miércoles, 2 de abril de 2014

EL HIMNO NACIONAL DE ESPAÑA




Ya hace algún tiempo, venía yo estando persuadido de dos cosas en relación con el Himno Nacional de España, pero creo haber llegado a estar totalmente convencido de que he superado la persuasión para alcanzar la más firme convicción al respecto acerca de ambas. La primera de ellas es la de que, efectivamente, la teoría de que la “Marcha de Granaderos” le fue regalada, a su cuñado Carlos III de España, por Federico II de Prusia (Carlos estaba casado con la princesa prusiana María Amalia de Sajonia, hermana de Federico), es una pura y simple leyenda. Es decir, una mentira, revestida de solemnidad soberana, nunca mejor dicho. La mentira se extiende al Conde de Aranda, según se ha dicho falazmente embajador en la Corte prusiana. Pero, el Conde de Aranda no fue ministro de Carlos III, sino -bajo este reinado- Presidente del Consejo de Castilla a raíz del Motín de Esquilache, y posteriormente Secretario de Estado de su hijo Carlos IV. Tampoco fue nunca Embajador de España en Prusia  -Embajada que jamás existió- sino en París, ni tan siquiera pudo entrevistarse, en 1770, con el emperador prusiano, puesto que éste se encontraba firmando la paz con Rusia. Así que, acabemos ya de una vez. Eso del regalo de una marcha militar prusiana para que se convirtiese o fuese elegida como Himno Nacional de España, es simplemente falso. Tal vez, los promotores de la teoría pudieron basarse en que, efectivamente, existe una marcha militar prusiana que se llamó así, de esta misma manera, o parecida, Marcha de Granaderos, “Fridericus Rex-Grenardiermarsch”, pero el compositor de la misma fue Ferdinand Radeck, que vivió entre 1828 y 1903, y fíjense ustedes como suena:


¿Acaso tiene algo que ver, o se parece lo más mínimo, a nuestro Himno Nacional? Es evidente que no. De dar acogida a las muy diversas y legendarias teorías sobre el particular, habría que conectar las notas musicales de nuestro Himno  -que ciertamente no es tal, no es un himno-  nada menos que con el año 1547, durante el reinado de Fernando el Católico, cuando Enriquez de Valderrábano compuso la Pavana Real que, aunque no demasiado, guarda mucha mayor semejanza, como puede seguidamente observarse:


Y aún no se termina con el asunto del origen histórico del Himno español. También se ha pretendido, o al menos insinuado, que éste tuvo sus antecedentes, o sus precedentes, no ya sólo en la Cantiga 42 de Alfonso X El Sabio, sino incluso en la música hispano-árabe de entre los siglos XI y XII, encontrando dichas huellas en el filósofo y músico árabe Ibn Bayyah, llamado Avenpace. De la Cantiga, sí que dispongo de varias versiones, aunque me ahorraré ofrecer ninguna, ya que según creo tampoco concurre la menor analogía, pero, desde luego, de la música compuesta por el filósofo saraqustano  -que además de filósofo y músico, era también poeta, botánico, matemático y astrónomo-  yo al menos carezco de la menor referencia sonora, y en consecuencia lamento no poder ofrecer nada, pero de lo que sí estoy seguro es de que tal música arábiga, o andalusí, tendría aún mucho menos que ver al respecto.


He dado ciertamente un gran salto en el tiempo, aun irrespetuoso, para recoger la teoría según la cual incluso cabría atribuir la música de nuestro Himno a Giacomo Puccini, si tomamos como referencia el trasfondo musical, e incluso algunos redobles de tambor, al final del Acto 2º de su famosa ópera La Bohème, con la dificultad, eso sí, de que el día 1 de Febrero de 1896, fecha del estreno de esta obra operística en el Teatro Regio de Turín, ya llevaba varios siglos sonando nuestra Marcha de Granaderos, aunque faltasen doce años para que, primero el Maestro Pérez Casas, en 1908, y algunos más tarde el Maestro Francisco Grau, en 1997, la instrumentasen. Mucho más emotivo y rigurosamente histórico resulta, sin duda, que un ruso, Mili Balakirev, se fijase en nuestro Himno Nacional, mucho más que hoy lo hacen la mayoría de los españoles, en esta España amodorrada, materialista y mediocre que ahora mismo padecemos. En efecto, resulta conmovedor que cuando, en general, los españoles han sido siempre, tanto como a nuestra Bandera, refractarios a nuestro Himno  -quizá porque, como ya dije, no lo es-  tildando de “patrioterismo” el hecho fervoroso de descubrirse y ponerse en pie siempre que suene, en cualquier lugar, como lo hacen los ciudadanos de tantos pueblos, haya sido un músico ruso, antes incluso de que su compatriota Rimsky-Korsakov escribiese su “Capricho Español”, quien rindiese un auténtico homenaje a nuestro Himno, en sus variaciones “Obertura sobre el tema de una Marcha española”. Observen, por favor:


La segunda de las cosas, tal vez más importante, sobre la que creo también haber llegado a una conclusión definitiva por mi parte, es la de que, si no tanto como imposible de componer  -dados todos los avatares de nuestra Historia- resulta innecesario disponer de una letra, para que de verdad el nuestro pueda ser un himno, puesto que, en rigor, sólamente puede ser un himno aquello que se canta, aunque se entone mal. Pero tampoco es rigurosamente necesario cantar. Basta con escuchar y con sentir lo que se escucha. El sentimiento, no se expresa con palabras, sino con el corazón. Es así, porque es siempre el sentimiento lo que importa y éste no va asociado tanto a unos asertos, muchas veces inexactos, cuando no verdaderamente grandielocuentes o amenazantes y por ello casi siempre  ridículos. También sin cantar, la música que se escucha, tomada como un símbolo, puede estrechar a quienes lo escuchan, en el amor y respeto a lo que nos es común y a nosotros mismos. Por este motivo, personalmente, la sensatez me obliga a prescindir y olvidar todas las letras, sucesivamente compuestas. En 1843, por Ventura de la Vega; en 1927, por Eduardo Marquina; en 1928 (ocho años antes de la guerra civil, contra lo que se cree) por José María Pemán e incluso muy recientemente, en el período presidencial de Don José María Aznar, por el Comité literario formado por Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenca, Alberto Linares y Ramiro Fontes. De todas ellas, prescindo y de las que pudieran proponerse en un futuro. También yo mismo he escrito una letra para nuestro Himno, que es la que siempre canto interiormente, con el mismo o más sentimiento que lo hacen, por ejemplo, los holandeses al escuchar su Himno nacional. Y es curioso, el Himno Nacional de Holanda -del Reino de los Países Bajos-  es el único de todos los himnos nacionales del mundo que, en su primera estrofa, habla de España y además en términos de lealtad y de respeto: “Den Koning van Hispanje, heb ik altijd geëerd”. La traducción a nuestra lengua siempre me ha emocionado: “Y siempre he honrado al Rey de España”, dice Willem van Oranje-Nassau, Guillermo el Taciturno, y continúan cantando los holandeses.  Escuchen y vean ustedes también, si son tan amables:




Siendo español, casi hay que sentirse emocionado al escuchar el Himno holandés, que últimamente también canta una mujer hispánica, una argentina, como habrán podido observar. Tal vez, entona esa estrofa con mucha más emoción que los españoles escuchan nuestro Himno. En cualquier caso, insisto, no hacen falta palabras. Siendo español, o no siéndolo, basta con el amor a España.

Luis Madrigal