viernes, 15 de febrero de 2008

HE VUELTO A OÍR LA VOZ DE UN VIEJO AMIGO


Tan sólo he podido volver a oír su voz por teléfono. Era la misma de siempre, la misma de hace más de veinte años. Y él, también era el mismo, pese a sus últimos grandes éxitos en el arte y en la vida. Desde luego, cualquier otro que no fuese él, hubiera podido "mirarme por encima del hombro", si esto fuera físicamente posible cuando se habla por teléfono. Pero, la voz humana, y a través de este medio quizá aún más, es muy similar a la mirada -puede ser tan demoledora como ella- y, cuando alguien "nos mira" de ese modo, a través de un aparato telefónico, solemos acusarlo, mucho más que con los ojos, con lo más profundo del alma. Pero, no. Me alegro infinito y tengo que dar gracias a Dios, porque José Manuel continúe siendo el mismo hombre humilde que yo conocí en aquel lugar y ambiente tan sórdidos y miserables y en los que, gracias a él y a otros como él, pude sobrevivir a tantas calamidades e infamias. A José Manuel, después de haber pintado, naturalmente al óleo, más de mil cuadros de todos los formatos y dimensiones, todos ellos relativos al mar, le han nombrado académico de la Real Academia Española de la Mar, por ser, a juicio de varios Almirantes de nuestra Armada y otros hombres de mar, el pintor de marinas que mejor ha captado, con su restringida paleta de cinco colores (azul cobalto, bermellón, amarillo cadmio medio, tierra y blanco), un medio natural, tan bravío o tan manso, tan azul o tan verde, tan lleno de luz o tan nublado... como el mar. Con sus etéreas y casi invisibles veladuras... Yo, tuve el honor de ver cómo pintaba, de principio a fin, una de aquellas marinas, y siempre haciendo la señal de la cruz con azul cobalto sobre el inmaculado lienzo. José Manuel, además de un excepcional artista, cuando se trata de pintar el mar -la mar- es un ferviente cristiano, con total independencia de una buena persona hasta los últimos extremos. Y dicen esos grandes hombres del mar, que cuando lo pinta, no es ya el mejor de España, sino de toda Europa, y ... es muy posible (si alguna vez, alguien me demuestra lo contrario, rectificaré) que del universo mundo. Espero muestras y opiniones en contra. Por aquellos tiempos, tanto él como yo oímos muchas veces que tan sólo un señor llamado Esteban Arriaga, un marino, que había navegado lo suyo, había pintado el mar mejor que José Manuel, y éste lo aceptaba con la mayor humildad. Lo que no sabía entonces es que no era el número dos, sino el uno... Es decir, que Esteban Arriaga había pintado muy bien el mar, pero no tan bien como Jose Manuel. Cuando llegó a su domicilio la carta que contenía el nombramiento de académico de la Real de la Mar, José Manuel quiso devolversela al Cartero, porque en el sobre decía: "Iltmo. Sr. Don José Manuel Fonfría Arnaiz". Y pensó que aquel envío no podía ser para él, sino consecuencia de algún error. Para mí, desde aquel horrible año 1985, en que, tantas tardes, lloré sobre su pecho, es mucho más que eso. Es un amigo del alma, al que nunca podré olvidar. Pero, como artista, qué pequeños parecen quedarse ahora aquellos magníficos y bellos versos de Ramón Cubián: "¡Mares amigos, bravos y serenos!/ (reales y amorosos en tu mano)/ bajo cielos de grises nubes llenos/ tenéis luz, esperanza de los buenos/ y el éxtasis gozoso de lo arcano", en el Catálogo de la Exposición de José Manuel, en la Sala Van Dyck, de Madrid, el 3 de Septiembre de 1985. Como también se quedan cortas las palabras de Javier Rubio, en ABC, el 15 de Abril de 1984, relativas al itinerario de Fonfría, inverso al de las tendencias de la "transvanguardia", itinerario de regreso al clasicismo, al realismo tradicional. Gracias, José Manuel, también por esto. Antes de llamar por teléfono a José Manuel, yo había intentado localizarlo en otras ocasiones sin éxito. Pero muchas veces, quizá tantas como marinas él ha pintado, había llegado con gratitud y cariño a mi memoria. Y, casi siempre sobre un abanico de Catálogos de sus diversas Exposiciones, (en Van Dyck, en Toisón, en Durán, en el Colegio "Sadel", de Toledo, y en un cierto lugar del que no quiero acordarme... ) con sus cariñosas dedicatorias: "A mi querido amigo..."; "A mi gran y querido amigo..."; "... amigo más distinguido". José Manuel, no es persona insincera, ¿qué podría haber hecho yo para merecer tales dedicatorias? Incluso llega a decirme en una de ellas: "ínclito maestro". Sin duda, esta tenía que ser de puro "pitorreo", porque el que por entonces me enseñaba era él. Sobre todo en las proximidades de la Navidad, cuando acostumbraba a guardar los colores del óleo, y sacar las acuarelas... ¡Gracias también, José Manuel, por haber intentado enseñarme esa técnica tan difícil...!, que a veces después he practicado, con muy escaso éxito, desde luego, porque yo no pasaré nunca de aprendiz. Yo, no le llamé ahora para felicitarle por su nombramiento de académico, cosa que ignoraba por completo. No pertenezco a esta especie humana, aunque esté bien felicitar a los demás en tales ocasiones. Yo le llamé porque quería verlo. Y ahora me llena de alegría saber que en lo sucesivo, cuando le escriba, tendré que decir en el sobre: "Iltmo. Sr. Don José Manuel Fonfría Arnaiz"... Esta vez, ya no tendrá necesidad de devolverselo al Cartero, porque ya sabe que será para él. "Tv regere imperio fluctus Hispania memento". Recuerda, España, que tú has regido el imperio de los mares. Esto, también lo sabe José Manuel, pero lo que él no sabe es que otro íntimo y común amigo de aquella época, aunque desventurado y humilde poeta, Alfonso Carbajal, que precisamente ahora prepara también su Blog en la Red, escribió en su recuerdo también algunos poemas, en los que el mar, naturalmente, se asocia a aquella entrañable memoria. De momento, por mi parte, sólo te digo: Un fuerte abrazo, José Manuel, de quien sabes muy bien no podrá nunca olvidarse de ti. Luis Madrigal.-