ROSA DE ENERO
¡Alégrate serena, rosa de Enero,
que tu prado está verde y -entre las flores-
tú, sonriendo.
No le doy mis espinas,
cruel, a tu pecho…
Sólo un cesto de juncos,
lleno de besos,
para poblar tus labios,
dulces y tiernos.
Suaves como la seda,
que halló en sus pétalos
el reposo -al buscar- que está en tu aliento.
¡Vuela sobre las olas
del Mar bravío…!,
para alumbrar mi Invierno,
triste y sombrío.
De mis horas oscuras
-llanto a porfía-
tú siempre eres la luz
del claro día.
De mi duda, certeza;
de mi tristeza,
tú la alegría.
Del silencio, que cruje,
eres noticia.
La que me trae el viento
con tu caricia.
Luis Madrigal