jueves, 15 de diciembre de 2011

MUERE MI CORAZÓN




VIVE MI CORAZÓN TAN LEJOS...


Vive mi corazón tan lejos,
que no puede escuchar de cerca su latido.
Ya no está en mí.
Vive por sí el sentido
que siente sin sentir y, herido,
busca el dulce morir.
Late mi alma, se apaga lentamente 
y, al latir sobre sí
-pecho abatido-
se alza con dulzura
al cielo azul, buscando la simiente
de la nube que habita allá en la altura.
Quiere alcanzar volando la hermosura
que un día el viento trajo a mi ventana,
cruzando el Mar,
para encender de su fulgor la llama
que ardió y sigue ardiendo pura.
Sin esperanza espero y, en la espera,
como la noche, mi hora se hace dura,
mientras consume con amor la cera...
Pese al correr del tiempo, no se apaga.
Alumbra, aun tenue, mi postrer vivir
y, con su tibia luz, mi vida entera.
Baja del cielo hasta mis pies la niebla,
que mi ser envuelve en la espesura,
y se agita, tiembla, parece que la nada,
ya oscura en sí, se hunde en la tiniebla.
Mas, un eco melodioso, de lo lejos,
llega hasta mí, sosiega mi agonía y me acaricia
con armonioso son. Es ambrosía
que endulza el ácido sendero
y alienta mi latir... mientras me muero.



Luis Madrigal








2 comentarios:

Francisca Quintana Vega dijo...

Un poema precioso. Muy ancho el mar, para estar entre dos corazones. Un cordial saludo.

Luis Madrigal Tascón dijo...

Es verdad, Francis, el Mar, todo mar y mucho más ese, es muy ancho, pero también puede hacerse muy estrecho. Sólo es cosa de lo que sea capaz de ensancharse el corazón. Gracias, como siempre. Mi cordial saludo. Luis Madrigal.-