miércoles, 5 de enero de 2011

NOCHE DE REYES: LA GRAN NOCHE DE LA ILUSIÓN





La Noche de la gran ilusión, para los niños y, desde luego, también, aunque menos, para los que ya no son ni somos tan niños. Pero, sobre todo, se hace difícil pensar  -aunque por desgracia también las haya-  en personas que siendo niños no fuesen subyugadas por aquella Noche, verdaderamente mágica. También por las humildes Cabalgatas de los años 40-50, en España. Hoy, aun en estos tiempos de penuria o dificultad económica, las Cabalgatas de Reyes, en casi todas las ciudades españolas, son espectacularmente lujosas, lo cual tampoco es un buen síntoma. No es necesaria la riqueza, sobre todo cuando no se tiene, para producir ilusión, y menos en los niños. Sin embargo, permitimos todos que proliferen los regalos, superfluos o excesivos, y tantas otras tradiciones culturales y gastronómicas españolas, como el "Roscón de Reyes", que hoy mismo he podido ver en TV ha llegado hasta Nueva York, a través del Hermano Méjico. Todo esto,  en último término, está muy bien, pero a mí me parece que faltan algunas cosas. Sin duda hasta más importantes, según creo.

No diré yo que, entre ellas, sean las de carácter religioso las más importantes, entre las omitidas o ignoradas. Y la razón, también me parece sencilla. Estos personajes, los Reyes Magos, sí, es cierto que aparecen en el Evangelio (Mt. 2, 1-12), no así en los de Marcos, Lucas y Juan, pero la Autoridad de la Iglesia ni sabe si eran "magos", ni si eran "tres", entre algunas otras cuestiones.  Fueron Tertuliano y Prudencio, en cuanto a la especie, quienes los convirtieron de "magos" en "reyes" y, en cuanto al número, se ha hablado de otros muy diversos, llegándose a decir que incluso eran hasta diez. Por ello, lo que, esencialmente, la Iglesia proclama, con ocasión de esta Festividad, es que Cristo Jesús, una vez nacido hecho Hombre, se manifiesta a todos los hombres, por lejanos puedan encontrarse de Él (y no tan sólo geográfica o físicamente), porque la fiesta de mañana no se llama de "los Reyes Magos", sino de la Epifanía del Señor y eso, epifanía, no significa otra cosa sin manifestación. Dios se nos manifiesta a todos,  buenos o malos, creyentes o no, pero nosotros , unos y otros, miramos hacia otro lado, sobre todo a  las luces y los escaparates de los comercios, a las pastelerías y demás lugares que poco o nada pueden tener con Dios, y dejamos de mirar en cambio a los que nada tienen, o sufren, o se encuentran solos. Para esos, no "vienen" los Reyes.

Sin embargo, con ser esto un escándalo, en mi humilde opinión la circunstancia más ignorada y maltratada, incluso por personas cultas, o que podría decirse de ellas no están tan asilvestradas, ni son tan lanares, como la gran mayoría, es el acontecimiento, o la reseña de carácter y naturaleza estrictamente cultural. ¿Cuántas serán las personas que ignoran, y por ello tampoco pueden decírselo a los niños, que en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, se conserva el original de un fragmento de la primera muestra del Teatro español de todos los tiempos. Este fragmento, fue hallado, a su vez, en la Biblioteca de la Catedral de Toledo, por el Canónigo de su Cabildo, Don Felipe Fernández Vallejo, en época que no sabría yo precisar, pero a cuyo texto puso nombre Menéndez Pidal, en el año 1900, denominándolo "Auto de los Reyes Magos". En alguna página de Internet (y qué peligrosas son algunas) he podido observar se dice que esta obra incompleta, pertenece al teatro "romántico" español. Sin duda, es decir, con absoluta certeza, este disparate tan sólo puede obedecer a un error del transcriptor, que debió querer decir, "románico". Esto, sí es cierto, porque el "Auto de los Reyes Magos", es la única obra que poseemos del teatro religioso medieval anterior al siglo XV. Digo "religioso", porque actualmente está fuera de toda duda que los orígenes del teatro medieval  -en España con absoluta certeza-  se encuentran en las solemnidades religiosas. El punto de partida debieron constituirlo los cantos alternados, o los diálogos litúrgicos, llamados "tropos", que alcanzaron gran éxito en la Edad Media, y que la Iglesia Católica conserva aún en algunas festividades.

Lo cierto es que los expertos han coincidido totalmente en que la lengua del manuscrito encontrado en Toledo corresponde a finales del siglo XII, o a lo sumo a principios del XIII. De este texto manuscrito, como no podía ser de otro modo (ya que Gutenberg no consigue la imprenta hasta 1440) se conserva, como ya he dicho, un único fragmento que contiene 147 versos. Por la escena, pasan sucesivamente, Caspar, Melchior y Baltasar, y cada uno declara haber visto la estrella milagrosa. En consecuencia, se reúnen y deciden seguirla hasta hallar al Dios Niño. Eso  mismo dice San Mateo: "y entrados en la casa  -no dice en ningún "portal"-  vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron..." Se haría demasiado largo reproducir aquí todo el texto del que se dispone, pero no resisto la tentación de ofrecer el relativo al final de la Escena I y comienzo de la Escena II:
                      
MELCHIOR:              Val, Criador, a tal facienda
                            ¿fue nunca alguandre fallada
                             o en escritura trovada?
                             Tal estrella non es en cielo,
                             de esto soy yo buen estrellero;
                             bien lo veo sin escarno
                             que un hombre es nacido de carne
                             que es señor de todo el mundo.
                             Así como el cielo es redondo;
                             de todas gentes señor será
                             y todo siglo juzgará.
                             ¿Es?  ¿Non es?
                             Cudo que verdad es.
                             veer lo he otra vegada,
                             si es verdad o si es nada.
                             Nacido es el Criador
                             de todas las gentes mayor;
                             bien lo veo que es verdad,
                             iré allá, por caridad.
 
 
CASPAR:                Dios vos salve, señor; ¿sodes vos estrellero?
                            Decidme la verdad, de vos saberlo quiero.
                          ¿Vedes tal maravilla?
                            Nacida es una estrella.
 
BALTASAR:            Nacido es el Criador,
                           que de las gentes es señor.
                           Iré, lo adoraré.
 
CASPAR:               Yo otrosí rogar lo he.


Pero, nadie se inquiete, porque gracias al Excmo. Ayuntamiento de Colmenar Viejo, pueden si lo desean, no sólo leer, sino escuchar y ver. Que sean ustedes muy felices. Que lo seáis todos, amigos. Luis Madrigal.-



 

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