

Ese misterio que suele definirse como "substancia individual de naturaleza racional", no surgió de la materia, sino de la nada... porque dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imágen y semejanza" (Génesis 1, 26) ESTE BLOG, TRATA DE OCUPARSE DE ESA TORPE E INSIGNIFICANTE SUBSTANCIA © Luis Madrigal Tascón


Mañana, será Noche Buena, y será así porque el Bien absoluto, el que sólo es el Bien, el Sumo Bien, como gustaba decir San Francisco de Asís, ha bajado a la Tierra, para hacerse Hombre, tomando nuestra propia naturaleza. Por ello, Él tiene una doble naturaleza, como algunas personas tinen una doble nacionalidad y, al mismo tiempo, son argentinos y son españoles, por poner un ejemplo muy entrañable. Claro, estas personas, sólamente pueden ser argentinos en la Argentina y españoles en España, pero no pueden ser ambas cosas al mismo tiempo en ninguno de los dos países, ni lo contrario en el uno respecto del otro. Pero, el que esta noche baja a la Tierra, no. Él, puede serlo todo al mismo tiempo y por siempre. Viene para todas las razas, los colores, las nacionalidades, las ideas políticas; para los hombres buenos -y para las mujeres- y para los malos, para quiénes creen en Él y también para quienes no creen. Para todo ser humano venido a este mundo, va a hacerse la Luz. El Reino de Dios, está formado por todos los hombres, absolutamente por todos y, ni siquiera eso que los cristianos, y más en particular los católicos, llamamos la Iglesia deja de ser más que una parte, un pequeño trocito del Reino de Dios. Esto, puede ser duro para algunos, lo es también para mí, pero así es.
Sobre tu cunita,
Niño, he visto arder
una farolita
como la del tren.
Como la del tren
que alumbra con gas
a la media noche
y a la madrugá.
ES
VINO ANUNCIANDO EL CAMINO,
QUE NO CESA DE MIRARSE
EN ESE ROSTRO DIVINO.
Son negros sus ojos,
rubio es su color;
sus labios son rojos
cual teñida flor.
Cual teñida flor
que al amanecer
entreabre sus hojas
por primera vez.
ES
VINO ANUNCIANDO EL CAMINO,
QUE NO CESA DE MIRARSE
EN ESE ROSTRO DIVINO.
Sobre tu cunita...

Arriba, cuadro del estilo "expresionismo abstracto", del pintor Jackson Pollock, cuya originalidad llegaba a precindir del caballete, depositando el soporte en el suelo. ¡Hasta este tipo de "arte" se compra y posee hoy entre nosotros!.

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El orden, no es, tan sólo, la adecuada colocación o disposición de las cosas. Ya se sabe: Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio. Esto, a lo sumo, no puede ser más que una descripción meramente instrumental, externa, epitelial, de la idea de orden. Y ello, por dos razones que creo radicales. En primer término, se refiere tan sólo a las cosas. Y las cosas, no existen, sino que únicamente “están ahí”. Es el “dasein” de Heidegger. Esta palabra alemana tuvo que ser inventada, porque en esa gran legua no existen, sin embargo, dos verbos, como en castellano, ser y estar, con lo cual el gran filósofo existencialista hubo de inventar su “dasein” (o “estar ahí”), que referido a las cosas equivale a afirmar que éstas no existen, porque existir es “estar en el tiempo para ser”. Y en este sentido, el único que existe es el hombre, el ser humano. La cosas, no pueden existir porque, aunque perduren millones y millones de años -con independencia de que puedan destruirse o transformarse, si hemos de dar crédito a Lavoisier, un vulgar químico francés del siglo XVIII- jamás podrán alterar su propia naturaleza de cosas, como un gato no puede dejar de ser gato, para ser perro o caballo, por muchos años que viva. Casi en el mismo sentido, tampoco existe Dios, sin que esta afirmación, que pudiese parecer excesivamente rotunda o radical, pueda contener la menor brizna de ateismo. Dios, ni existe ni puede existir, por que ya es, eternamente, y ni necesita ni puede albergarse en el tiempo, al igual que las cosas, que tampoco están en el tiempo, sino tan sólo “ahí”. Así, pues, sólo existe el hombre, el ser humano, por lo que, en consecuencia, el orden en las cosas, aunque necesario, no puede ser esencial. Y, en segundo lugar, aquella descripción, tampoco puede contener más que una sola -la del orden espacial- de las muy diversas dimensiones o sentidos de la idea de orden, la cual, en su unidad, pueden alcanzar hasta siete más. De tal manera que, al orden espacial, hay que añadir inmediatamente la idea del orden temporal, tan asociado a aquél. El orden temporal, consiste en realizar cada acción en el momento oportuno, para que pueda aportar la conveniencia o utilidad que se persigue. Y, así, es preciso considerar también el orden estático y su antípoda, el dinámico. El orden estático, o de composición, es aquel que dispone las cosas iguales y desiguales para dar a cada una de ellas la entidad y consideración que respectivamente merecen, porque es evidente que, ni las cosas ni las personas, son todas iguales, ni en consecuencia pueden ser ordenadas de la misma forma. Esta dimensión del orden se enuncia en el principio que San Agustín, en su “Civitate Dei”, formuló como “Parium dispariumque rerum sua cuique loca tribuens dispositio”. Su antípoda, el orden dinámico, llamado también teleológico o de finalidad, consiste en la adaptación y disposición de cada cosa a su propio fin. En efecto, no es posible escribir con una escoba ni barrer con una pluma estilográfica. Esto sería, verdadero des-orden, en el sentido apuntado. Y fue otro gran genio de