno. Todo un lujo. José Antonio Pruneda, era y deseo que siga siendo, un Arquitecto de gran talento, no sólo arquitectónico, sino además un excelente dibujante artistíco, admirador como muchos de su mismo oficio del gran "Corbu", aquel genial suizo. Además, era un muy documentado cinéfilo, más o menos habitual en las tertulias de José Luis Garci  -"Qué grande es el Cine"-  en unión del entonces mero Fiscal de la Audiencia de Madrid, Torres-Dulce, que también lo era y lo será, aunque Don Eduardo finalmente dimitiese gloriosamente de su alto cargo de Fiscal General del Estado.

Pero...¡aquel Proyecto! Fue un absoluto fracaso. Y no por culpa de Pruneda, sino de un insensato senador socialista que fue a Bruselas y se trajo un buen puñado de "equs" (entonces todavía no existía el €) para hacer un curioso experimento, que prácticamente se impuso a RENFE: Dotar de paneles solares a una estación de ferrocarril, en un lugar de clima especialmente frío en invierno y... ¡comprobar qué era lo que pasaba! Lo que pasó fue un cataclismo térmico. Tras haber desinstalado la caldera de la calefacción de carbón y sus radiadores (primero disparar y después apuntar), los factores de circulación se morían de frío  -entre ellos mi querido y entrañable amigo "Garci", Andrés Garcíe Sastre, al que tanto recuerdo-  y hubo que recurrir a un sistema eléctrico tradicional, mucho más caro y de menor rendimiento calorífico. Según el Proyecto, la ejecución de la obra debería haberse realizado en cuatro meses, pero duró cuatro años y no sólamente fue terminada de una manera chapucera, vergonzosa y vergonzante, sino que los pretendidos paneles solares aún hoy brillan por su ausencia.



Pese a todo ello, el rojo Pruneda permaneció en las columnas que soportan las cubiertas de los andenes y otros elementos, y asi se conservan hoy. Este color puede verse en diversas estaciones, casi todas ellas de la Línea Madrid-Irún, pero La Estación de la que estoy hablando es la de Las Navas del Marqués, en el km. 83,00 de dicha línea, ya en la Provincia de Ávila. Desde ella escribo en este mismo momento y gracias a ella, a su estación Wifi "Cantina1", puedo hacerlo en este humilde Blog, a través de Internet.

Este histórico y amoroso lugar, "La Cantina", que durante tantos años regentó y dirigió abnegadamente aquel matrimonio ejemplar, Pili y Juanito, prestando a todos excelentes servicios, ha vuelto por sus viejos fueros, ofreciendo similares servicios generales, con el añadido de fabricar y vender pan. Diariamente. Un pan riquísimo, además de una estación WiFi que, como ya he dicho, permite la conexión rápida y segura a Internet, a todas las horas del día, incluso ya entrada la noche. En lo demás, se han recuperado los servicios de terraza, así como toda clase de tapas, bocadillos y raciones. Y el encargo de comidas para llevar a casa, incluídas paellas de diversa clase. Magnífico, excelente. Para los viajeros y para los estacioneros, como se dice en el argot ferroviario, tanto profesionales como "amateurs".

Todo ello, sin duda alguna se debe  -y hay que felicitar también a RENFE o más bien a ADIF-  a la nueva concesionaria del servicio de Cantina, una extraordinaria mujer, Begoña Llamas Acedo, con mentalidad y actidudes empresariales, que desde la ya indicada remodelación del local, ha ido incorporando todas las comodidades y ventajas indicadas. Es de desear que los beneficiarios cooperen con entusiasmo, no sólo a que se mantengan las excelencias del servicio, sino a mejorarlas y perfeccionarlas.

Begoña es ayudada, por las mañanas y a veces también a la caída de la tarde, por su hija Alba, una criatura especialmente bondadosa, perteneciente a la especie humana, ya en proceso de extinción, de los que consideran que la vida es una ocasión única para echar una mano a los demás, sin más propósito que éste, el de ayudar a un semejante, en lugar de aplicar a las diversas posibles situaciones de necesidad ajena el conocido y miserable dicho: "No es mi problema". Para Alba, los problemas ajenos son suyos propios y como tal se comporta altruistamente. Además es una niña muy guapa, lo cual es un factor secundario, pero también muy atractivo, porque la belleza, en el sentido más preciso del concepto que expresa esta noble palabra, forma parte del arte, hasta constituir su objeto y fin más específicamente genuino.

En la pared de la izquierda de la Cantina, entrando desde el andén por la parte central, continúa instalado un expendedor de tabaco. Natalia, baja cada cierto tiempo, por las mañanas, a observar el estado de las existencias que contiene el dispensador y repone las carencias a fin de que permanezca siempre bien dotado. Ya es sabido que "el tabaco mata", según el eslogan legalmente impuesto a las empresas fabricantes. Pero continúa habiendo fumadores, que siguen haciendo uso de su libertad de fumar. La salvedad tiene por mi parte el único fin de excusar a Natalia, titular de la concesión del Estanco que hay en el pueblo de Las Navas, casi en frente de la Ermita del Cristo de Gracia. No es posible incriminar a Natalia, haciéndole cómplice, ni menos aún cooperador necesario, del delito de homicidio por causa de tabaquismo, al utilizar las cajetillas de tabaco como instrumento delictivo. De ninguna manera. Falta el móvil del crimen, la intención, que es esencial en todo tipo de delito. Natalia, se limita a hacer lo que podría hacer cualquier otra persona, para equilibrar la economía del establecimiento que explota y dirige. Y su amabilidad y sonrisa tiene también un especial encanto. Yo, compré en su Estanco, hace ya años un bolígrafo de diseño muy atractivo, que conservo y utilizo de vez en cuando, para que no se desgaste. Tendré que comprarle otro a Natalia este mismo Verano, porque la verdad es que son muy bonitos y no excesivamente caros.

Bien. Ya están, bajo el "rojo Pruneda", las tres mujeres que hacen de la Nueva Cantina de la Estación de las Navas del Marqués, un lugar muy agradable en relación con sus propios fines.

Pero falta alguien más. A veces, con Natalia, baja también una niña. Una niña de unos ocho años, de ojos llenos de vida y armonioso cabello castaño oscuro que alcanza reflejos rubios a la luz del sol, muy despierta y con cara de ser muy lista. Es su hija, y no se llama "Davinia", "Jenifer", "Tamara" o aún cosas peores. Se llama Candela. Precioso nombre, cuyo origen es sagrado y además español por los cuatro costados de España. A Candela, le gusta la Poesía y se interesa por ella. Es la guinda del pastel. Casi se podría decir, si los de La Cantina de Las Navas fuesen monárquicos, que Candela es la perla de la corona.

Luis Madrigal

Cantina de la Estación de Las Navas del Marqués,
7 de Agosto de 2016