miércoles, 4 de mayo de 2011

TRES SONETOS A LA MISERIA HUMANA (II)




II


ESA MANO EXTENDIDA




Esa mano que busca y no halla nada,
extendida al amor, buscando el velo.
Esos ojos que bajan hasta el suelo
sin fuerza y sin valor. Acongojada

el alma, que se esconde atormentada,
atormentada gime, sin consuelo.
¡Por el amor de Dios, que está en el Cielo…!
Tan sólo de aire una bocanada

recibe al paso de quien tiene prisa.
Le ve pasar con fuerza una mañana,
quizá una tarde, sin una sonrisa

que no tributa nada en la aduana,
ni recordar que pronto, con la brisa,
ha de sonar mañana una campana.



Luis Madrigal