sábado, 1 de enero de 2011

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS




Hasta hace pocos años se celebraba en el día de hoy, 1 de enero,  la fiesta de la “Circuncisión del Señor”, ceremonia del Antiguo Testamento que fue totalmente abolida por el sacramento del Bautismo. En su lugar, la reforma litúrgica establecida por el Concilio Vaticano II, fijó para el día 1 de enero la “Solemnidad de Santa María, Madre de Dios”. Con ella confesamos nuestra fe en la divina maternidad de María, que, por obra y gracia del Espíritu Santo, concibió en sus virginales entrañas y dio a luz al Hijo de Dios hecho hombre. Este hecho inconmensurable eleva a María infinitamente por encima de todo el género humano y de todos los ángeles y bienaventurados. Su maternidad divina es el título fundamental y más importante de María, del que se deriva toda su grandeza.

Son muchos los “segundos nombres” con que a la Madre de Dios  se le llama, a lo largo y ancho de la Cristiandad. Las advocaciones, o ”llamadas”  -que eso significa el término advocación-  por medio de las cuales se la conoce y venera en la tierra. Yo hoy, tengo que resistir el impulso de hacer referencia a la Madre y Reina de León, mi patria pequeña, la Virgen del Camino, cuya imagen milenaria, de autor y época desconocidos, se venera en el Santuario de su nombre a escasos seis kilómetros de la Capital del Viejo Reino. Pero “mi Virgen”  -como diría un buen andaluz-  es una Dolorosa, que tiene muerto en sus brazos al Redentor. Por ello, esta referencia, en esta Festividad dedicada a la Madre de Dios, cuando acaba de alumbrar en Belén a un tierno Niño, no sería demasiado apropiada. Creo más oportuno recordar en la ocasión a una Virgen Gozosa, con un Niño vivo y feliz en sus brazos. Todo tiene su sentido y explicación.

Y por ello, entre las advocaciones que giran en torno a la Natividad de María, establecida en el 8 de Septiembre, y que hace recordar aquellos hermosos versos   -“Canten hoy, pues nacéis Vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios”-  he preferido honrar en esta solemne ocasión, pese a que Dios ya ha nacido, a otra Virgen, a la que precisamente canta todo un pueblo,  fervorosa y enfervorizadamente, para mí también de entrañable significación y hondura sentimental, Nuestra Señora de la Fuensanta, Patrona de Murcia, desde la primera mitad del siglo XVIII, y Madre de todos los murcianos, aunque solamente unos personajes verdaderamente románticos y llenos de fervor filial le cantan al despuntar la aurora, de ahí su nombre sustantivado, “los Auroros”, de tal manera que, cada vez que los oigo, no puedo evitar recorra mi alma un escalofrío emocional. Estos hermosos coros polifónicos han sido objeto de reconocimiento mundial al formar parte del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO. Además, a ello se une el hecho de que yo tuve el honor de mantener correspondencia epistolar, aunque muy breve, con un gran músico y musicólogo, durante años protagonista de un excelente programa musical de Radio, en aquella tristemente desaparecida emisora que fue “Antena 3 Radio”. Él se llamaba, y gracias a Dios creo se llama, Miguel Ángel García Sánchez. Le felicité en cierta ocasión, en aquellos años, tras escuchar un precioso programa dedicado a la salmodia, procedente por tanto de la Sinagoga, de los judíos, discípulos de otro Judío, llamado Jesús de Nazaret, que más tarde va a cristalizar en los cantos litúrgicos cristianos. Y Miguel Ángel, que en el orden artístico, como podrá observarse en el vídeo que a continuación tengo el honor de ofrecer en esta entrada, tan sólo se ha dado a conocer como Miguel García Sánchez, muy generosamente por su parte, me regaló y envió a mi propia casa un ejemplar del album “Alia Música”, dedicado al ars antiqua en España, una verdadera joya, para mí, que en unión del “Canto Espiritual Judeoespañol” (ambos publicados por Harmonia Mundi Ibérica, S.A.), y de este otro canto al que ahora me refiero, constituían por entonces las tres grandes realizaciones de Miguel Ángel, como director e intérprete.

Hoy, tengo yo la satisfacción de poder publicar por mi parte este “Canto de Auroros”, dedicado a Nuestra Madre de la Fuensanta, la Fuensantica, la Morenica (debido al color tostado de su rostro) que quiero ofrecer en particular, con todo cariño, a mis amigos murcianos, Manuel Enrique Mira Sánchez, nuestro querido MAN, a su mujer, Maria Dolores, y a su prima hermana Toñi Sánchez Zarco, que tan cariñosamente me escribe a veces. También, finalmente, a nuestra asimismo colega en este mundo de los Blog, Isabel Martínez Barquero y a todos los murcianos en general. No en vano, la Hermosa Murcia, es tan española y sus mujeres y sus hombres tan fieles hijos de esta nuestra Madre, que cada la año bajan de su Casa de Algezares, en el corazón de la Huerta, desde la Sierra de la Cresta del Gayo que bordea la Ciudad de Murcia, al pie del milagroso manantial que surgió para regar toda la Vega, en el Domingo posterior al 8 de Septiembre, y tenerla así junto a ellos en su Catedral durante siete días . Por eso, yo hoy también le canto con emoción y me encomiendo a Ella, como si fuese un murciano más, el último de todos. Luis Madrigal.-