jueves, 24 de abril de 2008

UN POETA ARGENTINO, GANA EL PREMIO CERVANTES


El poeta argentino Juan Gelman (Buenos Aires, 1930), ha ganado el Premio Cervantes, en su edición de 2007, oficiosamente considerado como el Nobel de Literatura en lengua española. Juan Gelman buscó durante más de veinte años a su nieta Macarena, fruto del matrimonio de su hijo Marcelo Ariel Gelman Schubaroff y de su nuera María Claudia García Irureta-Goyena, torturados y asesinados por la dictadura militar argentina, que mantuvo con vida a la madre para robarle el bebé nada más nacer y entregarlo en adopción. Los dos tenían veinte años, y Macarena siete meses en el vientre materno. La encontró hace ocho años en Uruguay. Ayer, en la casa de Cervantes, Gelman recordó a la gran poeta rusa Marina Tsvetaeva, aniquilada por el estalinismo: «El poeta no vive para escribir. Escribe para vivir». Las paredes del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares reverberaron rotundas, saludando estas palabras con una clamorosa ovación. El poeta que fue será, y siempre es, finalizó su discurso, miró a su nieta, y las lágrimas aparecieron en la distancia. En unos ojos cansados de tanto sufrir, y en los alegres por la felicidad de recuperar al abuelo.

La de Gelman -como la de tantos argentinos de nuestros días, con cuyo dolor este pobre español se duele- es la verdad del sufrimiento, la de un hombre que murió muchas veces, y más con cada noticia de un amigo o compañero, asesinado o desaparecido que agrandaba la pérdida de lo amado: «La dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas y cabe señalar que la palabra desaparecido es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanos y ciudadanas inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto».

El Quijote le abrió manantiales de consuelo a Gelman, como antes Santa Teresa y San Juan de la Cruz. «La presencia ausente de lo amado». Dios para ellos, el país del que fue expulsado para Gelman: Las llagas no han cicatrizado. Sangran desde la muerte a distancia, porque la muerte, dijo el poeta de «Mundar», se ha hecho «anónima». Hace dos años, cuando obtuvo el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Juan Gelman celebró su llegada «a una España que no acepta las aventuas bélicas y que rompe clausuras sociales que hieren la intimidad de las personas». «Hoy celebro -incorporó Gelman- rescatar nuevamente a una España empeñada en un único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro... Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. La memoria es memoria si es presente y así como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para que entre en su pasado». Una nueva sonora ovación acogió su discurso.

PALABRAS DEL REY DE ESPAÑA

Hoy celebramos la lengua española, uno de los mayores tesoros que compartimos. Los hablantes, a quienes pertenece, debemos un tributo de gratitud a la creatividad de los autores, que la pulen, la tallan y la enriquecen con nuevas facetas cada día. Unos y otros, con distinta impronta, labramos nuestra lengua. Pedro Salinas esbozaba esa acción conjunta, al reseñar en breves palabras: “Todos, un sol detrás de otro, la vuelven clara”. Entre los creadores, sobresale Miguel de Cervantes, no sólo porque supo enaltecer el español en su esplendor literario, sino también por su generosidad, capacidad de superación, y empeño en grandes causas, de las que El Quijote, su genial creación, es portador destacado.

En su última convocatoria, el Premio Cervantes de Literatura ha querido reconocer la obra de un gran escritor argentino, enamorado de la palabra y firmemente convencido de su inagotable potencial de comunicación, así como de su vigor incomparable para luchar contra la adversidad. Quiero expresarle, en nombre de la Reina y en el mío propio, nuestra más afectuosa felicitación, con nuestra admiración y respeto. Don Juan Gelman es uno de los más valiosos poetas de los últimos tiempos. Renovador del idioma y creativo del lenguaje, en su obra confluyen de manera asombrosa, un lirismo construido a vueltas con la racionalidad, con un discurso poético centrado en lo real. Su palabra fluye con fuerza, sinceridad y espontaneidad. Nutre la pasión por disfrutar de la capacidad de sentir y palpar, que encierra la mejor poesía.

Su obra y su trayectoria han recibido numerosos reconocimientos, que culminan hoy con el alto homenaje que supone este Premio Cervantes. Ya cuenta en su haber con importantes premios como el Nacional de Poesía argentino; el “Juan Rulfo” de Literatura Latinoamericana y del Caribe; el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda; y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que recibió hace dos años. En la singular voz del poeta Don Juan Gelman, cabe apreciar la consistencia rítmica y musical, que es un pilar fundamental de la estructura de toda obra brillante como la de nuestro premiado. Una obra que transmite su particular forma de mirar la vida y de ver el mundo, a través de temas recurrentes como el amor, la memoria, el dolor y la muerte. En su poesía, que destila compromiso personal, social y creativo, lo humano y lo cotidiano cobran un papel protagonista, capaz de desgarrar y de emocionar a quién lee o escucha.

Del tango de su Buenos Aires querido, concebido “como manera de conversar”, ha sabido realzar lo trágico y existencial. Para Don Juan Gelman, con una vida dramáticamente marcada por las muy crueles consecuencias personales y familiares de la dictadura, la palabra ha representado el reencuentro, en el exilio, con su patria y con sus raíces más profundas. No en vano ha definido la poesía como “el territorio más libre del mundo”. Su relación con España ha permanecido siempre viva, gracias a la impronta que han dejado en su obra autores como Garcilaso, Quevedo, Cervantes, Machado o Lorca, y al continuado contacto con un país que fue, hace más de treinta años, escala de acogida en su doloroso exilio.

Mi más sincera y sentida felicitación a todos los hermanos argentinos.
Luis Madrigal.-