viernes, 7 de noviembre de 2014

PODEMOS




DESTRUIR ESPAÑA


Creyó ayer la nube que podría
cubrir el cielo entero con su manto
hecho de turbio cieno.
Los ladridos de aquellos perros,
que de lejos reclamaban con odio
la carnaza de su propia sangre,
se oían cada vez con más fuerza
en la estepa calcinada,
en el desierto baldío y mudo.
Querían conquistar el cielo
tan sólo aullando,
para germinar sobre la tierra
la semilla de la nada, la miseria y el caos caribeño,
destruyendo a su paso toda brizna de ser.
Mancillando la flor, rompiendo el arado.
Ahogando la música.
Sepultando la poesía y la idea
en el yermo paraje del vacío.
La indignada masa,
mil veces burlada y despojada,
rechinando los dientes,
harta ya de sufrir,
clamó venganza sobre sí misma
y mil voces anunciaron el triunfo
de la nada y la miseria por siempre.
Otros ecos, presagiaban el suicidio colectivo.
Yo, también.


Luis Madrigal