lunes, 30 de diciembre de 2013

ES BUENO SABER LO QUE SE CANTA



Hace unos días, en una iglesia católica   -un templo-  como tantos años por estas fechas, se cantó, y muy bien por cierto, el tradicional "Adeste Fideles", naturalmente en latín, como es lo más propio. Finalizado el canto, una persona amiga, se acercó a mí y me dijo que ella sabía que "la letra" era latín, y que le gustaba, pero que, al mismo tiempo, sentía mucho no entender lo que cantaban, ni se atrevía a hacerlo, memorizándola, sin saber antes qué quería decir. Le entendí perfectamente. Y no sé por qué tengo la impresión (también se lo dije a ella) de que no era la única en padecer este fenómeno, pero que esto era remediable. Por eso ahora quiero ofrecer a quienes puedan encontrarse en el mismo caso, una de las traducciones que me parecen más aceptables de la tradicional pieza navideña. Naturalmente, la traducción al castellano. Si les gusta, podrán observar cómo, aun cantando en latín  -que es nuestra propia lengua, con la evolución de XXI siglos-  pero entendiendo lo que se canta, se sentirán mucho mejor, más coherentemente integrados en el canto. Que pueda ayudar a quién sea menester. Esta es la versión original latina y su traducción al castellano:


ADESTE FIDELES


Adeste fideles, laeti, triumphantes,
Venite, venite in Bethlehem:
Natum videte Regem Angelorum.

Venite adoremus, venite adoremus

Venite adoremus Dominum.


En grege relicto, humiles ad cunas,
Vocatis pastores approperant.
Et nos ovanti gradu festinemus.

Venite adoremus, venite adoremus

Venite adoremus Dominum.

Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus
Delum Infantem, pannis involutum.

Venite adoremus, venite adoremus

Venite adoremus Dominum.

Pro nobis egenum et foeno cubamtem,
Piis foveamus amplexibus:
Sic nos amantem quis nos redamaret?

Venite adoremus, venite adoremus

Venite adoremus Dominum.




TRADUCCIÓN:


Acudid, fieles, alegres, triunfantes
Venid, venid a Belén:
Ved al nacido Rey de los ángeles.

Venid adoremos
Venid adoremos al Señor.

He aquí que, dejado el rebaño, los pastores llamados
se acercan a la humilde cuna
y nosotros nos apresuramos con paso alegre.
El esplendor eterno del Eterno Padre
lo veremos oculto bajo la carne
Al Dios Niño envuelto en pañales.

Por nosotros pobre y acostado en la paja,
démosle calor con nuestros cariñosos abrazos.
A quien así nos ama, ¿quién no le amará?



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