¡NO ME DEJES, ALICIA...!
No me dejes, Alicia, yo te quiero
y sé muy bien que tú puedes amarme.
En mi oscura vigilia, el ayudarme
a encontrar once sílabas, espero
sin duda será siempre el verdadero
cantar que un ruiseñor quisiera darme.
Cuando esté triste, alegre consolarme
y así oír su canto placentero.
¿Por qué, si no, piensas que, entre tu manto,
me escondí, anhelante, una mañana?
¡Mírame bien…! Escucha el dulce canto.
Deja al amor abierta tu ventana
y verás en la noche, sin espanto,
que busco en ti la estrofa soberana.
Luis Madrigal
Claudio Monteverdi
Augellin, che la voce
(Madrigali Concertati)