miércoles, 15 de mayo de 2013

PADRE NUESTRO, ¿POR QUÉ ESTÁS EN EL CIELO? (V)



V

HÁGASE TU VOLUNTAD

En el Cielo...
En el Cielo, sí... Allí, Señor, es fácil.
Tienes a tus santos, y a tus Ángeles.
Tronos, Dominaciones, Potestades...
adoran y bendicen tu palabra.
Mas, aquí abajo es duro al artesano,
al labriego que muere con su arado
en la tierra reseca sin la lluvia;
al obrero que no tiene trabajo
o sufrió con pavor aquel despido;
al patrono que asfixia el sindicato;
a la viuda sin un grano de trigo.
Al enfermo que ve escapar la vida,
al anciano que ya a la vida escapa;
la prostituta que el amor comercia,
el drogadicto y el que tiene el SIDA.
Al elector, al que “el Partido” engaña,
al sacerdote que sufrir no puede
el duro celibato de tu Iglesia...
¿Te parece poco, Señor? Aún hay más:
¿Qué me dices del dolor anónimo,
absurdo, yermo, inútil y vacío?
Del sufrimiento de los inocentes,
del que muere "porque la tenía ahí",
sin razón que lo explique o justifique.
¿Esa es tu voluntad?... Eso se dice.
¿Qué sentido, Señor, acaso tiene
el infiernillo, la chispa del brasero
en la falda de la mesa-camilla?
Aquellos angelitos, que jugaban,
juegan ahora en tu gloria. Eso es bien cierto.
Pero, ¿y su madre? Tú bien lo sabes:
Es asistenta y trabaja por horas...
no pudo estar allí mientras jugaban.
Señor, que creas solo por tu gloria,
sin que de nada necesites nada,
pues sujeto de lo útil nunca eres,
sino tan solo fuente de bondad y
gracia... ¿Por qué de utilidad separas
a quien utilidad al otro daba
al paso de la vida, mientras pasa?
El amor, la alegría, la sonrisa,
siegan presto  -¿por qué?-  tantas desgracias:
Incendios, terremotos, explosiones,
huracanes, galernas, hundimientos
aluviones, sequías y tragedias...
Se estrellan los aviones, chocan trenes
y ese martirio de la carretera
que, incesante, semana tras semana,
con tantos miles de muertos al año,
el luto y el dolor lleva a las casas.
¿Esto es tu voluntad?. ¿Eres un monstruo?
Pero, si Tú, mi Dios, eres Palabra
origen de la vida... ¿Por qué así?
Tal vez siempre derecho escribes  -dicen-
con renglones torcidos en el agua.
Mas, te pido que tu caligrafía
sea legible en forma más palmaria.
¿Nos quieres en Getsemaní, contigo,
pues ni una hora fueron a tu lado?
O aquel cáliz, que Juan y que Santiago
prometieron beber, ¿quieres bebamos?
Dílo claro, Señor. Si ellos pudieron,
también de Él nosotros beberemos… 
Mas, aún bebiendo el cáliz, ¿estaremos
sentados junto a Ti, de cualquier lado?
Eso no es cosa tuya, que es del Padre,
pero es al Padre a quien estoy hablando.
Si así es, Señor... ¡sea así siempre!
Sean tu voluntad y tu palabra.
Aunque, a poder saber, nunca alcancemos,
en el dolor que a veces padecemos,
tus designios de amor y de esperanza.


Luis Madrigal




1 comentario:

Francisca Quintana Vega dijo...

Es de humanos, por muy cristianos que seamos,rebelarnos, a veces, interpelar al Altísimo, porque no entendemos muchas cosas.Yo creo que nos pasa a mucha gente. Es que...vivir el bello,todos queremos vivir y hay que dar gracias a Dios por cada día que estamos aquí.. pero suceden demasiadas cosas feas cada instante, verdad? Mi cordial saludo, D.Luís.