jueves, 29 de enero de 2009

LOS SONETOS DE AMOR DE LORCA (9)


9. SONETO DEL AMOR OSCURO

Dios me libre de opinar, y menos aún de juzgar, acerca de la orientación sexual de nadie, de ninguna persona humana, por una razón que casi siempre me ha parecido capital y cada vez me reafirmo más en ella. Porque no se puede opinar, y menos juzgar, acerca de aquello que se ignora. Y, desde luego, yo no podría establecer la causa, o las causas, de tal fenomeno o inclinación. No deja de pasar por mi cabeza la idea de que, tal vez, se trate -por los motivos que sean- de una inclinación inevitable por parte de quiénes hacia ella tienden, de lo cual de derivaría que todo juicio en contra resultaría una simple e injusta crueldad. Lo más, y desde luego lo menos, que sí me permito, y creo que puede permitirseme decir, es que a mí no me agrada en absoluto tal fenómeno, ni me gustó nunca. Y dicho todo esto, deberá admitirse que la orientación sexual del gran poeta Federico García Lorca, ha sido muy debatida, contándose no pocas las personas, entre quienes le conocieron personalmente, que no dudan de su homosexualidad. En realidad, en esta segunda impresión, a todo color, con las que ya hace años nos obsequió el diario ABC, de Madrid, el único título que figura en portada es el de "LORCA, SONETOS DE AMOR", y ni siquiera el Soneto Nº 9, que hoy se publica en este humilde Blog, lleva el título que aquí le hemos atribuído, un tanto libremente: "Soneto del amor oscuro", con el único posible fundamento de que estas dos palabras, "amor oscuro", figuran literalmente en el primer verso del primer cuarteto. Sin embargo, en la primera edición de ABC, un año antes, en riguroso blanco y negro, esta serie de Sonetos fue titulada -todos ellos, los 11- por el propio diario "Sonetos del amor oscuro", de un modo similar al de que, años más tarde, se titularon por el mismo diario, que asimismo los publicó, en vida de su autor, los 17 Sonetos de Rafael Alberti, llamados del "amor incierto". Por mi parte, no puedo decir más. Ni en relación con Lorca ni con Alberti, a no ser que los Sonetos del primero son "de una belleza increíble", a juicio nada menos que de Pablo Neruda, que los buscó afanosamente, sin encontrarlos, como ya se ha dicho aquí, y yo también creó advertir tal belleza, mientras que los Sonetos de Alberti, a mi humilde criterio, habría que tirarlos a la papelera. Ahora bien, si Alberti pudiera albergar alguna duda, no tanto acerca de su propio amor, sino del que podía o no dedicarle la persona (muy discreta y digna, por cierto) con la que en aquel momento se encontraba casado, parece razonable, dada la edad de Don Rafael en aquel momento, que casi ni podía tenerse en pie. Y también cabría admitir o suponer que, el amor de Lorca pudiera ser tildado, por la sociedad en general de "oscuro" -dadas las pautas de valoración social tradicionales-, no ya por la posible orientación honoxesual de Lorca, sino porque, en efecto, si se analiza con cierta calma el texto de estos 11 sonetos, puede observarse, con toda nitidez, que en ninguno de ellos, puede saberse o colegirse, si se dirigen a una mujer o a un hombre. En cuanto a la utilización de los posesivos, es cierto que nunca dice "tuyo" o "suyo", pero tampoco "tuya" o "suya". Parece que el sujeto amado, no tienes sexo, ni género gramatical. Por otra parte, al ilustrar estos sonetos, el pintor Grau Santos, como puede observarse, mayoritariamente, tanto en los desnudos como en el resto de las figuras humanas que incorpora, utiliza o se vale de figuras masculinas, con la única excepción quizá de las que ilustran el último soneto, el del Nº 11, "Noche del amor insomne", que también traeremos a este Blog, en el que puede apreciarse un desnudo nítidamente masculino, sentado a los pies de la cama, mientras una cabeza de mujer -sólo eso- se apoya sobre la almohada. Esto todo, creo yo, todo cuánto cabe decir al respecto. Desde luego, los sonetos son bellísimos, con esta ligera salvedad, la de no poderse saber a quién ama el poeta, porque ciertamente, yo no podría escribir esos sonetos (aparte de mi propia incapacidad para alcanzar las cotas de lirismo que en ellos se contiene) y dirigirlos a un hombre. Vamos, eso ni en broma. Tanto si fuera capaz de alcanzar tal belleza como si no, siempre tendría que referirme a una mujer. Es más, en mi caso, no podría caber duda alguna, porque, seguramente, hasta utilizaría su propio nombre y, desde luego, éste mismo -el nombre- para escribir un Soneto, no podría ser el de Tiburcia, Robustiana o Sinforosa -con el debido respeto a quienes así puedan llamarse aún- porque, para ser el sujeto amado de un Soneto de amor, hay que tener... otro nombre. Luis Madrigal.-
Clic en la imágen de arriba, para ampliar el texto del Soneto