miércoles, 31 de diciembre de 2008

MÚSICA EN VIVO Y EN DIRECTO




Ayer, día 30 de Diciembre, penúltimo del año, tuve la fortuna de acudir al Auditorio Nacional de Música, donde se ofrecía el 3º de ocho conciertos de los ciclos musicales que organiza la Comunidad de Madrid. El contenido íntegro del mismo era la 9ª Sinfonía de Beethoven, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por un viejo y entrañable conocido, un hombre que, en España, se hubiera apellidado doblemente Frühbeck, esto es, Frühbeck y Frühbeck, porque tanto su padre como su madre eran rigurosa y estrictamente alemanes y del mismo apellido. Pero se habían traslado a España, concretamente a Burgos, donde él nació en 1933. Y, casi con toda seguridad, en el Registro Civil, habrá de constar esa doble filiación, homónima, de apellidos. Sin embargo, en el campo de la música, Rafael, que eso sí, nunca se llamó "Ralph", porque es tan español como Don Rodrigo Díaz de Vivar, por razón de su nacimiento, y en honor a su Ciudad natal, quiso llamarse siempre Frühbeck... de Burgos. Mi suegro, que era músico de profesión, siempre me habló maravillas de aquel jovencísimo Director de Orquesta, allá por los años 60, cuando Frühbeck iniciaba su carrera artística. Y también él, se gloriaba de que aquella joven promesa se llamase, y fuese, "de Burgos". Con el tiempo, Frühbeck fue escalando las más altas posiciones en el campo de la dirección orquestal, desde sus primeros estudios en los Conservatorios de Bilbao y Madrid, donde cursó los de piano, violín y teoría de la composición, para acudir más tarde a la Escuela Supeior de Música de Munich, en la que se graduó Summa cum Laude, recibiendo también el Premio Richard Strauss. Rafael Frühbeck, comenzó siendo director de la Orquesta de Bilbao, la ciudad natal de Arriaga y de extraordinaria tradición y entidad musical, para serlo inmediatamente de la Orquesta Nacional de España, durante 16 años y de las Sinfónicas de Düsseldorf y Montreal. Posteriormente, además de haber dirigido a todas las grandes Orquestas europeas y a las sinfónicas de las Emisoras de Radio alemanas, fundamentalmente la del Gewandhaus de Leipzig y las cinco de Londres, también ha irumpido en los Estados Unidos, tras su debut con la Orquesta Sinfónica de Philadelphia, para dirigir a todas las grandes orquestas americanas. Como director invitado, ha dirigido a más de 100 orquestas sinfónicas en todo el mundo, y grabado más de un centenar de discos para EMI. Decca, DGG, Columbia Española y otros muchos sellos.

Rafael Frühbeck, naturalmente de Burgos, es para mi una figura entrañable, con independencia de todo lo dicho. Cuando ayer, con algunos kilos más de los que yo recordaba de él, apareció sobre la tarima para tomar la batuta, yo prorrumpí en una sincera y conmovida explosión de alegría y júbilo, aplaudiendo a rabiar. Frühbeck, está muy bien. De todo. Tanto de salud, me pareció que se conserva esplendidamente a sus 75 años y con su agitada e intensa actividad artística, como, en este último orden, pleno de reflejos y de matices en la visión de la gran sinfonía beethoveniana que ayer dirigía. Nada menos que la 9ª Sinfonía, la "Coral", sin duda una de las más grandes del genio de Bonn. La Orquesta Sinfónica de Madrid, a mi humildísimo juicio, respondió también algo más que notablemente a las solicitudes y requerimientos de Don Rafael, así como los Coros del Orfeón Pamplonés, una de las formaciones corales más antigüas de España, porque su fundación se remonta al año 1865, si bien fuera posteriormente refundadda tras las Guerras Carlistas. Muy bien asimismo, el Orfeón Pamplonés, que dirige Igor Ijurra. Yo, pobre de mí, no pude pasar de las primeras lecciones de Solfeo, y carezaco de la más mínima autoridad en la materia, como en casi todas, pero me quedé a yer con la sensación de que la nota negativa fue la de la mediocridad de las cuatro voces solistas que Beethoven concibió para esta Sinfonía y que ayer corrieron a cargo de Raquel Lojendio (Soprano); Mª José Suárez (Mezzo), ambas españolas; el Tenor alemán Robert Künzli y el Bajo italiano, de Verona, Marco Vinco. Y todo tiene su explicación. Parece ser, por una parte, que para cantar diez minutos, las grandes figuras de la Opera ni suelen aceptar su intervención en esta sinfonía y, por otro lado, que una Orquesta, por potentes puedan ser las voces de los solistas, siempre corre el riesgo de apagarlas y quizá por ello nada menos que Wagner enterró a la Orquesta en el foso, en la ópera. Pero dicho todo esto, también hay que decir que los cuatro interpretes de ayer podrían ir pensando en dedicarse a otro tipo de artes. O a sus respectivas formaciones no musicales. Por ejemplo, la Mezzosoprano ovetense Mª José Suárez, que es Licenciada en Psicología -no sé si clínica, industrial o pedagógica- podría dedicarse en la Ciudad "del señorio" a valorar las aptitudes de mando de los "ejecutivos" o de los "mandos intermedios" de las empresas asturianas, si es que queda alguna en pie. Y, ¡hombre!, el italiano Marco Vico, justamente inició sus estudios musicales en 2002, tras haber completado los de Derecho. ¡Hay que ver cómo debe andar, también en Italia, el mercado de las profesiones jurídicas, para que este joven tenga que dedicarse a lo que ayer se dedicó. Y eso, que, en mi desautorizda opinión, fue el menos malo de los cuatro. Los otros dos, a mi me parecieron para llorar. El Tenor alemán Künzli y la Soprano tinerfeña Raquel Lojendio, a los que ni se oía, por mucho que el "tutti" apague y, además la señora o señorita Lojendio -esto es humano y puede ocurrirle a cualquiera- hasta tubo de sobrevivir con dificultades ante un golpe de tos. En fin, ellos fueron lo único malo, pero ciertamente esto no es esenecial, sobre todo cuando el Coro, como ayer el Orfeón Pamplonés, responde brillantemente a lo que de él se espera en esta Sinfonía a la que, en el argot coloquial, el coro da nombre. Y lo mejor de todo, una vez más, es comprobar la majestuosidad y esplendor de la musica orquestal, no metida en una "lata", por muy alta sea la tecnología actual, para "enlatarla", sino así, "a pie de obra", tal como maravillosamente suena en vivo y en directo. Luis Madrigal.-
Arriba, facsimil del programa del Concierto y de los versos de Schiller, en la Ode an Freude u Oda a la Alegría. Como es sabido la Unión Europea ha declarado que esta bella música es el Himno de Europa

jueves, 25 de diciembre de 2008

ERA UNA NOCHE DE INVIERNO


"Era una noche de invierno,
todo el mundo estaba en paz,
y amando Dios por demás
al hombre triste y siniestro,
tomó un cuerpo como el nuestro
pa no dejarnos jamás.".

(Del Evangelio Criollo Argentino.
autor: Amado Anzi, jesuita)
Arriba Belén de Alicia María Abatilli, policromado por su hermana Norma

DIOS, HA NACIDO


“En Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”
(Jn. 1, 4)


¡ENTRA, SEÑOR…!

A mi puerta, Señor, yerto de frío,
nuevamente tu voz con ansias clama
que quieres que la Luz, como una llama,
alumbre mi ceguera y extravío.

De nuevo inmerso en caudaloso río
se arrastra mi vivir, en triste drama
de egoísmo y pasión… Y no proclama
la esperanza que busco y siempre ansío.

Mañana -¡oh, Señor!- por mí maltrecho…
Hoy, con el hielo, ofreces tu cariño,
desnudo entre la nieve, sin más lecho,

ni ropaje, ni abrigo, ni otro aliño…
¡Entra, Señor, al fondo de mi pecho
que, con amor, por mí, hoy te haces Niño.


Luis MADRIGAL
Navidad 2008

martes, 23 de diciembre de 2008

DIOS, VA A NACER

Mañana, será Noche Buena, y será así porque el Bien absoluto, el que sólo es el Bien, el Sumo Bien, como gustaba decir San Francisco de Asís, ha bajado a la Tierra, para hacerse Hombre, tomando nuestra propia naturaleza. Por ello, Él tiene una doble naturaleza, como algunas personas tinen una doble nacionalidad y, al mismo tiempo, son argentinos y son españoles, por poner un ejemplo muy entrañable. Claro, estas personas, sólamente pueden ser argentinos en la Argentina y españoles en España, pero no pueden ser ambas cosas al mismo tiempo en ninguno de los dos países, ni lo contrario en el uno respecto del otro. Pero, el que esta noche baja a la Tierra, no. Él, puede serlo todo al mismo tiempo y por siempre. Viene para todas las razas, los colores, las nacionalidades, las ideas políticas; para los hombres buenos -y para las mujeres- y para los malos, para quiénes creen en Él y también para quienes no creen. Para todo ser humano venido a este mundo, va a hacerse la Luz. El Reino de Dios, está formado por todos los hombres, absolutamente por todos y, ni siquiera eso que los cristianos, y más en particular los católicos, llamamos la Iglesia deja de ser más que una parte, un pequeño trocito del Reino de Dios. Esto, puede ser duro para algunos, lo es también para mí, pero así es.

Sin embargo, puesto que Dios se ha hecho Hombre, fenómeno este absolutamente inexplicable, más inexplicable aún que su propia esencia, es bueno y necesario que, quienes lo creemos -porque queremos creerlo- vivamos esa Noche en la alegría más absoluta que al ser humano puede ser posible, dentro de las coordenadas de Einstein. Una alegría que, en modo alguno, puede provenir de una botella de vino, o de champagne, porque, como ya decía Platón, un pagano muy anterior a Cristo, esa alegría viene directamente de los dioses. ¡Que simple error...! -nada de críticas manidas e inservibles- entregarse a la falsa alegría que el corazón humano también necesita. Esa Noche, ciertamente, sería falso, tratar de aislar la alegría de lo que simbólicamente se celebra, porque sería como tratar de hacer lumbre sin fuego, o de beber nada en un vaso vacío. Para esa alegría humana hay muchas noches y muchos días, a lo largo de todo el año. Pero si hoy estamos alegres, desbordantemente alegres, es porque esperamos que, un día, ni nuestra propia muerte podrá arrancarnos la Vida, sino tan sólo cambiarla por otra, muy distinta, muy luminosa, muy alegre, absolutamente feliz... Para eso, sólo para eso, sólo por eso, bajará esa Noche a la Tierra el autor de la Vida. Es preciso creerlo como lo creen los niños, porque si no nos hacemos verdaderamente niños, no lo podremos creer ni esperar.

Por ello, de entre todo lo que hoy puede cantarse, me refiero a los llamados Villancicos, yo iba, pensaba, publicar aquí, seguidamente y en unión de su letra aquel Villancico que, mientras fui un niño, año tras año, me cantaba mi madre. No hubiese pretendido que le gustase a nadie. No es a cuatro voces, ni goza de un especial acompañamiento instrumental. Incluso, tampoco disponía de la música completa. Había tenido que "robársela" parcialmente a un conjunto leonés que se llama "La Braña", a quien, no obstante, doy las gracias y prometo adquirir, cuando tenga ocasión de ello, toda su producción musical. Pero, por mi parte, estoy seguro de que, cuando mañana cante dentro de mí ese Villancico, tras aquel dulce y tierno recuerdo, se escapará de mí una lágrima, nada incompatible por cierto con la inmensa alegría de esa Noche.

Sólamente puedo ofrecer la letra del Villancico. Eso sí, puedo ofrecerla completa. Como ya he dicho, también hubiese podido ofrecer la música, pero las circunstancias concurrentes -posiblemente- en ese inestable y detestable sistema operativo llamado Windows, quizá, o tal vez mi propia inútilidad, se han encargado de impedirlo- La letra es esta:



Sobre tu cunita,
Niño, he visto arder
una farolita
como la del tren.
Como la del tren
que alumbra con gas
a la media noche
y a la madrugá.


ES LA ESTRELLA QUE A LOS MAGOS

VINO ANUNCIANDO EL CAMINO,

QUE NO CESA DE MIRARSE

EN ESE ROSTRO DIVINO.


Son negros sus ojos,

rubio es su color;

sus labios son rojos

cual teñida flor.

Cual teñida flor

que al amanecer

entreabre sus hojas

por primera vez.


ES LA ESTRELLA QUE A LOS MAGOS

VINO ANUNCIANDO EL CAMINO,

QUE NO CESA DE MIRARSE

EN ESE ROSTRO DIVINO.


Sobre tu cunita...


Insisto, mucho lamento no poder publicar la música del Villancico. En compensación les traigo, os traigo a todos, una joya: Arriba, la Catedral de León, la "Pulchra Leonina", en Noche Buena. Luis Madrigal.-

lunes, 22 de diciembre de 2008

LA AUSTERIDAD


Acabo de sufrir, no hace más de veinticuatro horas, la enésima “disfunción general” de mi Equipo informático, por utilizar un eufemismo, porque lo que aquí pasa es que no funciona nada. Comenzó tan penosa situación, por la pérdida o falta de sonido de salida, por mi parte, en Skype, un excelente programa de mensajería simultánea, a través del cual no sólo se puede “chatear” (que, en Bilbao, significa otra cosa bien distinta a romperse los riñones tecleando, para que el interlocutor lea lo escrito), sino además hablar, escuchar y hasta ver y ser visto, si se utiliza la modalidad denominada “videoconferencia”. Todo ello, sin interferencia alguna y con una nitidez muy superior a la que se obtiene cuando se habla con el vecino de la acera de enfrente por medio de Telefónica (antes -cuando la había- la Compañía Telefónica Nacional de España), y eso que yo suelo hablar con personas que se encuentran en Méjico o en la Argentina. Además, esto ya es casi sublime, a un coste cero de unidades monetarias, en cualquier tipo de divisas, a diferencia asimismo de lo que sucede con el latrocinio de Telefónica y su secuaz, para la telefonía móvil, Movistar, que parecen gozar de una patente de corso para atracar a los pacíficos e indefensos ciudadanos españoles, y posiblemente también a los de otros sufridos países. Las anomalías, siguieron, en grado superior y con mayores daños, por lo que se refiere al navegador de Internet que yo venía utilizando -Mozilla FireFox- debido a que la versión del Internet Explorer del que disponía -y había pagado- del señor Gates, o Microsoft, ¿no?, y tras una de las frecuentes “actualizaciones automáticas”, que suelen efectuarse, aproximadamente cada diez minutos, era un desastre de lentitud y dañosa irregularidad, me vi obligado a sustituirlo por FireFox. ¡Hay que ver qué nombres utilizan los americanos yanquis para bautizar a sus inventos…! ¡Zorro de Fuego!. Aunque también hay que decir que, gracias a ellos, vamos tirando los que somos incapaces de inventar nada, salvo la guitarra y el botijo de barro. El caso es, que, como todos los Programas o Aplicaciones (no vaya a llamarme la atención algún sacerdote de la Informática) han de operar en “entorno Windows”, que según un buen amigo mío, Ingeniero de Telecomunicaciones, es un "entorno" absolutamente inestable y detestable, impuesto de muy sospechosa manera, en detrimento de otros muchos mejores, como Linux, por ejemplo, quizá por ello, también FireFox dejó hace dos días de funcionar. Me envía un mensaje que exactamente dice: “FireFox no puede establecer una conexión con el servidor en es-es.start2.mozilla.com”. Ya lo saben ustedes. Lo digo por si alguno de mis 9.085 visitantes -por una vez quiere hacer de alma buena y decirme cómo diablos puedo yo resolver esta terrible anomalía, que me tiene prácticamente sin poder manejar mi Blog, al tener que hacerlo con el malvado Internet Explorer. No puedo quejarme de “visitantes”, según acredita el contador instalado en su día. Lo que sí me parece altamente desproporcionado es el número de aquéllos en relación con el de “comentaristas”, lo que indudablemente acredita que la inmensa mayoría de los que aquí entran, salen despavoridos inmediatamente, sin duda porque no les importa lo más mínimo lo que aquí encuentran. Lo comprendo y de nada me quejo. ¡Qué le vamos a hacer! Pero, en esta ocasión, lo único que suplico es que alguien pueda echarme una mano, siempre y cuando no sea “al cuello”.

En realidad, este desastre en cuanto al buen funcionamiento, no afecta tan sólo a los Ordenadores y a la Informática, sino a las más variadas especies de artilugios mecánicos, electro-mecánicos o similares, ya sean los automóviles, los frigoríficos, las lavadoras, los ventiladores, los receptores de TV, en cuanto a los decodificadores externos de TDT (no, no es el DDT, que era para matar cucarachas, sino la Televisión Digital Terrestre). Ya saben, lo del apagón total de la TV analógica, ya muy pronto. Y no he hecho más que iniciar la lista de “chismes y trastos” que por doquier proliferan en nuestros días para complicarnos la vida. No es que yo desee ni proponga el regreso hacia la “caverna”, aunque, algunas veces, siento una tentación casi irresistible de iniciar el camino hacia ella. Hacia la Caverna de Platón, naturalmente. Pero, sobre todo, esta abundancia de cosas -en contraste con la escasez de cerebros mínimamente pensantes- lo que sí me hace es recordar cada vez más a Zubiri, en relación con mi propia capacidad y temple para situarme a una prudencial distancia de todos esos objetos materiales, o corporales, del mundo exterior, susceptibles de apropiación, a los que llamamos “las cosas”. En esta actual sociedad progresiva -siempre lo es- y falsamente “progresista”, tengo demasiadas cosas, muchas bastante inútiles, y sobre todo corro el grave riesgo de no establecer una prudente distancia entre las cosas y “yo”, con el fin esencial de no “cosificarme”, en un proceso mucho más alarmante que el kafkiano, del que tan sólo resultaría que puedo transformarme en escarabajo, pero no en “cosa”. Porque, cuando el alma humana siente el dolor, la tristeza, la soledad, o la apremiante necesidad de resolver algún problema grave, no puede contar con las cosas, pese a “estar ahí”, porque las cosas, inmóviles y mudas, nada dicen, en nada consuelan, no tienen una mano amorosa que tendernos, sino tan sólo partículas de átomos -dicen que en constante movimiento, sí- pero a pesar de ello tampoco los átomos de la materia hablan, ni sienten. En tales situaciones, tan sólo las personas pueden auxiliarnos o consolarnos. Tampoco los Ordenadores, ni los Equipos informáticos.

Un joven “blogista” argentino, de Paraná, Juan Rizzo, a quien todos -incluso él a sí mismo- llaman “Pancho”, y que, a mi juicio, escribe muy bien, pero que muy bien, dedicaba hace días la última entrada de su Blog a los diferentes suplicios -que proponía asimilar- de Sísifo y de Tántalo. Sísifo fue condenado a la pena de subir, con sus propias manos, una enorme piedra a una altísima montaña y el suplicio surgía, una y otra vez, cuando casi a punto de situar la piedra en la cima, su enorme peso hacía que volviese a rodar hasta llegar otra vez a la falda. Albert Camus, quiso ver en este mito lo absurdo que, a su juicio, es la vida humana, porque, para Camus “Sísifo” es todo hombre. Pero el caso de Tántalo, a mi modo de ver, es distinto. Tántalo (de muy superior rango o alcurnia de parentesco mitológico, por ser hijo de Zeus, mientras Sísifo lo era del modesto Eólo), hubo de sufrir una pena, a mi juicio mucho más grave, pese a ser “hijo del Jefe” del Olimpo, lo que hoy resultaría imposible en los modernos Estados “de Derecho”. Tántalo, no fue condenado a no poder librarse del deseo -cosa que, en ocasiones, puede ser altamente saludable y sedante- sino a la imposibilidad absoluta de poder satisfacerlo, pese a pender de su cabeza los más abundantes y exquisitos frutos. Por eso, aunque Rizzo parece asimilar uno y otro castigos, respetuosamente, yo tengo que discrepar de tal asimilación, si bien no del talento del joven escritor.

Quizá, ya muy pronto, el mundo haya de darse cuenta, de que el castigo de los seres humanos de nuestra época, habrá de consistir, en algo mucho peor que los respectivos suplicios de Sísifo y de Tántalo juntos, porque, de seguir así las cosas, va a consistir en morir aplastados, estrujados por las cosas, que nos asfixiarán, después de habernos vuelto locos y de habernos robado la tranquilidad y la paz, casi justamente por el motivo contrario al de Tántalo, que entregó a los hombres los secretos divinos, y el néctar y la ambrosía de los dioses. Nosotros, en cambio sufriremos, por habernos convertidos en cosas, que simplemente se pueden comprar con ese excremento de Satanás que, para Giovanni Papini, era el dinero, y por haberle privado a Dios de que sean alimentados todos sus hijos, en lugar de ser masacrados, como ahora mismo sucede en el Congo, en África, por parte de los más poderosos de la Tierra, que explotan y hacen matar a los más humildes e indefensos.

Es cierto, por ello, que todos hemos de aprender a prescindir de las cosas, instaurando una nueva “cultura”, como hoy tanto se dice y repite, una “cultura” -digámoslo ya sin ningún miedo- no ya de la austeridad, sino una “cultura de la pobreza”. Para ser inmensamente ricos, no de cosas, sino de nosotros mismos. Aunque, sin contradicción alguna, cuando a veces la comprensión, el amor, la ternura, más incluso de quienes se encuentran a nuestro lado, pude venir de quiénes se hayan lejos… muy lejos, sin duda es muy necesario que Internet y los Ordenadores, las Computadoras, como dicen nuestros hermanos de América, funcionen perfectamente.

Van transcurriendo estos días, tan próximos a la Navidad, y el espíritu de ella no es precisamente el del despilfarro y el desenfreno. A ello, dedicaré por mi parte, en este humilde Blog, la correspondiente entrada en la Noche Buena, si es que consigo publicar lo que ya he programado en su integridad. Me temo que, quizá no sea posible oír la música de un Villancico leonés que, año tras año, me cantaba mi madre, mientras fui niño. Pero, si lamentablemente no pudiera oírse, en este humilde Blog, yo si tengo la certeza de que lo oiré con alegría, aunque quizá con una lagrima, en lo más profundo de mi propio ser. Luis Madrigal.-

Arriba, cuadro del estilo "expresionismo abstracto", del pintor Jackson Pollock, cuya originalidad llegaba a precindir del caballete, depositando el soporte en el suelo. ¡Hasta este tipo de "arte" se compra y posee hoy entre nosotros!.


sábado, 20 de diciembre de 2008

AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR




A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando a su presencia, dijo:—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.El ángel le dijo:

—No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

—¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

El ángel le contestó:

—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

—Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra
Arriba: "La Anunciación". Fra Angelico. Prado (Madrid)

domingo, 14 de diciembre de 2008

HAY QUE RESPONDER



La III Semana de Adviento, sigue estando ocupada preferentemente por Juan el Bautista y, en el Evangelio de este Tercer Domingo, su homónimo, Juan el Zebedeo, el Evangelista, nos ofrece un diálogo sumamente profundo, nada superficial, con aquel austero hombre del desierto que bautizada ahora en la orilla del Río Jordán. Hasta él, enviaron los judíos de Jerusalén una especie de "comisión", más o menos al uso de las que hoy en día se utilizan para descifrar los grandes escándolos públicos, en esta corrompida sociedad de nuestros días. La "comisión", nos dice el Evangelista, estaba formada nada menos que por sacerdotes y levitas, aunque parece ser que"había también enviados de entre los fariseos", según transcripción literal. Y, ¿para qué fueron estos enviados hasta Juan; qué era lo que querían investigar, o saber? Se interesaban por dos cosas, aunque en realidad, conectadas entre sí, resultan una sola. La primera pregunta que aquellos hombres hicieron a Juan, fue la de "Quién eres tú?. Implicitamente, se entiende quién eres tú, para hacer lo que haces, esto es, para bautizar. A lo que Juan, leyendo la intención en sus mentes respondió rapidamente: "Yo no soy el Cristo", es decir, el Mesias que, desde tiempos remotos, esperaba el pueblo judío. Le preguntaron entonces los enviados de Jerusalén, si acaso no era Elías, o algún Profeta, a lo que Juan igualmente respondó en sentido negativo. Y, un tanto asombrados, o escandalizados, aquellos hombres, por último, plantearon ya a Juan la cuestión de forma directa. "Por qué, pues, bautizas, si no eres el Cristo, ni Elías, ni Profeta?". Y la contestación, la respuesta de Juan, que es un testimonio de vida (no de crucifijos, rosarios o procesiones), es la que debe centrar toda nuestra atención. "Yo, bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno que vosotros no conocéis"

A quiénes, en nuestros días, tantas gentes pueden hacernos la misma pregunta, en tan distintos sentidos, directos e indirectos -"Quién eres tú", quiénes sois vosotros- debe interesarnos mucho saber y tener preparada de antemano nuestra respuesta, porque no podemos permanecer silentes, ni incontestes en lo que concierne al fondo de tal investigación. Hay que responder. Y también nosotros podemos decir que, tan sólo bautizamos con agua -y a veces ni con eso,- pero que siempre, en medio de todos, hay alguien al que ni ellos conocen, ni tal vez nosotros queremos conocer, porque nosotros, los posibles interrogados, nunca podremos ser "mejores" que los posibles interrogantes. Tan sólo, distintos. Ocupando distintas situaciones, circunstancias o peripecias de vida, pero no mejores que nadie, ni siquiera "buenos", porque "sólo Dios es bueno". Y, ¿quién puede conocer a Dios? A Dios, tan sólo puede conocerlo Dios. Y, por ello, nosotros tan sólo podemos conocerlo por medio del Hijo, el enviado del Padre, que por ello es el Cristo, el Mesías que los judíos esperaban y... todavía esperan. Los cristianos -para quienes ya ha venido al mundo, aunque próximamente volvamos una vez más a celebrarlo- hemos de fiarnos de la Palabra de Cristo, de su mensaje a los hombres y, únicamente dentro de ese Mensaje, podremos conocer el corazón de Dios. Y, no puede haber vuelta de hoja, ni posturas ambiguas y artificios convencionales, para eludir lo que en el Mensaje de Jesús se contiene. Su contenido esencial -y podríamos decir único- es el amor. Amor de verdad, espiritual, ciertamente, hacia todos los seres humanos, pero también material. Protección y amparo (aunque sea mínimo, porque nosotros no podemos lograr lo que tan sólo puede conseguirse mediante la decidida voluntad de quienes rigen el mundo) a quienes tienen hambre, frío, soledad y desamparo... Dios, por supuesto, no sabe nada de crucifijos, casullas, velas encendidas y... procesiones. ¡Qué bonitas son las procesiones! Sobre todo algunas, las que concentran más turismo. Pero, todo eso, lo hemos organizado nosotros, no Dios. A Él, tan sólo le mueve una sola cosa: el Amor. Porque lo es. Pasarán otros amores, todos los humanos, que borra la muerte o el tiempo, cuando se pierden o cuando -siendo a veces tan necesarios al alma humana- no se ganan, por ser imposibles. Pero no se acabará nunca el Amor. Por ello, en la liturgia de esta III Semana de Adviento, los ornamentos son de color blanco, que es el color símbolo por excelencia, no sólo de la pureza e integridad, sino también de la verdadera alegría. Luis Madrigal.-


Discover Various Artists!

viernes, 12 de diciembre de 2008

MÚSICA TAURINA (6) El Tío Caniyitas


No podría yo decir con exactitud no quién fue, pero sí qué fue el "Tío Caniyitas", que desde luego es un sobrenombre, o apodo de corte taurino. Sí sé, en cambio que tal sobrenombre lo obstentó un señor llamado, de verdad, José María Gaona Chau, sin que por ello tenga nada que ver con el brillante torero mejicano Rodolfo Gaona Jiménez, que llegó a España en 1908, inugurando con "Bombita" y "Machaquito" la Plaza de Vista Alegre, de Madrid, para terminar alternado con figuras como Joselito y Belmonte. Gaona Chau, en efecto fue el llamado "Tío Caniyitas", pero lo que yo ignoro es si en realizad fue un torero, en tal caso sumamente modesto, o poco famososo, o más bien un mero locutor taurino, que hizo su carrera, primero en la emisora Radio Andorra y después en Radio Intercontinental, junto a Adán de la Morena y la radiofonista Piedad Zamora, a través de la revista taurina de gran éxito "El Burladero". También parece cierto que Gaona Chau llegó a Madrid, desde Córdoba, aquel aciago año de 1947, por ser el de la muerte de Manolete en la Plaza de Linares. Gaona, se había asentado en Córdoba como un cordobés más, esto es, tenía arraigo en la Ciudad de los Califas, pero no hay datos acerca de si se encontraba allí como torero, antes de emprender rumbo a Madrid para dedicarse a su labor radiofónica. Eso sí, lo que parece ser que es seguro es que los autores de este pasosoble fueron José Sanz Pérez y Mariano Soriano Fuentes. Como todos los pasodobles, y en especial, para mi gusto, los taurinos, me parece de una gran belleza. Escúchenlo ustedes, escuchadlo todos, a ver qué os parece. Quizá, también os guste. Luis Madrigal


jueves, 11 de diciembre de 2008

CLARO DE LUNA


La luna -lo que se ve de ella, y seguramente, con mayor motivo, también lo que no se ve- es el cuerpo celeste más enigmático de cuantos haya. Quizá por ello, se le ha tenido siempre como uno de los símbolos más románticos del amor. A esa pálida luz, tal vez se han pronunciado las palabras más dulces y tiernas de cuantas los seres humanos se han dicho a lo largo de la historia de la Humanidad. Habría que ser Shakespeare, Rostand o José Zorrilla para poder encontrarlas. O Dante, mientras vivió Beatriz, o quizá Petrarca, cuando vivía Laura. Musicalmente, tampoco se escapa de ello el gran dios de la Música, aquel que podría haber dicho lo que de sí mismo dijo el petulante Rey de Francia, Luis XIV, llamado el "Rey Sol", a quien se atribuye -dicen ahora los historiadores que no fue asi- la célebre y omnipotete, además de ridícula, expresión: "L´État, c´est moi". ¡El Estado, soy yo!. Venga ya, hombre, menos lobos...! Porque si este señor tan ridículo hubiese sido "el Sol", Felipe II, de España, por supuesto, hubiera sido el sistema solar en pleno, o dos o tres constelaciones juntas. Pero, en fin, el caso es que, en la Música, también alguien hubiese podido decir: "La Música, soy yo". Pero, a pesar de su mal genio, no lo dijo. El que no lo dijo, como ya hemos apuntado, se llamaba como yo -pobre de mí- sólo que en alemán, Ludwig, aunque todo el mundo le conozca abreviadamente por Beethoven, quitándole el van, que pese a su reminiscencia holandesa, equivale sin duda al aristocrático von alemán. Y, cuando se habla del amor y de la luna, en Música, y fuera de ella incluso, casi todo el mundo recurre a la famosísima Sonata nº 14, falsa o erróneamente llamada "Claro de luna" (así llamó otro francés mediocre a una de sus obras, Claude Achille Debussy). Pero, no Beethoven. Él la llamó "Quasi una fantasia", muy probablemente -aparte de la inclinación de las nomenclaturas musicales hacia la hermosa lengua italiana- porque esa Sonata fue dedicada a quien se ha dicho fue el gran amor invisible e inmortal de Beethoven: La Condesa italiana Giulietta Guicciardi, a quien en 1827 el gran músico escribía aquella carta que nunca envió, y en la que el compositor se dirigía a aquella dama como "Mi amada inmortal". También se ha puesto en duda tal hecho, así como el verdadero contenido de las cartas halladas tras la muerte de Beethoven. Pero, esto, es quizá lo que menos importa, porque hasta se ha llegado a decir -estoy convencido de que con absoluto error, o falsedad, después de haber escuchado ahora, una vez más, esta Sonata- que Beethoven era misógino, y que la mujer de la que estaba enamorado era un ideal, alguien imposible de ver físicamente, que sólo existía en su mente. Y, de ahí que cortejara a damas que sabía de antemano le iban a rechazar. Nada más inicerto, o más falso. Porque lo cierto es que cuando Giulietta Guicciardi, que había rechazado a Beethoven para casarse con un conde, descubre la carta a la "Amada Inmortal", y descubre que era para ella, sus angustias y remordimientos durarían durante toda su vida. Lo que a mi me parece verdaderamente romántico y soñador es la propia Sonata en sí misma. Es tan triste, pero tan dulce, que inunda de paz. Es el placer dentro del sufrimiento; la alegría dentro de la tristeza. Hasta casi invita a la muerte, a la muerte de los sentidos corporales, pero para que sólo pueda vivir el alma. Para que pueda disfrutar de la oscuridad que baña la luna tenuemente, pero al mismo tiempo hasta penetrar en los entresijos más hondos y recónditos del alma enamorada. Yo, lamento enormemente no disponer ahora mismo de ninguna fotografía de la luna, en cualquiera de sus fases, pero, por tal motivo, casi prefiero ilustrar esta entrada con otra del Sol, aunque sea ya en su ocaso, cuando ninguna esperanza cabe de que ilumine nuestro camino. Luis Madrigal.-

Arriba, fotografía de la poetisa argentina Alicia María Abatilli, que, además de los más sensibles poemas, es capaz, de encerrar en su cámara fotografías de exquisita sensibilidad y arte plástico. Seguidamenete, una vez más, la romántica Sonata "Quasi una fantasia", indebidamente llamada "Claro de luna", del genial Ludwig van Beethoven.



Moonlight Sonata - Beethoven

miércoles, 10 de diciembre de 2008

SÓLO EL AMOR...

Alicia María Abatilli

¡Sólo el amor...!
Sólo el amor, misterio que arroba al alma
-desnuda, pura y sin arcilla-
sólo el amor,
puede dar vida al barro
y alumbrar lo que perdura.
Sólo el amor, la ternura
puede llevar. Y la calma;
suspiros y canciones, si el desgarro
llénala de angustia ... Y, en la marisma,
se proteje de sí...
Sólo el amor, "se ama",
como la lluvia báñase en sí misma.
¡Sólo el amor...!
Sólo el amor suspira, ama sin verse
y sin tocarse. Es cierto y puro.
Ama la arena,
en el aliento del largo estío;
corre, entre verdes campos. Es como un Río
que, allá en la Pampa, tiñe de verde el agua
-en su catarata-
noble y bravío,
para arrojarse -dulce- en un mar de plata...


Alphonso CARBAJAL

Madrid, Noviembre de 2008

03 - Sólo el amor.mp3 -

martes, 9 de diciembre de 2008

UNA LÁGRIMA QUIETA




Tras una opaca y triste celosía
caía la tarde... El cielo gris lloraba.
Una lágrima quieta reposaba
en el cristal oscuro, húmeda y fría.

No era arroyo o torrente todavía,
ni era el inmenso Mar. Tampoco estaba,
en el cristal oscuro que miraba,
para volar al cielo. No podía

ser perla de cristal en seno ileso;
fluir al mar, como hace alegre el río,
ni al suave viento alzar su leve peso.

Murió en aquel cristal su ser valdío
sin enviar al mar tan dulce beso,
pero a una rosa salpicó el rocío.

Alphonso CARBAJAL

Madrid, 9 de Noviembre de 2008






PUNTUALIZACIONES A UNA CANCIÓN DE SILVIO RODRÍGUEZ



TE AMARÉ

Te amaré,
te amo ya, aunque no quieras.
Te amaré, como ayer te amé ya.
Te amaré
por encima del mundo,
sobre mí, sobre ti y sobre el Mar.
Te amaré,
sin pausa ni final.
Te amaré,
te amare, aunque no pueda.
Te amaré,
sólo yo te amo,
no lo puedo ni quiero evitar...
Te amaré,
te amaré, aunque no deba
y, aunque muerto, no podré olvidar...
Te amaré,
te amaré desde el Cielo,
te amaré sobre el viento y el Mar.


Alfonso CARBAJAL


lunes, 8 de diciembre de 2008

BENDITA SEA SU SANTÍSIMA E INMACULADA CONCEPCIÓN



¡Inmensa como el Mar eres, María!,
que de tu manto azul, su manto toma;
la nieve, tu color; la flor, tu aroma.
De tu fulgor, el sol, la luz del día.

Si de mis horas eres alegría,
cuando a mi corazón la angustia asoma,
no me dejes si mi alma se desploma...
¡Guárdame entre tu pecho, Madre mía!

Si eres Madre, en regazo tan doliente,
del que siendo divino se hizo Hermano
y en tus brazos estuvo un día yacente,

pon tu mano también sobre mi mano;
tus labios maternales en mi frente,
que he de ver al Amor y... soy humano.


Alphonso CARBAJAL



Arriba, la Inmaculada (Murillo). Seguidamente, "Ave María" (Schubert). Luciano Pavarotti.




domingo, 7 de diciembre de 2008

PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR



Este es el lema del Segundo Domingo de Adviento, en el que ya se ha encendido la segunda de las cuatro luces que forman la Corona, según expusimos en nuestra entrada anterior, correspondiente al Primer Domingo de este tiempo litúrgico de espera, publicada en este humilde Blog el pasado día 30 de Noviembre. Hoy, en este Segundo Domingo, el lema litúrgico es el que sirve de título a esta estrada: "Preparad el Camino del Señor". Y el gran protagonista de hoy es Juan el Bautista, que vivía en medio del desierto, austeramente vestido con una piel de camello y un rudo cinturón y se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre. Claro, en aquellos tiempos, los hombres aún no habían descubierto que la langosta, los percebes, las quisquillas, las nécoras -por no decir el jamón de "para negra"- u otros sublimes manjares de hoy, eran comestibles, y seguro que, por otra parte, en el Río Jordán, no había de estas especies, ni elegantes y caros Restaurantes que las sirvieran. Pero, fundamentalmente, por lo que Juan era austero, era porque esperaba a Otro que venía detrás de él, pero que era mucho más grande que él, hasta el punto de no ser digno de desatar las correas de sus sandalias. Juan, tenía una proporción exacta de las situaciones, así como del espacio y del tiempo. El ya conocía bien al que habría de llegar. Se conocían ambos desde el vientre de sus respectivas madres, pero no se habían visto nunca. Y por eso, Juan que entre tanto bautizaba con agua a orillas del Jordán, lo hacía para preparar el camino de quien venía ya, inmediatamente. Juan bautizaba con agua, pero decía que a Aquel a quien esperaba bautizaría con Espíritu Santo. Nosotros, hoy, los que pretendemos ser cristianos en el siglo XXI, no podemos, desde luego, ser más que Juan, pero tampoco menos. También, hemos de preparar el Camino del Señor, que siempre es el mismo al que esperaba Juan, porque Él no cambia. En nuestros días, son muchas las cosas, las situaciones, que nos inspiran temor. Y no ya eso, sino auténtico miedo y angustia: La muerte, la enfermedad, la pobreza, la soledad, la impotencia ante la imposibilidad de no ser capaces de resolver tantos problemas y miserias como particularmente nos afectan. Pero, si hemos de observar la conducta de Juan, tenemos, en primer lugar, que vivir en el Desierto, en este gran desierto del mundo, tan inmensamente poblado de millones de seres, que sufren, se angustian, padecen enfermedades, hambre, soledad y tristeza. Y, como Juan, también hemos de preparar el Camino por el que ha de venir y discurrir el Señor. Preparar ese camino, en primer lugar, no es tanto "hacer Novenas" o incluso rezar, separados o juntos -los que creemos en Él- sino incluso "hacer de nuevo ese Camino", entre las piedras y los más abruptos parajes del cuerpo y del alma humanos. Ya lo dijo Antonio Machado, ese gran poeta, para mí el más grande de todos, entre otras cosas, concernientes al arte poético, por ser republicano: "Se hace camino, al andar". Preparar el camino, es pues, antes de nada, "hacerlo", construirlo, es decir, comenzar a andar, a caminar por el desierto, peregrinando desde la nada hacia el ser. Hacia el único Ser que es, por antonomasia, para que por derivación de Él podamos ser todos. Y para hacer el Camino, para caminar por el Desierto, es imprescindible, a su vez, salir de nosotros mismos, para poder encontrar a otros, a quienes no son "yo". A quiénes tienen hambre, etán enfermos, solos, angutiados o tristes... A los que están lejos de mí, pero a los que quiero llevar mi compañía -en el espíritu- incluso a lo ancho del inmenso Mar, porque de esta forma ya no pueden sentirse solos, ni alejados... Preparar el Camino del Señor, no es rezar, solos o en compañía, ni tampoco "el Rosario", en el autobús. Esto último, incluso puede ser una falta de respeto al libre pensamiento y a las libres creencias de quienes con nosotros conviven en la sociedad civil, en la Ciudad terrena. Porque, nosotros, no somos de aquí, nuestra Ciudad es la Ciudad de Dios, que anhelaba San Agustín. Preparar el Camino del Señor, no es tampoco, tan sólo, buscar con urgencia soluciones y posibilidades para alimentar a los cuerpos habrientos, o para curar a los enfermos, sino quizá más aún es establecer y desperdigar a nuestro alrededor la comprensión, la tolerancia, la generosidad y muy en especial la ternura y la dulzura del amor. Preparar el Camino del Señor, es poner alegría allí donde haya tristeza; luz donde reine la oscuridad; el calor del fuego, allí donde se haga cruda e inclemente la noche y el frío. Sobre todo, la noche y el frío del alma. Eso, es preparar el Camino del Señor... Casi todo lo demás, con ser necesario, en la medida de un medio indispensable, si por desgracia sólo es eso, no es más que una serie protocolaria de "pamplinas", deformadas y deformantes costumbres medievales y... actitudes propias de "beatos", para acallar la mala conciencia. ¡Señor, danos tu gracia, frente a nuestro egoísmo, porque tan sólo con ella podremos alcanzar la generosa solidaridad de poder preparar tu Camino!. Luis Madrigal.-

Arriba, la Corona de Adviento, con la segunda vela encendida, sobre la imágen de Juan el Bautista, el Precursor, pintado por El Greco.

Seguidamente, "Ut queant laxis", Himno gregoriano a San Juan Bautista.


jueves, 4 de diciembre de 2008

MORIR DE AMOR


Tantas noches sufriendo la agonía
que, el que por ti se muere, ya sin vida,
de tus serenos labios la bebida
quiere encontrar, cual nectar y ambrosía.


No mata el desamor... Sí, la apatía.

Sin tropezar, propicia la caída;
al caer de la tarde, urde la huída
como en el mar se hunde una almadía.

Yo, quiero más vivir que -agonizante-
morir sin ti, sin verme en tu mirada.
Prefiero aquí sufrir y, aun delirante,

tomar tu mano y verte enamorada,

si no de él, de otro aunque -distante-
perezca en ti el recuerdo en la alborada.

Alphonso CARBAJAL

A Alicia María Abatilli, en su constante y casi eterna agonía.


domingo, 30 de noviembre de 2008

¡VEN, SEÑOR, NO TARDES...!


Con el Primer Domingo de Adviento, se inicia un nuevo año litúrgico. La expresión adviento -ad ventus- significa venida, llegada y, por consiguiente, también espera, porque toda llegada implica necesariamente una espera. Se espera al que viene, al que llega. Y el que ahora viene, y al que algunos esperamos -desde el Domingo más próximo al 30 de Noviembre y hasta el 24 de Diciembre- es a aquel mismo Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, que quiso hacerse Hombre para solucionar de esta única manera el dilema humano, el porvenir del hombre. El Adviento, dura 4 semanas, y pueden observarse durante ellas, en su liturgia, dos partes bien marcadas: La primera de ellas, desde este Primer Domingo hasta el día 16 de Diciembre, tiene un acentuado carácter escatológico, previendo y contemplando la venida del Señor al final de los tiempos, la Parusía. La Segunda venida, porque Cristo Jesús ya vino al mundo, pero volverá a la tierra, pese a que, quiénes decimos creer en Él, pongamos especial ciudado en echarlo fuera de nosotros mismos. Pero, Él es infinitamente misericordioso y vuelve a nuestro lado, una y otra vez. La segunda parte del Adviento, que se extiende desde el 17 de Diciembre al 24 de Diciembre, la víspera de la Natividad del Señor -la Noche Buena- se considera, o incluso se le llama, la "Semana Santa" de la Navidad, y su fin es el de preparar más expresiva y alegremente la venida de Jesuscristo a la Historia, su inmersión Humana en el tiempo. Esto es para creerlo, desde luego, pero, si se cree, es el acontecimiento más radicalmente absoluto y, al mismo tiempo, la Esperanza más radical y concluyente. Es, en síntesis, el porvenir del hombre, de todo hombre que viene a este mundo. Pero un porvenir dichoso y feliz, pese a cuantas calamidades y tristezas diariamente nos acechan.

Por ello, a partir de hoy y durante cada una de las semanas siguientes, rendimos honor y culto a la "Corona de Adviento", pese a tener este símbolo su origen -como tantas otras costumbres cristianas- en una tradición pagana europea, consistente en prender velas durante el Invierno, para que el fuego del dios sol -ya ausente en esta época del año- regresara con su luz y calor, durante esta fría estación. Los primeros misioneros, aprovecharon esta tradición popular para evangelizar a las gentes. Pero, la Corona no es el único símbolo, sino que, en sí misma, concurren otros muchos: La forma circular, simboliza que el amor de Dios no tiene principio ni fin, como Él mismo. Las ramas verdes, representan al color de la esperanza y de la vida. La cuatro velas, quieren hacer pensar en la oscuridad provocada por el hombre, que nos ciega y aleja de la Verdad, mientras que las tinieblas se disipan con el encendido de cada vela -una cada uno de los cuatro Domingos- del mismo modo que se fueron iluminando los siglos y el universo, con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. El lazo rojo, por último, simboliza, tanto nuestro amor a Dios como el amor de Dios que nos envuelve.

En este momento, Señor, cuando el mundo entero padece tantos males corporales y materiales, el hambre, la enfermedad, la atrocidad de las guerras -tan sólo causadas por la voracidad de los humanos- y el crimen... Cuando los hombres, casi en masa, parecen haberse olvidado de Ti... ven no obstante de nuevo. Ven, Salvador del Mundo, porque tan sólo tu llegada puede corregir todos mis pasados errores; los que yo mismo he cometido, por mi soberbia o por mi vanidad, y que han podido ser en otros la causa de su ceguera o extravío; todo mi egoímo, todas mis flaquezas y falta de fortaleza, todas mis pasiones más oscuras y mi falta del verdadero amor. ¡Ven, ven, Señor... no tardes!. Te espero, te esperamos, porque sólo Tú puedes traer el consuelo a nuestra aflicción y al dolor de nuestro espíritu. Sólo Tú puedes ser el bálsamo, la dulzura, la comprensión, la presencia -íntima y amorosa- y la compañía, para quiénes se ven obligados a soportar la aspereza, la amargura, la intolerancia, la ausencia o la soledad. Te espero, Señor, en mí y, si por desgracia así fuera, especialmente en quiénes siendo tan próximos estén quizá tan alejados. O, tal vez, por extraña paradoja, en quién, aun en la lejanía más distante, vive cada día dentro de mí. ¡Ven, Señor, no tardes... te esperamos! ¡No tardes, Señor! Luis Madrigal.-






BIENVENIDA A ESPAÑA, CLAUDIA



Es cierto que yo no soy precisamente un genio en esto de los Blogs, y por ello he de confesar que si, a duras penas, he logrado construir el que tengo, ello ha sido tan sólo posible merced a la inestimable cooperación de una señora argentina, una gran dama, mi ya buena amiga Doña Claudia Doctorovich Moyne, que fuen quien, en primer lugar, me hizo saber la existencia de estos modernos artilugios informáticos y, después, me enseño "las primeras letras" para poder acceder a ellos y orientó mis primeros pasos. Claudia, es una gran mujer, que lo ha pasado muy mal, ha sufrido mucho cuidando amorosamente de su marido, quien padecía la enfermedad de Alzheimer, hasta su reciente fallecimiento. Y ahora, si no ha variado nada, ayer mismo, 29 de Noviembre, Claudia habrá volado desde su Argentina natal hasta España, para disfrutar de la compañía de uno de sus hijos y de su mujer, que viven en Barcelona. ¡Sí, ya sé que Barcelona -y Cataluña entera, si ustedes quieren- no son España!. Eso dicen algunos catalanes, aunque afortunadamente no todos. Están por completo equivocados, o torpe y perversamente engañados, por quienes en su día se empeñaron en falsificar la Historia, porque Cataluña, toda ella y Barcelona también, sí son España, una parte vital de ella, de "la cosa enorme" a la que aludió en su momento el Honorable President de la Generalitat de Catalunya, señor Jordi Pujol i Solei. Pero estas son cuestiones menores, que desde luego nada tienen que ver con la bella nación argentina, ni con Claudia, a la que yo, desde Madrid, Capital de España, quiero saludar emotivamenete. No pude hacerlo ayer en Barajas -parece estar claro que para ir a Barcleona, hay que pasar por Madrid- debido a los estrictos rigores de control que la plaga del terrorismo internacional ha impuesto a los que rigen la navegación aérea. Nada me hubiese importado acudir al Aeropuerto, aun a la 6 de la mañana, para recibir a Claudia y, asimismo, tener el placer de conocerla personalmente. Pero, insisto, desde aquí, le doy la más cordial bienvenida, pese a encontrarse ahora ya, supongo, en Rubí (Barcelona). Lo hago desde Madrid, con la autoridad y legalidad constitucional pertinentes, que para eso esta Villa y Corte es la Capital del Estado. ¡Bienvenida... a España, Claudia...! Espero que hayas encontrado a tus hijos en perfecto estado de salud espiritual y corporal. Eso, sí, no dejes de hacerle una "torta" a Renata, esa criatura tan dulce, que suele asomarse habitualmente a tu Blog. Por cierto, me ha causado una cierta tristeza contemplar desde anteayer cerrada, o desconectada, tu dirección de Skype, aunque tu gatita, que veo sobre la tapia y bajo el árbol, y los buenos amigos que ahora cuidan de tu casa, se encargarán de que todo vaya bien. Que lo pases muy bien en Barcelona. Es una gran Ciudad, no cabe ninguna duda. Yo, no soy "anticatalán", ni mucho menos, pese a ser español, o precisamente por eso. Por el contrario, soy barcelonista, o "culé", desde los 8 años, porque mi vecino en León -cuando yo era un niño- otro leonés que se llamaba César Rodriguez Álvarez, y jugaba en CF Barcelona, me dijo un verano, mientras me regalaba una camiseta del Barcelona, que yo tenía que ser barcelonista toda mi vida, cosa que prometí. Y, desde entonces no he faltado a mi promesa. Por ello, podría saludarte hoy, ya que estás en Barcelona, con el himno del "Barca" (siento que Blogger no disponga de virgulilla), pero voy a hacerlo con el Himno "nacional" de Cataluña, en la doble versión orquestal y coral y con la dirección del Maestro Antoni Ros Marvá, pese a que algunos catalanes, cuando cantan este bello himno, nos quieran cortar la cabeza con una hoz. A tí, no te harán nada, no te preocupes, pero si alguien te habla en catalán, respóndele en "porteño". Es más bonito, más musical, más suave y cariñoso... Un beso, Claudia. Espero que, si puedes leer mi salutación de bienvenida, no dejes de llamarme, si te es posible. Ya sabes mi teléfono.

Luis Madrigal


Este es el Himno. Ten cuidado con esos ¡bon cop de falc!


   



viernes, 28 de noviembre de 2008

EL ORDEN


El orden, no es, tan sólo, la adecuada colocación o disposición de las cosas. Ya se sabe: Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio. Esto, a lo sumo, no puede ser más que una descripción meramente instrumental, externa, epitelial, de la idea de orden. Y ello, por dos razones que creo radicales. En primer término, se refiere tan sólo a las cosas. Y las cosas, no existen, sino que únicamente “están ahí”. Es el “dasein” de Heidegger. Esta palabra alemana tuvo que ser inventada, porque en esa gran legua no existen, sin embargo, dos verbos, como en castellano, ser y estar, con lo cual el gran filósofo existencialista hubo de inventar su “dasein” (o “estar ahí”), que referido a las cosas equivale a afirmar que éstas no existen, porque existir es “estar en el tiempo para ser. Y en este sentido, el único que existe es el hombre, el ser humano. La cosas, no pueden existir porque, aunque perduren millones y millones de años -con independencia de que puedan destruirse o transformarse, si hemos de dar crédito a Lavoisier, un vulgar químico francés del siglo XVIII- jamás podrán alterar su propia naturaleza de cosas, como un gato no puede dejar de ser gato, para ser perro o caballo, por muchos años que viva. Casi en el mismo sentido, tampoco existe Dios, sin que esta afirmación, que pudiese parecer excesivamente rotunda o radical, pueda contener la menor brizna de ateismo. Dios, ni existe ni puede existir, por que ya es, eternamente, y ni necesita ni puede albergarse en el tiempo, al igual que las cosas, que tampoco están en el tiempo, sino tan sólo “ahí”. Así, pues, sólo existe el hombre, el ser humano, por lo que, en consecuencia, el orden en las cosas, aunque necesario, no puede ser esencial. Y, en segundo lugar, aquella descripción, tampoco puede contener más que una sola -la del orden espacial- de las muy diversas dimensiones o sentidos de la idea de orden, la cual, en su unidad, pueden alcanzar hasta siete más. De tal manera que, al orden espacial, hay que añadir inmediatamente la idea del orden temporal, tan asociado a aquél. El orden temporal, consiste en realizar cada acción en el momento oportuno, para que pueda aportar la conveniencia o utilidad que se persigue. Y, así, es preciso considerar también el orden estático y su antípoda, el dinámico. El orden estático, o de composición, es aquel que dispone las cosas iguales y desiguales para dar a cada una de ellas la entidad y consideración que respectivamente merecen, porque es evidente que, ni las cosas ni las personas, son todas iguales, ni en consecuencia pueden ser ordenadas de la misma forma. Esta dimensión del orden se enuncia en el principio que San Agustín, en su “Civitate Dei”, formuló como “Parium dispariumque rerum sua cuique loca tribuens dispositio”. Su antípoda, el orden dinámico, llamado también teleológico o de finalidad, consiste en la adaptación y disposición de cada cosa a su propio fin. En efecto, no es posible escribir con una escoba ni barrer con una pluma estilográfica. Esto sería, verdadero des-orden, en el sentido apuntado. Y fue otro gran genio de la Filosofía, Santo Tomás de Aquino, quien lo enunció: “Recta ratio rerum ad finem” (II, Physic, 14). Implica la idea de proporción; la conveniente disposición -de entre muchas o varias cosas- de una sola de ellas, a un determinado fin. Se completan las categorías de orden, con las específicas de orden físico, orden moral, orden jurídico y orden social. El orden físico, es el conjunto de relaciones que mantienen todos los seres con sujeción a un principio -ley física- que las determina, ya sea la tan conocida ley de la gravitación universal, de Newton, el principio de Arquímedes o la ley de Gay-Lussac. El orden moral, es el conjunto de relaciones que deben mantener los seres humanos, en sus actos voluntarios y libres, con sujeción a un principio superior -Ley moral natural- determinante de aquéllas. El orden moral, ruega, exhorta, promete el Paraíso, pero, subsiguientemente, por razones practicas, para la propia eficacia en el mantenimiento de la Sociedad, el orden jurídico, ya no ruega ni exhorta, sino que manda y obliga (“Lex dura, sed lex”, la Ley es dura pero es la ley). El orden jurídico es un sistema de normas imperativas que regulan la convivencia de los hombres, bien en sus relaciones entre sí, bien en su relación con otros entes encargados del bienestar general, y con sujeción también a un principio superior -el principio de legalidad- encarnado por la Ley positiva. Y, por último, el orden social, que es el conjunto de relaciones que deben guardar los hombres para lograr la perfecta realización de la Sociedad, de conformidad con los supremos principios de la Justicia, entendida como virtud moral y no tan sólo como potestad jurisdiccional del Estado.


Parece ya ahora más claro que, el orden, no sólo es, o consiste, en aquella descripción inicial, (la “colocación” de las cosas, ya en cajones o armarios, ya en modernos archivadores para CD o DVD), ni tampoco en verse uno obligado a observar forzosamente una determinada conducta porque un “guardia de la porra” nos obligue a ello. El orden, como se habrá podido ver, con independencia de sus categorías específicas, en su concepción unitaria, resultante de la mezcla de todas ellas, es mucho más. Muchísimo más. Está impreso en el universo entero y en el alma humana.
El orden, no necesita ser explicado, lo que requiere explicación es el des-orden, causado tan sólo por el libre albedrío humano. Así, pues, el orden preside todos los fenómenos naturales, las estaciones del año; el curso de los planetas, de sus órbitas o derivaciones periódicas, regulares o irregulares, más o menos exactas. Y está presente también en el cultivo, desarrollo y recolección de los frutos de la tierra. En consecuencia, el orden es el objeto de la Ciencia: De la Metafísica, cuando se refiere a todas las cosas objetivamente consideradas, e independientemente del hombre; de la Lógica, cuando se trata de ordenar los conceptos que alumbra la razón humana; y de la Moral, si se trata de las acciones voluntarias y libres dirigidas a un fin. Pero, además de la Ciencia, el orden es también la base esencial de la Sociedad. La Sociedad es el único medio y modo posible de supervivencia humana y, necesariamente, es en sí misma un orden, porque donde hay multitud o mera pluralidad, sin orden, no puede haber más que confusión o caos. Y es malo, muy malo, el des-orden físico, pero es mucho peor, lo es intrínsecamente, el des-orden moral, porque el orden moral en ningún caso puede dejar de existir, siendo el ser humano una substancia racional, cuando existe un orden físico para la materia y para los seres irracionales. Nada menos que Cicerón, dice en “De Officiis” que es de hombres ligeros afirmar que no hay arte para las cosas grandes, cuando de él no carecen ni las más pequeñas. Con ello, el gran pensador romano afirma la evidencia de una inteligencia ordenadora y creadora de la infinita grandeza del universo, precisamente porque el hombre juzga imprescindible la existencia de una causa originaria del orden. Y el fundamento próximo del orden, es la verdad, porque el orden mismo es la verdad y, en consecuencia, su fundamento remoto es Dios, fuente originaria de toda Verdad. Actualmente, son muchas y muy variadas las clases y causas de des-orden y, por ello, prefiero no mencionar ninguna de ellas. Quizá en otra ocasión. Luis Madrigal.-

No obstante, aparte la asquerosa pintada que hoy ensombrece esta entrada -todas las pintadas en las paredes son asquerosas, pero algunas mucho más que otras- no puedo resistir la tentación de aportar otras dos excelentes y repugnantes muestras de des-orden, en este caso de des-orden "musical". Aquí las tienen, las tenéis todos, seguidamente. ¡Que Dios les perdone!