UN SONETO LIBRE COMO EL VIENTO
Estaba
el mar sereno. Un rayo puro
de
luna blanca –llena- cae en la playa
y
despierta fulgor de oro en la arena,
que
entre rocas azules se acostaba.
Me
alumbra hoy esa luz a donde vaya
y
deja mi alma en calma, tan serena,
que,
entre negros abismos, la dulzura
late
en mi sueño, igual que ayer soñaba.
No
importa que, aun la sombra de la pena
extienda
larga mano a la amargura,
cuando
la luz que alumbra se desmaya.
Mas,
un instante sólo, y la cadena
que
ata el vivir esclavo, su atadura,
rompe
al mirar al cielo… Y presto calla.
Luis Madrigal