martes, 14 de mayo de 2013

CUANDO, SIN DESPERTAR, DUERME LA VIDA




TODO PASÓ, AUNQUE NO FUERA


No pude atesorar la luz del rayo
que ayer besaba en tu ventana el hierro
que la cubre y defiende… En mi destierro,
su haz busco en la noche y nada hallo.

Ni puedo ver la flor, que alza su tallo
para pintar el prado, bajo el cerro.
No podré ya jamás salvar mi yerro,
ni contemplar el tiempo sin desmayo.

Todo pasó… Fuera sin ser, ha sido
y nada queda ya… Cuanto no fuera,
en su vacío ser dejó un latido

que se estremece aún, como en la era
el grano se retuerce y es molido
para que nazca otra Primavera.


Luis Madrigal



A mis queridas amigas,
las sonetistas Francis Quintana y María Bote,
ambas extremeñas y ambas presuntas únicas lectoras,
con mi gratitud y cariño





lunes, 13 de mayo de 2013

PADRE NUESTRO, ¿POR QUÉ ESTÁS EN EL CIELO? (IV)





IV

VENGA A NOSOTROS TU REINO


¡Deprisa, Señor, no esperes más!...
No esperes más, Señor, a que en el Cielo
brindarnos puedas tantas maravillas,
que dice Pablo tienes preparadas.
¿No podrías mostrar un "anticipo"?
Que "a fin de mes" estamos, y no llega
nuestro escaso salario de esperanza.
Envía alguna luz a nuestros ojos,
algún dulce sonido a nuestro oído.
Te pedimos tu Reino entre nosotros,
para poder llegar hasta tu Reino.
Yo, Señor, soy más bien republicano,
(que “acata la legalidad vigente")
pero sé que en tu Reino, no hay corona,
ni infantes, ni princesas, ni validos,
ni etiqueta real, ni protocolo...
Tu Reino, Señor no es de este mundo,
pero el mundo lo pide, lo reclama.
¿Por qué no se lo das?... ¡No seas tacaño!
Te sobra la salud, siendo la Vida;
la santidad, pues solo Tú eres Santo;
la gracia, sin la cual nada podemos;
la justicia, pues la absoluta impartes;
la paz, de la que tanto carecemos
y el amor que, por esencia, eres.
¿Por qué, para Ti solo, quieres tanto?
¿No ves que el mundo se hunde y se destruye,
porque de él, el hombre, ha hecho su reino,
que es corte de ambición y de egoísmo?
¿Te das cuenta, Señor, que es ya el Infierno?
¿Para qué quieres otro, si este basta...?
¡Dános tu Reino, Señor, dánoslo ya...!
Voto por Ti, exijo un "referendum",
me afilo a tu partido... Pegaré los carteles,
abriré la campaña (sin insultar a nadie)
y, en tu nombre, Señor  -sólo en tu nombre-
gobernaré al pueblo, que es tu pueblo.
Y, si aún así, pierdo las elecciones,
y "oposición" tan débil mostrar puedo,
te suplico Señor, por nuestra Madre,
que administra tus bienes sin recato:
tu gracia, a las almas que la buscan
o, sin buscarla, de ella están sedientas.
Justicia, a los que sufren injusticia;
amor a los que desamor padecen
y paz a quien, consigo mismo, en guerra
no puede alcanzar nunca la palma.
Tu Reino celestial, aquí en la tierra.
¡En la Tierra, Señor, danos Tu Reino!


Luis Madrigal





miércoles, 8 de mayo de 2013

DOS SONETOS DE DESPEDIDA



En el siglo XIV, el florentino Dante Alighieri compone para su amada Beatrice Portinari, los más bellos sonetos de amor. Porque eso es, inicial y esencialmente el Soneto, un canto de amor y, al mismo tiempo, la estructura poética especialmente adecuada para expresar el sentimiento amoroso. Años después, también lo hizo, tal vez con mayor sublime delicadeza, el poeta de Arezzo, Francesco Petrarca, quien cantó con embeleso, como objeto de un ideal superior y muy espiritual, a Laura de Noves, o de Sade, de quien se enamoró, estando ella casada, un Viernes Santo del año 1327, concretamente un 6 de Abril, dedicando a este amor imposible, seguramente sin ella saberlo, casi toda la primera parte de su "Canzoniere" y, entre otras composiciones, 317 sonetos de amor. Por eso, a mí me apena, e incluso me irrita tanto, ver utilizado el Soneto por pésimos versificadores de un modo irreverentemente jocoso, utilitario o insulsamente descriptivo. Para esos fines, hay otros muchos tipos de estrofa, pero sólamente el fuego puede arder, como sólo crepitar pueden las llamas que produce. Utilizar el Soneto a los más torpes fines, ya indicados, aparte asimismo la vaciedad y el prosaísmo que implica, me parece una verdadera profanación. Aunque también sea cierto que, no sólo el dulce amor, sino también su más negro sentimiento antípoda, el odio; o el lacerante dolor, la tristeza o la soledad, pueden ser asimismo objeto de esta magna estrofa. Pero, en ningún caso, parece simplemente decente llegar al epigrama, cuando no al astracán. Eso no, por favor. Para eso, lo mejor son los ripios que siempre resultan muy graciosos.

Yo auguro hoy que, muy posiblemente, nunca más volveré a escribir ningún soneto de amor, sin que tenga tampoco la esperanza de que algún día puedan ver la luz algunos de los que he escrito, pero me pide el sentimiento dejar, también hoy, aquí, para deleite de quienes aman la belleza de este tipo tan sensible de estrofa, dos de los Sonetos antes aludidos. Uno, de Dante Alighieri, dedicado a Beatrice Portinari, y otro de Francesco Petrarca, a Laura de Noves. Que ustedes los disfruten, que los disfrutéis todos, amigos. Y sobre todo que el amor os acompañe siempre. Hasta mañana.

Luis Madrigal


A BEATRICE PORTINARI
(ANTE SU MUERTE)


¡Eh... peregrino que por esta vía
atraviesas con planta indiferente.
¿Vienes tal vez de tan remota gente
que el duelo ignoras de la patria mía?

¿Cómo no lloras ¡ay! cuando sombría
cruzas por medio su ciudad doliente,
como quien nada sabe, nada siente
del grave luto que oscurece el día?

Si te detienes a escuchar el caso,
yo sé cierto que llorando, amigo,
no pudieras de aquí mover el paso.

Perdió Italia a Betariz; y cuanto digo
a otros hombres hablando de la bella,
tiene virtud de hacer llorar por ella.


Dante Alighieri


***


A LAURA DE NOVES


Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.

Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.

Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.


Franceso Petrarca



Qusiera yo finalmente que, como el oro en el que van a engarzarse las piedras preciosas, pueda acompañar con el mayor sentimiento la música de otro gran genio de este Arte, Wolgang Amadeus Mozart, en cada uno de los dos movimientos de su sublime Serenta Haffner, KV 250, el Rondó- Allegro y el segundo Andante.







En la imagen superior, Laura de Noves.
Retrato de Piero de Cosimo


lunes, 29 de abril de 2013

MISTERIORO MERIDIANO



I

OTRA VEZ EL FLAGELO DEL FRÍO


Vuelve la lluvia… El campo la recibe
como a huésped que vaga peregrino,
como un áspid que aparta del camino
al sol que ya brillaba, y que no exhibe

el fulguroso rayo con que escribe
su canción en la luz, y en el destino
de iluminar la sombra  -coralino-
que, en la noche, la luna azul percibe.

Vuelve a azotar el rostro el viento helado,
que baja de las cumbres blanquecinas,
y grita que el invierno no ha acabado.

Yo vuelvo a mendigar por las esquinas
un soplo de calor… Nadie me ha dado
sino de alguna rosa las espinas.


Luis Madrigal



II

ESTALLARÁ LA PRIMAVERA


Florecerán las lilas y las rosas
cuando el hiemal retire su pisada…
La blanca nieve, en agua transformada,
vestirá las veredas más hermosas.

Ansiosas por volar, las mariposas
se alzarán en su vuelo, a la alborada.
La luna, del amor enamorada,
alumbrará las noches amorosas.

Tan sólo han de pasar frías jornadas,
que volarán inquietas, tras las horas,
en un reloj de arena condensadas.

Serán entonces claras las auroras
y el sol brillante, en valles y cañadas,
pintará de color las verdes floras.



Luis Madrigal





viernes, 26 de abril de 2013

MIENTRAS SE VA EL FRÍO



VUELVE A MORIR LA PRIMAVERA

Vuelve el Invierno a vomitar los últimos posos de sus sombras, y vuelve el frío a poseer las calles, en un incestuoso maridaje con la Primavera, que como pudorosa doncella quiere ocultar sus encantos al decrépito fantasma invernal. El sol, que escaso tiempo atrás se enseñoreaba y complacía de su propio calor, se ha visto obligado a que los troncos de leña vuelvan a apilarse junto al hogar, supliendo su energía. Tras la callejuela que separa el Mercado de la Gran Avenida, arteria y cañada de hombres y ganados, un perro aúlla encogido y envolviéndose sobre sí mismo... ¡Murió de nuevo otra Primavera, casi antes de haber nacido! Todos los años, los humanos anhelos, con sus cuerpos desnudos, contemplan con tristeza el nuevo infanticidio primaveral, quizá hasta el aborto, al que es sometida la eterna Primavera, con sus dulces promesas de luz y de calor y sus amargos frutos de lluvia y frío que, lejos de exaltar a los poetas, recoge sus últimos suspiros mientras, bajo el peso de la lira hecha añicos, arrastran los pies cansados sobre el duro pavimento de la existencia.

Luis Madrigal


A Lavinia Napradean,
que, al otro lado de la barra de la Cafetería,
al verme escribir este breve apunte,
me preguntaba  qué escribía,
en recuerdo del más grande poeta rumano de todos los tiempos,
Mihai Eminescu

Madrid, 26 de Abril de 2013





jueves, 25 de abril de 2013

PADRE NUESTRO, ¿POR QUÉ ESTÁS EN EL CIELO? (III)



III

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

¿Y cuál?
Tienes uno, Señor, en cada parte,
como amor el marino en cada puerto.
Discúlpame, si soy irreverente.
Ya me entiendes... ¿Cuál ha de ser tu nombre?
Aquel que yo venere y santifique.
Te llamo... como te llamó mi madre,
pues por ella supe que “existías”,
vivías en el Cielo y... me querías.
Eso era todo. Y no era cualquier cosa.
Mas, ¿cómo te llaman otras madres,
de otros pueblos; sus hombres, sus soldados,
sus jueces, policías, carpinteros,
filósofos, artistas o letrados?
¿También estás Tú allí, en sus escuelas;
también tienen allí "Semana Santa"
y Adviento, Navidad y Epifanía?
¿También juran por Ti en sus tribunales
y juran ante Ti por sus banderas?
Europa, América, África y la China,
en el Japón, Corea y en Malasia,
¿todos te llaman por el mismo nombre?
¿El que te dio mi madre es el que vale,
y las cosas que dicen mis doctores
son las que hiciste y no hay otras iguales?
¿Es tu nombre, mi Dios, el verdadero,
y otros dioses acaso no son tales,
ni sus nombres son tu propio nombre,
ni tales nombres son santificables?.
“Tú eres Cristo” -está escrito- dijo Pedro,
y eso mismo me dijo a mí mi madre.
Mas, tienes tantos nombres... ¡Tantos ritos!,
ceremonias, latines, incensarios,
pagodas, mezquitas, abluciones,
sacristías, casullas, campanarios,
minaretes, kaabas, sinagogas,
novenas, procesiones... ¡indulgencias!
¿No bastó con tu Cruz, a todo el mundo?
(Se me olvidaba... ¿Ves?, tomo "partido"…
Que hay dioses sin dolor, dioses "amables",
y otras madres llevaron con dulzura
al sueño de sus hijos en la tarde.
Mas quiero recordar: Tú, no tienes nombre
si sólo la razón ha de avalarme
o, por eso, quizá, todos son tuyos,
maneras diferentes de llamarte).
Mas  -si justo santificar tu nombre-
habré de hacerlo en cualquier parte:
En iglesias, pagodas, sinagogas
y mezquitas... Con rabinos, pastores,
presbíteros e imanes. Todos, todos,
Señor, han de santificar tu nombre.
Si desde siempre eres el que eres...
¡que más te da cuál sea!... ¡En cualquier parte!


Luis Madrigal




martes, 23 de abril de 2013

PADRE NUESTRO, ¿POR QUÉ ESTÁS EN EL CIELO? (II)




II

QUE ESTÁS EN EL CIELO

¿Y por qué en el Cielo?
¿Acaso no es aquí, sobre la tierra,
donde más de tu amor necesitamos?
¡Si, entre llanto, con lágrimas regamos
el barro que nos hizo de este suelo!
¿Por qué no bajas, Señor, a poner orden
en este maremágnum de miseria,
de dolor, de injusticia, de cruel guerra
que el hombre contra el hombre ha desatado?
Sería maravilla que vinieras
para quedarte, esta vez, entre nosotros.
Al menos, la mayor parte del año.
Que en vez, allá por Mayo, cuando "asciendes"
de verdad en Diciembre "descendieras".
Yo te adorara, mi Dios. El alma entera
pondría junto a Ti. ¿Quién no lo hiciera?
¿Quién no sería justo si pudiera
contemplar a dos palmos la Justicia?
¿Quién no sería amor, si Amor tuviera?
¿Quién no se haría pobre si te viera
en Belén y entre pajas tiritando?
Ya estuviste, lo sé, y te matamos,
mas ahora es distinto, estoy seguro.
Si vinieras, y te viera la gente,
y con ella estuvieras, y a tu paso,
pudiera un ciego ver, andar un cojo,
aunque los muertos no resucitaran,
sería lo de menos. Al contrario,
pues todos, de la muerte se burlaran
teniendo entre sus manos a la Vida
y, en lugar de vivir, morir quisieran.
Mas, ¡tan alto está el Cielo!... Está tan lejos,
que desde allí difícil es nos oigas
y aquí abajo, más aún, que te escuchemos.
¿De qué vale que vivas en el Cielo,
si en la Tierra nosotros nos matamos?
Tampoco pido tanto  -si te fijas-
ni es la primera vez. Ya te advirtieron:
¡“Quédate con nosotros”!... Mas, te fuiste.
Vacíos y desnudos nos dejaste,
tan solo por querer hacernos libres.
Y, ¿lo somos?... ¡Maldita libertad!
Si de Ti priva, es que no es libertad,
es cautiverio. Que ya lo supo Kant,
aquel hombre pensante, cuando dijo:
“Si Dios está patente, no soy libre”
y por eso, Señor, estás latente.
Mas, te propongo un cambio de inmediato:
Prefiero ser esclavo, si presente
Tú siempre estás, y siempre vas conmigo,
que libre, de tenerte siempre ausente.
Si así no puede ser  -y no parece-
te digo hoy, Señor, desde aquí abajo:
¡Perdóname...! Perdona el desvarío,
perdona mi flaqueza y mis ofensas,
que de todas me asusto, con espanto.
Perdóname si te he ofendido tanto,
por estar Tú en el Cielo y yo en la Tierra.


Luis Madrigal