viernes, 12 de febrero de 2010

TRECE SONETOS DE AMOR (II)



ROSA QUE NO PUDISTE SER

Si la noche del alma es el invierno,
y en el invierno, crudo, azota el frío;
si el anhelo y el ansia se fue al río,
larga noche, entre hielo, es un infierno.

¡Quisiera ver aquel capullo tierno
dentro de su rosal, que ayer fue mío,
y se abría a la luz con todo el brío
que siempre envía el cielo, no el averno.

Rosa sin ser, de aquel bello capullo,
que no pudiste alzarte a un ramo altivo;
tu tallo endurecido, hoy es mi orgullo

y de una hoguera no serás cautivo,
sino siempre querido, entre un murmullo
de amor y compasión, cual verde olivo.


Luis Madrigal