viernes, 23 de diciembre de 2011

EL VIENTO ME DEJÓ UNA ROSA




YO NUNCA LA BUSQUÉ



Yo nunca te busqué… Te trajo el viento,
que soplaba aquel día
más suave que la brisa, quieto y dulce.
Melodioso, anhelante. Eso era todo
-además de vivir-  cuanto tenía.
¿Vivir? ¿Vivía acaso?
Estaba solo, mientras me inundaba la paz
y huía de mi alma la alegría.
Los días, eran quietos, sosegados,
y a las noches seguía la alborada…
Después, la paz se fue… Ya no quería
flotar en el letargo de la nada;
danzar sin escuchar la melodía
que escuchaba, sin saber acaso
que un día por su amor me moriría.
Quise alcanzar la flor… Era una rosa rubia,
como el color del oro,
la más bella que había visto al paso.
Pensé, quise creer, que la tenía.
Mas, no era así… Al declinar la tarde,
los pétalos murieron, heridos por el viento,
-¿tal vez el mismo que la trajo?-
o la lluvia, que empapa las esquinas.
Hasta el cielo volaron y, al momento,
dejaron en la tierra las espinas.



Luis Madrigal





4 comentarios:

salud equitativa dijo...

Mi querido amigo, que esa misma rosa te rocíe del espíritu de las navidades y descienda en tu alma. Un fuerte abrazo. Víctor Cerasale (el dispensador)

Luis Madrigal Tascón dijo...

Gracias por tus buenos sentimientos, querido amigo Víctor. No creo que pueda ser así. La Rosa que ahora a todos nos nace es una Rosa blanca. Aunque tal vez, sí, quizá puedan ser la misma. Un fuerte abrazo, que no puede ser "andino", como los tuyos, pero sí ibérico, desde donde partieron los que subieron a los caballos -carentes de oxígeno- con maromas, hasta la cumbre de los Andes. Ahora, lamentablemente, ya no podemos hacer tales cosas. Un fuerte abrazo. Luis Madrigal.-

Man dijo...

Las rosas mueren antes si las cortas del rosal.
Es cierto que sentimos la necesidad de hacerlas nuestras y poder contemplar su belleza en nuestra exclusiva copa, acariciar su suave piel y aspirar su perfume; pero al menos, eso también podemos hacerlo en el rosal sin que nos hieran sus espinas.
Disfrutemos con lo que se nos otorga.
Un feliz abrazo amigo Luis. La noche triste ya pasó y un nuevo amanecer nos acontece.

Luis Madrigal Tascón dijo...

Eso que dices, querido MAN, es totalmente cierto.Librarse de las espinas, es una actitud defensiva y muy cómoda. Pero también admitirás, como admites, que sólo en la mano y no en el rosal, se puede acariciar la piel y percibir intensamente el prefume de las rosas. Un abrazo. Luis Madrigal.-